HELMER GONZÁLEZ
LA PATRIA | MANIZALES
El caso de José David Mora Roa, fallecido hace cinco meses y seis días en la Clínica Avidanti, de Manizales, encaja en un todo dentro de lo se puede considerar insólito, pero a la vez entra en el juego de responsabilidades por lo que allí sucedió.
Mora Roa murió como consecuencia de una enfermedad asociada al mal de chagas, transmitido por un insecto, que en su caso le afectó el corazón. Leidy Mariela (hija) señala que la patología la adquirió en Venezuela, de donde es la familia.
Fueron semanas de constantes intubaciones y retiros de la asistencia respiratoria. Al punto de que el 10 de enero de este año, cuando se le hizo la última, los médicos llamaron de urgencia a la familia porque él agonizaba.
Foto | Cortesía | LA PATRIA
José David Mora Roa.
Según el certificado médico, el deceso se dio a las 3:47 de la tarde. La hija recordó que no alcanzaron a verlo por última vez con vida, pues al llegar al centro asistencial les dieron la noticia.
Era domingo. Un día complicado para una familia de escasos recursos que encontró en espontáneos orientadores la forma obtener una velación para su ser querido. Antes de finalizar la tarde lograron que con ayudas oficiales y otras gestiones la funeraria La Aurora asumiera el servicio.
Leidy relató que cuando tuvieron asegurada la velación fueron hasta la casa para sacar la ropa con que enterrarían a su padre. Anotó que, según la voluntad en vida del fallecido, no quería que lo cremaran, pues no comulgaba con esa práctica.
¿Dónde está el cuerpo?
Llegaron a la funeraria, en donde luego de un rato vieron arribar el vehículo en el que debían traer el cuerpo. En ese momento ocurrió el primer sobresalto de muchos que se sucedieron uno tras otro. El conductor les informó que cuando ingresó a la morgue de Avidanti no encontró al fallecido, ni le dieron razón.
La familia, extrañada, se fue a la clínica en donde supo que otra funeraria llevó un cuerpo a Santa Rosa de Cabal, al parecer muerto por covid-19, por lo que la cremación sería inmediata.
Dispuestos a hallar respuestas se quedaron en el sitio. Al rato, ya de noche, vieron que se acercaba un carro funerario. A una cuadra del centro asistencial se detuvo y luego siguió de largo sin entrar.
Después regresó y ante los cuestionamientos de los dolientes la respuesta del conductor, según lo recuerda Leidy, fue: “yo no tengo la culpa, me entregaron un cuerpo y me lo llevé. Aquí le traemos a su papá bronceado”.
Todo indica que internamente entre el centro asistencial y la funeraria de Santa Rosa hubo una comunicación en la que advertían del error. La cremación del cuerpo estaba en marcha y la pararon. Así devolvieron el cadáver, a medio cremar.
Para mayor confusión
El capítulo que sigue no es menos extraño. Leidy indicó que acudió a las autoridades. A la madrugada del lunes (11 de enero), del CTI enviaron una unidad de inspección de cadáveres, que poco podía hacer, ya que la causa del deceso no era violenta y por lo tanto estaba fuera de su competencia.
Sin embargo, ingresaron para verificar si con algunas descripciones proporcionadas por la familia se podía identificar en caso de que fuera el ser querido. Al salir la respuesta que les dieron fue: “está irreconocible”. La cremación a medias fue más que una bronceada como desatinadamente dijo el conductor que lo devolvió de Santa Rosa.
Ese día tuvieron el primer diálogo con directivas de la clínica, en el que manifestaron que un familiar estaba dispuesto, es más, exigían que delante de un pariente le sacaran el marcapaso al cuerpo, ya que su padre tenía uno debido a la enfermedad que finalmente lo llevó a la muerte.
Tampoco era
La solicitud, que en realidad era una exigencia, jamás se cumplió porque al día siguiente (martes 12 de enero) les indicaron que el cuerpo que estaba allí, el mismo que devolvieron de Santa Rosa, al parecer, tampoco era José David Mora.
Con otro nombre
El miércoles (13 de enero) en una nueva comunicación entre la familia y directivas de la clínica, les dijeron que el cuerpo se lo habrían entregado a otra funeraria de Manizales y ese sí ya estaba completamente cremado.
Al día siguiente (jueves 14 de enero) se dirigieron a la funeraria indicada en donde les informaron que en efecto recibieron un cadáver rotulado con el nombre de Evelio Duque. Tampoco pudieron hablar con los seres queridos de este occiso. Esas cenizas, al parecer, aún permanecen en esa funeraria.
Aunque se sugirió que la familia de Mora Roa las recibiera, los parientes se negaron por no tener la certeza absoluta de que sean de su ser querido. La situación desencadenó en un proceso de reclamación a la clínica, que podría llegar ante un juez, pues en este caso se habría configurado un daño moral.
Conciliación
Como requisito previo a una eventual demanda se exige que las partes agoten una diligencia de conciliación. La posición de la familia afectada es que si bien debe haber una indemnización de por medio, no se debe descargar la responsabilidad de la clínica de probar en dónde terminó el cuerpo de José David Mora y cómo sucedió.
Foto | Captura de pantalla | LA PATRIA
A solicitud de este medio, elevada el miércoles por Whatsapp ante el gerente la Clínica Avidanti, Carlos Hernán Estrada, esto respondió al día siguiente se recibió reenviada la siguiente respuesta.
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