JUAN CARLOS LAYTON
LA PATRIA | MANIZALES
Pasaron cuatro años desde cuando LA PATRIA visitó a Orfanery Herrera, habitante de La Felisa, centro poblado de La Merced. La razón: conocer cómo sigue la situación, luego de las traviesas o tramos de vía férrea que ubicó el proyecto Tren de Occidente hace 14 años al frente de su casa, en medio de la vía, incomunicando las viviendas que hay a lado y lado de la carretera.
La promesa era que se iba a rehabilitar el tren y crear un corredor completo entre Buenaventura y La Felisa, unos 500 kilómetros de longitud. Sin embargo, no se ha podido pasar de la variante Cartago. Faltan 112 kilómetros de rieles para conectar con Caldas.
Tensión y calma
La respuesta de Orfanery es la misma: "No ha pasado nada. Seguimos incomunicados con los vecinos. Esto hace como 14 años que lo pusieron, pero así se quedó. Para que esto se vea menos feo, yo le siembro maticas y lo adorno, pero realmente esas barras no solo nos incomunicaron, sino que aumentaron la inseguridad. Robos, atracos...", comenta.
Luego de guardar un breve silencio, pregunta: "¿Y qué saben ustedes que vienen de por allá, qué han dicho?".
Mientras dice esto, su mirada se concentra en las seis líneas o bloques de rieles, encarrilados unos encima de otros. Si se ve desde el puente La Felisa hacia abajo, se genera la sensación de que se diseñó un ferrocarril para que el tren pasara al lado de las casas, pero por encima de los techos de las cerca de 200 viviendas del sector, con el río Cauca de fondo.
Desalojo
A Orfanery le han llegado rumores de que los van a desalojar. Es decir, ya no les van a quitar los rieles de las calles, como les habían prometido, sino que los habitantes del sector son los que se tendrán que ir.
El Invías y el Tren de Occidente, que construye un tramo de la vía férrea, le solicitaron al Municipio de La Merced desalojar las personas que viven a lo largo de la carrilera, en esta población, ya que son predios de la Nación y deben estar libres. Muchas de las viviendas edificadas son de invasión.
Juan Fernando Ospina, secretario de Gobierno de La Merced, afirma que les piden sacar a la gente, tumbar las casas, sin ninguna reubicación o verificación.
Este caserío de La Merced cuenta con mil habitantes, de los cuales, cerca del 80% está en la zona por donde antes pasó el tren, a partir de 1954, luego de fundar Ferrocarriles Nacionales de Colombia (FCN). Esa entidad se liquidó, en 1991, debido a problemas financieros.
Jhonattan Manuel Vásquez, alcalde de La Merced, también dice que es un hecho lamentable y que lo único que hoy tienen es la petición nacional de mover las familias, lo que es casi imposible. "Realmente necesitamos un respaldo de la Nación y del Invías porque no nos pueden dejar solos con un problema de esta magnitud,más con familias que llevan allí tantos años”.
Tercera generación
Orfanery siempre ha vivido en este sector. Sus cuentas son de hace unos 50 años. Nació y creció en la casa de sus padres, Fabiola Quintero y Jesús Antonio Herrera.
Allí se casó con Alexánder Londoño y luego se pasó a vivir enseguida, a la casa de su hermana y tuvo a sus cinco hijos que hoy tienen entre los 17 y 30 años. Incluso ya tiene nieto, Matías Bustamante, de 5 años, quien hoy, a su modo, también se queja de la situación.
Robert, el hijo de 20 años de Orfanery, desde pequeño vio la llegada de los rieles que taparon la carretera. Comenta: "Esto era muy tradicional, muy bonito, pero vea cómo quedó. Por allí abajo tenían una granja y toda clase de animales, eso era turístico y todo. Yo era muy peladito, como Matías, y veía cuando hicieron las zanjas y trajeron meros container. Había mucha gente poniendo esos rieles, yo me acuerdo de todo eso", refuerza Robert con su cabeza.
Alexánder también opina: "Este chicharrón es muy sencillo, llegaron y dejaron esto tirado, y hasta el peso de esto ha tarjado varias casitas, que están a punto de irse al río. Han pasado muchas generaciones por acá y siempre lo mismo, amenazas y demás. Si ahora quieren que nos vamos, listo, no hay problema, pero nos tendrían que reubicar en una casa con las mismas condiciones, porque mire a los que se llevaron para Barrio Nuevo, unas casitas de mentiras".
Orfanery se pregunta: "Si esta gente está pensando en quitarnos de acá, por qué dejan construir más casas, incluso hay mucha gente que movieron de la vía de Pacífico Tres, que les compraron y ahora se vinieron para acá, ¿cómo es esa lógica?".
El mismo drama
A medida que se recorre el caserío, cerca de 400 metros, siguiendo el trayecto de los rieles abandonados y amontonados, se escuchan las mismas quejas y reclamos. "El cuento es que todos tenemos que salir de por acá. Yo lo único que digo es que nos hagan un barrio, como hicieron en el Barrio Nuevo. Dígame pues, a uno le dan cualquier cosa por la casa y uno ya no es capaz de vivir en una ciudad, porque ya está acostumbrado a la vida de acá. Pero no resuelven nada y además toda la vida con ese problema", dice Elsa María Ríos Acevedo.
"14 años con eso, y dizque supuestamente eran solo seis meses. Además de la convivencia, el gran problema fue que no pudieron volver a entrar vehículos. Solo hasta una parte. Eso además de la inseguridad, de noche da hasta miedo andar por ahí, marihuaneros y personas de otras partes", explica Rigoberto Bustamante, esposo de Elsa María.
Paula Andrea Acevedo, su hija de 14 años, también nació y se crió en medio del problema. "Cuando comenzaron a traer los travesaños", recuerda la familia, en medio de carcajadas.
Ella consiente: "Para uno de joven, que tiene que ir a estudiar siempre da sustico, incluso en el día, porque también han pasado cosas", asegura.
Eso sin contar, explica, la cantidad de zancudos, culebras y demás plagas que deben enfrentar.
Solo acciones de tutela
Valentino Hidalgo González, concejal de La Merced, del Partido Liberal, reconoce que es poco lo que se ha podido hacer, pese a la cantidad de acciones de tutela que se han interpuesto. Incluso él es afectado, ya que su casa también está entre los rieles.
"Ya esto se quedó así, pese a lase promesas de los políticos que vienen a recorrer el sector durante las épocas electorales. Por eso no creo ni que nos resuelvan los problemas, ni que vuelva el tren. Mejor dicho, al ferrocarril lo dejó el tren, a nosotros nos echan cuento y nos los creemos y realmente desde el Concejo no se ha hecho nada".
Sobre el anuncio de que se tienen que ir, tampoco lo cree. "Eso hacen la bulla y dicen que ya casi viene el tren de carga, pero tendrían que echar una nueva banca, porque hay mineros que cavaron".
Según explica, por debajo del terreno no existe la suficiente solidez como para que pase el tren. "La verdad esto no lo vamos a ver ni nosotros ni los nietos, ni los bisnietos, eso es historia, y si hay alguien que dice que sí, es mentira", asevera.
Valentino sostiene que sus dudas se deben a que la Nación mantiene la defensa de que son sus predios. "No hay solución de nada, a mi madre, Balbina González, la tuvimos que llevar para Medellín, porque ella es una persona que ya está muy anciana (90 años), y la tenemos que movilizar en silla de ruedas para llegar hasta el sector donde entran los carros".
También lamenta la poca presencia del Estado para ayudar a las familias y tomar acciones claras. "Este terreno, por ejemplo, lo compró mi padre, Nacianceno, por $20 mil hace 50 años. Hay un recibo de Inspección de Policía, con sello y todo, y hasta pagamos catastro", asegura.
Terminan los travesaños
Luego de 500 metros de recorrido, con los travesaños de compañía en medio de la carretera, de pronto cambia el paisaje. De un momento a otro se acaban las columnas de cemento y de hierro, y se vuelven a ver las casas del vecindario juntas, sin barreras en la mitad y con más luz. Solo un sendero de tierra, empolvado, pero sin rieles. De ahí en adelante el camino es despejado en un tramo de 400 metros, hasta llegar al sector del río Maibá.
La comunidad explica que cuando llegaron de Tren de Occidente a poner vigas y rieles en su sector, ellos lo impidieron, y con protestas impidieron que en ese lado de sus casas ubicaran los hierros.
En el puesto de salud
"Llevamos como 36 años acá. Yo estaba pequeñita. Imagínese el choque emocional tan fuerte. Uno con tanto tiempo acá y de un momento a otro que le digan que se tiene que ir. Quieren sacarnos dizque porque ahora sí viene el ferrocarril. Pero mire lo que pasó hace como 10 años, se llevaron a todas esas familias de allá arriba para otro lado y qué han hecho, nada. Si fuera que se viera el movimiento, la inversión y los avances, pero mire, solo dejaron eso deshabitado y no más. Las familias quedaron en unas cajas de fósforos, bajitas y pequeñas, contra las casas grandes de balcón que tenían, con árboles frutales y animales", dice Ángela Cristina Trujillo, quien vive con su tía Cristina Trujillo, con su abuelo, Cristobal Giraldo; y con su hijo, Brahyan Smith Heredia, en la casa o la sede de lo que fue en su momento el puesto de salud del Socorro, del antiguo Ferrovías.
En la entrada a esa casa campestre, un aviso en madera dice "El fin del afán", nombre que le dieron, después de montar en el lugar una zona de pesca recreativa. "El que llega aquí no se quiere ir y nosotros no queremos que nos desalojen", sostienen.
Antigua estación
Más adelante está Luis Alberto Macana, quien vive con su esposa, Rosmira López Calvo, en lo que antes era una estación del tren y donde se encontraban varios rieles. Hoy es una chatarrería.
Es un área cercana a los 120 metros cuadrados, de la que solo queda la estructura, con un escudo pintado en la pared de afuera que dice: "Símbolos heráldicos de La Felisa". Incluye imágenes del oro, de sus ríos y sus montañas, del ganado y también del tren, aunque ya no existe.
"Desde hace unos dos meses hay muchos rumores. Llegan unos y otros, toman fotos, suben drones, pero no nos dicen nada, por eso uno es como indeciso".
Al pie del río
Al llegar al final del recorrido de La Felisa, al río Maibá, varias personas sacan su sustento del río. Venden viajes de arena para La Merced, Filadelfia, Riosucio, Marmato, Supía, Anserma, Salamina, Quinchía y Guática (Risaralda), corregimientos como Bonafont (Riosucio) y municipios como Caramanta (Antioquia), entre otros. La labor se extiende desde las 6:00 a.m. hasta las 5:00 p.m.
Jhon Jario Velásquez, de la Asociación de Areneros Asofelisa, resalta que en ocasiones solo sacan un "viajecito" por $40 mil, dinero que se debe repartir para cuatro.
Esta explicación la da, para mostrar el impacto económico y social que han tenido en el municipio, y el desplazamiento de su hogar. "Ya nos movieron una vez, yo vivía detrás de esa peña", dice, mientras señala unos terrenos, al pie del río que hoy están enmallados, también con rieles y traviesas, y donde antes había casas de La Felisa.
"Nos reubicaron hace unos 10 años y salimos engañados. Antes teníamos los solares, las cocheras para tener un sustento adicional, pero ahora no hay forma siquiera de meter un pollo. Son casitas como de 12 metros por 5 de frente, mientras acá teníamos la casa, que era de bahareque, pero muy grande y el solar", comenta Jhon Jairo.
En Barrio nuevo
Con indignación los areneros muestran una estructura de unos 20 metros de longitud, sobre el río, y que reforzaron hace unos 12 años para que volviera a pasar el tren. Sin embargo, la obra también está abandonada. Nunca se terminó.
Al llegar a Barrio Nuevo, las quejas de las familias son iguales. "Teníamos una casa inmensa, eran como dos de estas", explica Miguel Ángel Moreno Blandón, hijo de Alba Diana, quien también fue reubicada hace por lo menos una década.
"Lo único que nos dieron fue una casa pequeña, con un lavaplatos, porque ni cocina es. Eso, a pesar de que teníamos una casa gigante, con árboles de aguacate, plátanos y yuca, de lo que yo vivía, pero nadie nos pagó por eso. Solo nos dijeron que nos debíamos venir para acá, y mire, para nada, porque en este tiempo no han hecho nada. Dónde está el tren", se pregunta Marta Lucía Ríos Álvarez. Y remata: "¿Qué saben ustedes, porque todos los que hoy siguen al pie de los rieles, lo único que tienen claro es que los piensan sacar, aunque el tren sigue lejos?...", lamenta.
¿En qué va el tren?
* La Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) llegó a un acuerdo en el 2017 con Tren de Occidente por $120 mil millones para recuperar la conectividad del corredor férreo del Pacífico, que conecta a Zaragoza (Valle del Cauca) con la zona franca de Pereira.
* La conciliación permitió incluir las variantes de Cartago (16,3 km), Caimalito (3,3 km) y la recuperación de 10,6 km de vía férrea existente. La conciliación con el antiguo concesionario de la vía férrea incluye un extenso viaducto sobre el humedal Flor de Damas, y el puente sobre el río La Vieja de 84 metros.
* Los otros 16 kilómetros, entre la variante Cartago y Caimalito, corregimiento de Pereira, para llegar hasta la zona franca de este municipio ya se construyeron.
* Sobre su arribo a Caldas, Tren de Occidente sostuvo que no hace parte del contrato. La ANI reestructura el proyecto para revivir el corredor férreo. Sin embargo, no hay ningún avance.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015