LA PATRIA | MANIZALES
Señaladas de homicidio culposo, cinco personas se enfrentan desde ayer a la justicia como posibles responsables de la muerte de 15 mineros, el 13 de mayo del 2015, en el sector El Playón, de Riosucio, 100 metros adelante del Túnel de Irra, en la vía a La Felisa.
Se escucharon los interrogatorios de cuatro personas (2 mineros), citadas por la Fiscalía Caldas. El juicio seguirá hoy con otros dos testigos del ente acusador y se extenderá toda la semana.
Hugo Mario Cardona Acevedo, ingeniero electricista de la Universidad Nacional, quien labora en la Chec hace 34 años, contó que ese 13 de mayo recibió una llamada de Jesús Navarreto, quien le notificó de una falta de energía en esa zona de Riosucio, que había personas atrapadas en una mina inundada y que necesitaban del servicio de luz para sacarlas.
Anotó que su empresa sí sabía de la existencia de esas minas y que les generaban pérdidas por actividad ilegal, pues se conectaban a la energía de manera fraudulenta.
“Poseían instalaciones sulfatadas, no usaban cinta aislante, había cables expuestos, conexiones a la interperie y en mal estado. Cables en contacto con agua. Esa situación, cuando hay defraudación de fluidos (sin matrícula), se da a conocer a la autoridad, en este caso, las alcaldías. Instauramos las demandas por servicios no legalizados”. Aclaró que ese servicio no se legaliza cuando no se cuenta con título minero.
“Uno suspende, ellos reconectan, montan transformadores fraudulentos. No hubo desconexiones allá porque era complicado con esas personas y por la seguridad de funcionarios. La hipótesis que tenemos es que cuando se inundó la mina, por deficiencia en redes y conexiones malas, se dio un corto de energía y se quemó un fusible. El técnico fue al lugar y encontró un fusible diferente al que usa la Chec”.
El geólogo William Albeiro Lozano Clavijo, de la Agencia Nacional Minera, aclaró que ellos no investigaron porque solo pueden hacerlo en minas con títulos.
Su conclusión como profesional es que los muchachos rompieron el cauce del río y el agua se les metió. No tenían orientación topográfica que indicara que eso podía pasar. Debían tener planos. Además, los cúbicos no cumplían con el metraje exigido. En una ocasión se le dio orden de cierre a toda esa zona, pero es competencia de alcaldes hacerlo. La Agencia no tiene esa facultad”.
Alexánder Antonio Arias laboraba en la mina siniestrada, pero el día de la tragedia se enfermó y pidió permiso para no ir. Perdió a un primo en esa inundación.
“Éramos como 16 trabajadores. Llegué allí porque supe que don Leo, el de Irra, estaba dando trabajo en una mina. Era picador. Nos pagaban al otro día, a todos por igual, dependiendo del oro que se sacara. Había días de $400 mil. No teníamos ni seguro, ni nada de eso. Laborábamos muy pegados al río”.
Contó que un sobreviviente le dijo que cuando menos pensaron entró un chorro de agua y dos que se salvaron alcanzaron a subir por los anillos. “Nunca fuimos capacitados, esto es de experiencia. Nadie nos obligaba a entrar allá. Medíamos el ruido del río para saber cómo iba”, explicó.
El cuarto interrogado fue otro minero que laboró allí.
Carlos Valdés, director nacional de Medicina Legal en ese entonces, dijo que la necropsia determinó que los mineros fallecieron por hipoxia, es decir, falta de oxígeno en la sangre, lo que se produce por asfixia o ahogamiento. Unos tenían trauma toráxico y craneano y, otros, trauma severo cervical, quizá por la caída de algún muro.
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