Fotos | Martha Elena Monroy | LA PATRIA
Aleyda Henao cuida a su hijo recién nacido, mientras otro hijo se divierte en medio del agua con la que conviven cada que llueve. En Portón del Guamo sus moradores no solo sufren por la estrechez.
LA PATRIA | MANIZALES
Lo primero que hizo Yolanda López hace dos años, cuando llegó al barrio Altos de Santa Ana, fue regalar el armario porque no le cabía en la casa. Desde entonces, no se atreve a comprar nada porque el espacio es mínimo.
El patio de la vivienda es la calle y cuando llega una visita toca desbaratar el comedor para poner una colchoneta. "Si pongo una mesa, dónde instalo el televisor; si muevo la cama, dónde acomodo el nochero, mejor dicho, la estrechez es horrible, pero no hay más", dice entre risas.
Ella; su esposo, Luis Alfonso López, y su hijo, Julián David, siempre han vivido en la Ciudadela del Norte. Les toca acomodarse a la fuerza en casas pequeñas porque el bolsillo no alcanza para pagar arriendo en viviendas más grandes. Cancelan $200 mil con facturas incluidas.
La propiedad cuenta con una sala donde escasamente se pueden poner tres sillas con el equipo de sonido, una habitación con una cama y un comedor, otra habitación principal y el patio que se convirtió en cocina. El sanitario está en un cuarto pequeño y la ducha en otro, a la entrada de la casa.
El anhelo de esta familia es tener casa propia para comprar enseres sin pensar en el espacio. Luis Alfonso tiene un ahorro programado con el que esperan comenzar a edificar sus sueños. Por el momento, el dueño de la casa comenzó desde hace cuatro meses a construir dos plantas más con la intención de habitarlas. Esta es la opción que tienen quienes piensan vivir más cómodos.
"Nos salieron tumbando con estas casas, nos prometieron de 50 metros y son 10 metros menos. Tocó demandar y la esperanza es que reconozcan algo para hacer la segunda planta", expresa Claribel Marín Zapata.
Ella y 11 familiares más, de los cuales ocho son menores de edad, llegaron hace siete años a la III etapa de San Sebastián, al frente de los apartamentos. La casa la construyó la Caja de la Vivienda Popular, pero aún están inconformes con lo que les entregaron, incluso tienen que poner la ropa en el techo porque el patio también se convirtió en cocina.
Hasta el mes pasado en la casa vivían 15 personas, pero tres partieron. Claribel dice en tono jocoso que por las noches el único espacio solo es la sala porque en las dos habitaciones tratan de acomodarse para dormir, por ejemplo, en un camarote duermen hasta ocho.
"Vivíamos en Solferino, pero logramos conseguir la casita. Uno quisiera más, pero las ilusiones se quedan en eso".
En los apartamentos de San Sebastián de Betania la estrechez no es ajena a las familias, hay personas que dicen haber tenido que salir de muchas de sus pertenencias, pero que por fortuna están en una casa de material y lejos de los riesgos de zonas como Galán, Marmato, 20 de Julio y Bajo Andes.
La ostensible reducción de espacios ha sido el "golpe" más fuerte, aunque no hablan en términos de desarraigo, pues sostienen que fue positivo pasar de zonas de alto riesgo a un lugar estable que los deja dormir tranquilos.
El tiempo entre septiembre y diciembre de 2010 ha sido el más duro, porque apenas se estaban acostumbrando a vivir en apartamentos. Cada familia paga al mes una cuota de $2 mil para el aseo de las zonas comunes en los bloques, estucar algunas paredes, pintar o reparar daños.
Sin embargo, para otros, la falta de espacio ha significado tener que dividir la familia, que acude a la posada de otros miembros. Medidas más desesperadas como el alquiler de apartamentos o de casas también se ve en la Ciudadela del Norte, donde los damnificados no encuentran, en algunos casos, satisfacción por lo pequeño de las viviendas.
Cuando Aleyda Henao López supo hace cinco años que una familia española la apadrinó para tener vivienda en el Portón del Guamo la vida le cambió. Sin embargo, los días en la propiedad que le entregó la Caja de la Vivienda Popular se convirtieron en una tortura por culpa del agua que ingresa por cualquier rincón de la casa.
La mujer permanece con sus cinco hijos, uno de ellos de tres meses, porque su esposo trabaja en una finca. "Bomberos ha venido dos veces, pero no pasa nada, dicen que tengo que conseguir quién arregle la casa. Lo malo es que en la Caja sabían de los problemas, pero entregaron la vivienda en verano para disimular", señala Aleyda.
La situación es tan delicada que un hijo tuvo parálisis facial debido a la humedad. Para completar, esta familia es una de las 391 de este barrio y de Altos de Santa Ana que deben ser indemnizadas por haberles entregado casas más pequeñas.
A los afectados les vendieron apartamentos de 42 metros cuadrados y les entregaron casas de 30 metros. El Juzgado Primero Administrativo resolvió el 30 de junio del 2009 una acción de grupo para que les reconocieran los perjuicios. El Juez condenó a las partes a pagar $2 mil 87 millones.
No obstante, la constructora MIV y la Caja de la Vivienda impugnaron esa decisión, y el Tribunal de lo Contencioso Administrativo de Caldas confirmó el 11 de febrero del 2010 el fallo que obligaba cancelarles a los beneficiarios $417 millones 444 mil 112, pagaderos por mitades. Esta situación llevó al abogado Julio Restrepo Morales, representante de las familias, a solicitar revisión del fallo en el Consejo de Estado, que ratificó la decisión. Las familias esperan que les den la plata, según el abogado.
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apartamentos más se entregarán en junio de este año en la IV etapa de San Sebastián de Betania. La proyección es construir 1.104, de los cuales faltan 820, según la Caja de la Vivienda Popular.
Desde 2009 hasta el 29 de febrero de este año:
- 77 casas se han construido y 150 apartamentos en San Sebastián de Betania.
- 82 viviendas usadas se han adquirido con los subsidios de la Alcaldía y la Nación.
- 109 mejoramientos de vivienda se han hecho en la Comuna.
* Fuente: Liliana Chica, líder de trabajo social de la Caja de la Vivienda Popular.
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LA PATRIA | MANIZALES
A las 6:00 de la mañana es común ver "ríos" de gente caminando por la avenida del Guamo para salir a la avenida Kevin Ángel. Tránsito Roso, que vivía en La Playita y ahora habita en Samaria, es de las que madruga para llegar a su trabajo. Según ella hacen falta más vehículos de transporte público con ruta a La Enea y Maltería "porque son muchos los que viven en la Comuna y trabajan en esos sectores" y a quienes les toca caminar.
Si bien la oferta de transporte es nutrida, a juzgar por las rutas de Cosmobús al centro, Sideral a Villamaría, Metrocafé a la Galería y Autolegal a La Enea y Maltería, entre otras, se queda corta en algunos casos. Y eso que barrios como La Carola y Altos de Granada tienen menos rutas.
Para Claudia Liliana Valencia siempre ha sido bueno el servicio de transporte, y no ha influido la llegada de más personas a la Comuna, aunque coincidió en que faltan rutas. Ella vive en Bosques del Norte, donde también fluyen "ríos" de estudiantes a pie que se dirigen a la institución educativa del barrio.
En otros barrios, como Villahermosa y Solferino, hay zonas sin andenes o si los hay son muy angostos, especialmente en las pendientes. En horas pico los paraderos también se ven repletos. "Aunque uno vive intranquilo para andar por ahí por la gente que roba", expresó Lucila Osorio, con apenas lleva dos meses en el sector.
Los taxis se ven con bastante frecuencia, aunque como indicó una habitante de Solferino, "a veces no se consiguen carreras para acá por la inseguridad".
Lo que se observó en los recorridos de LA PATRIA, durante tres días y en tres momentos diferentes (6:00 de la mañana, 4:00 de la tarde y 7:00 de la noche), es que los taxis ofrecen el servicio de colectivo para transportar a las personas a sus destinos de trabajo.
Martha Valencia, que lleva 14 años en Bosques del Norte, suele coger taxi para ir hasta el Parque Caldas, adonde dijo que también se desplazan las personas que la acompañan. El 16 de este mes, que fue viernes, ella y tres más abordaron un vehículo a las 6:45 de la mañana, señalaron que llevaban por lo menos 20 minutos esperando un Cosmobús. "Claro que afecta la llegada de más persona a la Comuna, los buses pasan llenos y siguen derecho", sostuvo la mujer.
Para quienes llegan nuevos al barrio el problema es otro. Al menos Leidy Tatiana Londoño, que ajustó ocho meses en El Caribe, casi siempre opta por el taxi colectivo por temor a que le roben en el Cosmobús. "No me han atracado ahí, pero me han contado varios casos". Opinó que la oferta de rutas es buena, pero que algunas busetas son muy lentas para pasar y eso también la motiva a coger taxi. Ella proviene de Maltería, donde resultó damnificada por el invierno.
Se podría decir que los habitantes de la Ciudadela del Norte que pueden viajar en Cosmobús corren con suerte, pues los lleva directo al Centro de la ciudad, diferente a quienes les toca bajarse en la avenida del Centro. Sin embargo, también deben apretujarse como salchichas en lata, más que todo en horas pico.
"El Cosmobús se demora mucho para pasar, a veces lo he tenido que esperar hasta 45 minutos", relató Claudia Patricia López, que completó 30 años en Solferino. Dijo que antes, cuando había menos gente, eran suficientes los buses que por allí circulaban.
Para algunos no les sirve la hora en que ese vehículo empieza a transitar en la mañana desde el control, en San Sebastián. José Perdomo, que vive en los apartamentos de ese barrio, sale todos los días a las 5:00 de la mañana, y le toca coger taxi con otros vecinos porque a esa hora no hay transporte, luego se baja una cuadra después de la Alcaldía de Manizales y camina una media hora hasta la Estación Uribe, por donde trabaja. Hasta ahí gasta $1.300. En la tarde se desplaza en buseta hasta la estación de servicio San Antonio y en Mercaldas del centro aborda el Cosmobús para regresar a casa. Desembolsa $2.550 más.
Antes vivía en la Comuna San José, adonde llegó evacuado de otro sector de la ciudad por grietas en su vivienda. Casi nunca tenía que pagar taxi. "El transporte de acá (Ciudadela del Norte) es bueno, pero hacen falta rutas al Alto Tablazo y Villa Pilar", opina su hija, Mary Luz.
La presencia del Cosmobús también deteriora las vías, según el líder comunitario Germán Molina. Otros dijeron que por el mal estado de las calles se demora el transporte público para avanzar, lo que también afecta la movilidad.
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