Una Feria de enseñanzas: Alegría, arte, técnica y desilusión

Por Garapullo

Las temporadas taurinas no son iguales. Las corridas de toros no son copias. Las faenas dentro de una corrida son disimiles. El comportamiento de los toros no es idéntico. Los matadores tienen diversa forma de estar en la plaza. El mismo torero actúa de diferente manera en una corrida. Los subalternos no son repetibles en su trajín torero. Quienes dirigen un festejo y conceden trofeos tiene distintas formas de actuar. Finalmente el entorno de una plaza de toros con más o menos aficionados siempre será distinto.

Lo anterior es fácil de apreciarlo si se dedican unos minutos a la observación y al análisis de cada festejo. Una corrida de toros por lo tanto es irrepetible en toda la extensión de la palabra y de la comprensión del concepto taurino.

La Feria Taurina de Manizales que acaba de terminar ha sido diferente en muchos aspectos, si se analiza todo el serial desde la primera Feria. Cada una es recordada por especiales eventos o simplemente olvidada porque la memoria es débil o no hubo nada para destacar, en la consideración de los aficionados. Pero hay que recordar que toda faena deja una enseñanza, positiva o negativa.

La historia de la Feria de Manizales ha sido relatada por diversos taurinos y periodistas que han vivido los acontecimientos que se han sucedido alrededor de una o muchas corridas. Por eso es atrevido decir que por primera vez ha sucedido un hecho cuyos antecedentes se pierden en la distancia.

De la memoria

Indudablemente la Feria de Manizales ha tenido capítulos de verdadera conmoción que la mayoría de los aficionados que los presenciaron recuerdan detalles y disfrutan cuando pueden retomar la memoria visual de los acontecimientos presenciados o simplemente recordar las crónicas escritas, radiales o televisivas de hechos que se guardan como recuerdo imperecedero.

No hay aficionado manizaleño o visitante que habiendo visto faenas como las de Paco Camino, El Niño de la Capea, Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín, Juan Mora, Manuel Caballero, Pepe Cáceres, Guillermo Perlaruiz, José Arcila, Andrés de los Ríos, Pablo Hermoso de Mendoza, Curro Romero, Enrique Ponce, Julián López y tantos otros, no haga rememoración para comparar con la última Feria.

Manizales desde hace muchos años es la primera ciudad taurina de Colombia y ocupa un importante espacio en el contexto taurino americano. Manizales tiene tradición taurina casi desde su fundación y así es demostrado a través de la historia verídica de la ciudad.

Los siete festejos que acaban de realizarse en la Plaza de Toros de Manizales, Monumental, son el reflejo de la importancia del acontecer taurino de la ciudad. Desde el anuncio de la apertura de los procesos de abonos hasta la última corrida se encontró una ilusión de volver a presenciar algo que podría superar lo sucedido en 64 temporadas anteriores.

Una a una

La novillada es un preámbulo de Feria que proporciona la oportunidad de presenciar un evento al alcance de aficionados que no pueden sufragar el costo de otros festejos en la Feria. Los niños son el mejor marco para demostrar que los seres humanos tienen sensibilidad y que desean que sus pequeños comiencen a aprender y gustar del maravilloso encuentro entre un novillero y un novillo. En este caso la oportunidad fue importante para los novilleros, los peones y el ganadero. Diego San Román merece el regreso.

La primera corrida de Feria dejó establecido el camino difícil que deben soportar los toreros para llegar a convertirse en figuras reconocidas porque con el solo hecho de vestirse de luces indica su gran afición por lograr paso a paso un futuro próspero dentro del mundo interior y exterior que lo va a acompañar según sea su tenacidad. Luis Miguel Castrillón, Joaquín Galdós y Juan de Castilla, los tres con otros toros.

La segunda corrida fue un verdadero deleite, no esperado por los aficionados y que llevó a la cima al ganadero y a los alternantes. En tauromaquia hay sorpresas, no todo ha estado calculado rígidamente y en este festejo se abrieron los abanicos del ensueño de una corrida que admiraron todos. La majestad de Manuel Jesús, El Cid, sus lances un concierto de belleza plástica. Román Collado, regreso asegurado y Sebastián Hernández camino promisorio.

La tercera corrida dejó ver a un Sebastián Castella, por el que Manizales delira, en otro concierto sobre todo con el toro Barco de Las Ventas, al cual le cortó las dos orejas. Un Castella diferente oscilando entre técnica y arte. Indudablemente la conjunción de Manizales y Castella refrendó el cartel de este torero de las Ferias de Manizales.

Como siempre el Festival produce ensoñación. Primero con el desfile de la Macarena y luego con las actuaciones de los toreros que han ofrecido su tauromaquia en bien del Hospital Infantil. En esta noche la solidaridad no desbordó los acontecimientos del ruedo. Cada hecho en su lugar. Desde el primer festival hasta el último la devoción deja paso a la emoción. José Arcila renovado y por encima, listo para una corrida.

La quinta corrida fue un continuo penar en donde la maestría fue subyugada por el toro y este no tuvo la calidad que merecía la Plaza de Manizales. Una corrida que había despertado uno de los mayores intereses de la temporada por quienes habían entrado en el cartel. Luis Bolívar, superior como en su mejor momento. Ovación merecida a Enrique Ponce.

La última corrida, un festejo controversial desde que se anunció, dejó la confirmación de un torero como Julián López El Juli con enorme voluntad, una técnica envidiable, un arte existente, pero apenas insinuado y unos toros que no tuvieron la brillantez general de otros festejos, pero que indudablemente demostraron dos de ellos el valor de la ganadería manizaleña. Para El Juli, Manizales siempre será su Plaza.

De excepción

Los trofeos tradicionales de Manizales: La réplica de la Catedral y el Voceador de Prensa de LA PATRIA, fueron adjudicados a Sebastián Castella. Es imposible controvertir plenamente a los jurados por sus decisiones, pero queda en el recuerdo de la Feria la faena de El Cid que se inició, un hecho inédito, al haber sido ordenado el pasodoble Feria de Manizales. El Cid y los aficionados compartieron corazones.

Mención excepcional para el encierro de Santa Bárbara de Carlos Barbero, quien fue galardonado como el mejor de la temporada. No hay lugar a discusión en trapío y comportamiento. Seis de seis, mejor imposible.

Manizales debe sentirse orgullosa de contar con un peón de brega y banderillero como Emerson Pineda que demostró a lo largo de la temporada valores personales y técnicos que lo hacen destacarse como el mejor de la Feria.

El retiro sentido de Wilson Chaparro, El Piña, no es óbice para mencionar varias actuaciones como cachetero que produjeron reacciones de protesta en la Plaza, al fallar reiteradamente con su instrumento. Es hora de que Manizales adopte un instrumento empleado por la Casa Gutiérrez, utilizado en Toros y Ciudad, para cuando el toro ha caído.

En muchos pasajes de la lidia de los toros, sobre todo en banderillas y al quitar el toro al caballo, hubo exceso de capotazos que finalmente están en contra de la lidia que el torero iniciará en instantes siguientes.

La Presidencia de la Plaza y sus asesores de Palco, como siempre estuvieron en doctas y honradas personas. Sin embargo, hay momentos en medio de la subjetividad que no hay una línea de conducta permanente dentro de una temporada. El presidente otorga o niega trofeos y no tiene que dar explicaciones porque tiene el reglamento y la potestad de interpretarlo.

No hubo llenos completos en la Plaza como en otras temporadas pero sí hubo regularidad en la presencia de aficionados. Tardes con más de tres cuartos de entrada y otras casi llenas. Un festival sin lleno. Pero el público se divirtió de principio a fin y eso es lo importante y lo que plantea la continuación de la fiesta brava.