Fernando-Alonso Ramírez | LA PATRIA|Manizales
Solicitación en confesión es el libro rojo de la colección de cuento erótico ilustrado para adultos de la Universidad de Caldas. Es rojo de carátula, pero también por el tono del cuento en el que una pecadora, al mejor estilo de las Hinojosa, no deja sin pecado sotana que se le atraviese.
Así es la literatura de Philip Potdevin, el autor caleño que presentó en Manizales en la Feria del Libro de la Universidad de Caldas, la colección en la que también aparecen cuentos de los autores manizaleños Octavio Escobar Giraldo y Jaime Echeverri.
Lo erótico es la experticia de Potdevin; él se ríe, pues tiene el don del humor y del erotismo y de hacer funcionar la combinación explosiva de estos dos elementos, toda una proeza en asuntos de las letras. Le indagamos sobre ese conocimiento para que aprendamos un poco más de cómo es que se aborda la literatura erótica.
Sonrisas
¿Con ese apellido sí le creen que es colombiano?
No, no, no, no. A veces me dicen: pero oiga, usted habla español muy bien. Yo digo, aún tengo un poquito de acento (risas). Soy caleño, soy colombiano, soy tercera generación.
Contó que a veces tiene que pedir cédula a sus alumnos para que puedan entrar a su clase. ¿No lo han acusado de corrupción de menores?
Siempre pregunté en la universidad si podía dictar la materia de creación de narrativa erótica, porque sé que algunos muchachos entran a la universidad siendo menores de edad. Y me dijeron: usted lo puede hacer, tenga cuidado de no generar ningún tipo de situación inconveniente, y soy muy cuidadoso. Hoy en día los muchachos comienzan su vida erótica desde muy temprano también, o sea que no hay problema.
¿Cómo enseñar a escribir sobre el erotismo a muchachos, que así empiecen su vida sexual muy temprano, aún les falta mucho por vivir?
La metodología que utilizo es que lean mucha literatura erótica, desde la más antigua hasta nuestra época. Hay que empaparse de cómo se ha abordado el erotismo, que es tan antiguo como el ser humano para que tengan referentes. Para que el erotismo se dé en la literatura tiene que haber unas claves, unos secretos:
Una prohibición: sea legal, moral, religiosa, algo que no esté permitido que ocurra.
Una transgresión: una violación de esa prohibición y se da a través del deseo de querer incurrir en esa transgresión que siempre tiene un atractivo, de qué puedo sentir si lo logro. Esa es parte de la fundamentación del erotismo.
Hay fuerzas que se oponen: la vida y la muerte, lo sagrado y lo profano, lo permitido y lo ilícito, lo masculino y lo femenino, lo público y lo privado. Hay por lo menos 50 tipos de oposiciones.
Que incorporen en su proceso creativo, no solo lo que leen, lo que desean, sino su experiencia y, por supuesto, tienen muchas historias que contar.
- Usted en su literatura tiene la habilidad de combinar el humor y lo erótico, que no es fácil. ¿Eso lo trabajó, le surgió, es parte de su caleñidad?
Nunca me había hecho esa pregunta. Lo primero, es la capacidad de uno poderse reír de sí mismo, burlarse de las propias situaciones y a partir de eso trabajar el humor. Pienso que se puede escribir literatura muy seria con muy buen sentido del humor sin caer en lo chabacano, en lo obsceno y creo que me sale. Y cuando leo esa combinación y veo que está bien hecha, me gusta muchísimo. Un autor que lo hace muy bien es Guillermo Cabrera Infante, el novelista cubano. Tiene un libro magnífico, La Habana para un infante difunto, en el que cuenta su iniciación sexual en los años 50, y todos los encuentros con sus amantes, novias, mujeres menores, mayores. Lo hace con una picardía y un humor maravilloso.
Un desafío
- ¿En este mundo hedonista, en el que todo parece permitido, es más difícil hacer literatura erótica o no?
Más que el hedonismo, en esta sociedad moderna en que todo es explícito, todo está permitido, hay una sobreoferta de estímulos, con dos clics podemos acceder a literatura o videos porno, a imágenes explícitas, donde en cine o en la televisión hay esa veneración de lo explícito. Todo mundo abre su vida, su intimidad y lo pone al acceso de todos. Eso va en contravía de lo erótico, que es ese deseo de hacer algo no permitido. Eso les genera un desafío mayor a los autores para seguir atrapando al lector, sin caer en lo pornográfico. Y si la pregunta que sigue es ¿dónde está la línea?, yo no lo puedo definir. Es un continuo, un rango que va entre la sublimación del amor hasta la pornografía más explícita. Entre esos dos polos me puedo mover, porque es un rango muy amplio y hay lectores para todo, espectadores para las películas más atrevidas y para las más rosas o inocentes.
- Alguien que quiera leer literatura erótica de calidad, que no esté acostumbrado, ¿por dónde empezar?
Tengo unos autores favoritos de la literatura clásica, la poetisa griega Safo de Lesbos, el poeta romano Catulo, El Satiricón de Petronio, El Decamerón de Bocaccio, obviamente el marqués de Sade, que a pesar de ser un autor que muestra toda la vileza y todas las exageraciones y desviaciones del ser humano, lo hace con arte, con maestría, con literatura, por eso hoy en día lo seguimos leyendo y no se leen otros autores que trataron de escribir cosas eróticas, pero no tenían la calidad artística de Sade. La literatura del siglo XX y del siglo XXI está llena de erotismo en algunos fragmentos o en las obras completas, pero entonces lo que recomiendo es que se lea mucho.
Tres pecados capitales
El escritor Philip Potdevin, como buen maestro de literatura erótica, compartió los tres pecados capitales más comunes de quienes intentan acometer esta clase de escritura:
1. Tratar de describir las partes del cuerpo con nombres anatómicos, utilizar la palabra pene, vagina, vulva es lo más antierótico que se puede hacer. Les digo a mis alumnos que busquen metáforas, busquen en su creatividad cómo llamar esas partes del cuerpo sin utilizar los nombres de la anatomía de un curso de medicina.
2. Terminar las escenas con el clímax de la pareja o de alguna de las dos personas de la relación, es un abordaje muy machista, que después del clímax se acaba todo y dejar a la otra pareja insatisfecha. Hay que dejar no en el clímax, sino en lo que pasa después de la escena y lograr sostener la tensión.
3. Los temas que tienden a repetirse y se leen en muchos cuentos, como una persona que se enamora de otra del sexo opuesto y la va seduciendo y cuando se llega la hora de la verdad se da cuenta de que esa otra persona era de su mismo sexo. Ese se volvió lugar común, porque se volvió trillado.
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