MARTHA LUCÍA GÓMEZ
LA PATRIA | MANIZALES
La tendencia en los últimos 15 años es que el padre tiene que ser amigo de sus hijos, y no lo puede ser, en el sentido de llegar a ser el "parcero", el que les fomenta y les acolita todas sus actuaciones porque se pierde el principio de autoridad, que se debe mantener siempre y está basado en normas, leyes, principios y valores. Es el padre el que debe dar ejemplo al hijo, como el maestro a su discípulo, de cómo es que se viven en la cotidianidad los valores, los principios, las reglas. El amigo no tiene la posibilidad de ser el ejemplo, el guía, la figura de identificación que tiene el padre. Los hijos empiezan a moldear su personalidad con base en las figuras primarias de identificación, que son papá y mamá. En otras palabras, los primeros ídolos y héroes que tiene el niño en su formación son los padres. El colegio es un complemento a la educación que el niño está recibiendo en la casa. La autoridad es el respeto que un padre se gana por el ejemplo que está dando, porque es un primer maestro.
Una cosa es el consumo social y otra el consumo continuo. Lo que se le debe inculcar al hijo es cómo tomar licor y en qué condiciones consumirlo, para que sin pasar por conservadores o puritanos el hijo aprenda a manejar el alcohol, el cigarrillo, las drogas. Que a partir de la educación que se dio desde la primera infancia y sigue en la adolescencia, el hijo aprenda a tener criterio, carácter y argumentos para tomar posiciones frente a las situaciones nocivas que les presenta el mundo. Esto se empieza a formar y a fomentar desde la primera infancia y empieza a dar sus frutos en la adolescencia.
Tanto con hijas como con hijos, lo que un padre debe hacer es que son ellos los que van dando la pauta de cuándo y qué quieren saber acerca del sexo. Lo más importante es que se les respondan las curiosidades y los interrogantes que tengan, tal y como ellos los plantean, pero no pretender que por temor a quedarse cortos se evada la responsabilidad de brindar una educación sexual, pero tampoco aprovechar cualquier pregunta que hagan para desbordarse en el tema sexual y darles una cátedra especializada de cosas que no están preguntando.
Cuando la curiosidad se presenta en los hijos, se debe abordar de la manera más natural; es decir, como hablar del Volcán Nevado del Ruiz, de los días secos o lluviosos. El tema lo deben tratar ambos padres, en pareja, es un error pensar que los temas de hombres los debe hablar el papá con el hijo, y los de mujeres, la mamá con la hija.
Para que los hijos aprendan el valor del dinero y de las cosas hay que hacerles entender que todo se consigue con esfuerzo; con sacrificio, en algunos casos, y con mucho trabajo. Es decir, que para que una persona pueda gozar del dinero o de cualquier situación necesita pasar por un filtro que se llama educación, esfuerzo; algo así como, "se lo tiene que ganar", es decir, que con el cumplimiento de unos deberes ya sea familiares, escolares, laborales (para los hijos más grandes que estudian y trabajan) pueden poder gozar de sus derechos, en este caso de un salario o de un objeto material.
Se ha pensado que lo importante es la calidad del tiempo, pero no la cantidad porque los padres y las madres están muy ocupados, pero eso es una mentira que los mismos padres se están metiendo. Importa tanto la cantidad como la calidad. Muchas veces los papás, para quitarse las culpas y los miedos morales, dicen que lo importante es la calidad del tiempo que se les dedica a los hijos. Lo que pasa es que los papás necesitan ser más organizados con el tiempo, en especial los que mal uso de él, y eso lo pagan los hijos. Son papás que se llevan obligaciones laborales para la casa, salen a las 11:00 de la noche del trabajo, tienen que ir a la oficina los sábados. Para el adecuado manejo del tiempo, los padres en el trabajo deben dedicarse estrictamente a lo esencial, no perder tiempo en el chat ni el correo electrónico leyendo chistes, no perder tiempo con el blackberry ni con el iphone comunicándose permanentemente con los amigos. De las ocho horas laborales, actualmente en Colombia, se pierde por cada trabajador aproximadamente tres horas diarias, por estar en estas actividades. Los medios de comunicación así como son una herramienta utilísima para facilitar el trabajo de las personas, también se han convertido en su peor enemigo para el manejo adecuado y efectivo del tiempo.
No es lo mismo ser amigo de los hijos a ser un padre amistoso. Siendo padre debe ser amistoso, pero sin perder el rol de papá. La delicada línea se pierde cuando el padre renuncia a su papel inicial, que es inculcar reglas y hacerlas cumplir, ese es el límite. Mientras no se pierda el principio de autoridad, un padre puede "parrandiar" con sus hijos o hacer cualquier cosa con ellos.
El castigo viene cuando se incumple la norma, cuando se renuncia a cumplir con los deberes, pero no solo en la relación padre e hijo, igual sucede en otros espacios, pues la cultura funciona a partir de deberes y derechos: si se incumple con las responsabilidades laborales, hay un despido, ese es el castigo.
Igual en la casa, si los padres ya definieron reglas y normas qué cumplir, el castigo viene cuando estas se incumplen. En la primera y segunda infancia las reglas las instauran los padres exclusivamente, pero cuando los hijos ya son adolescentes y jóvenes se permite negociar pequeñas cosas, pero no la norma en sí misma, esta se mantiene por la autoridad de papá y mamá.
El castigo físico es una corriente psicológica respetable y sigue vigente, lo que pasa es que se suele confundir el castigo con la violencia física. A veces puede ser más violenta una mirada agresiva, con odio y con rencor, que tres palmaditas con educación. La mayoría de papás castigan físicamente por desquitarse de los hijos, que es muy diferente a darles las mismas tres palmadas, cuerdos, no por desquite sino por educar. El hijo percibe la diferencia.
Todos los papás son celosos de los hijos, y mucho más de las hijas porque se está en una cultura machista en la que infortunadamente se tiene un amor objetual, de objeto: mi carro, mi casa, mi celular, mi esposa, mi hija. Lo que se recomienda es darse cuenta que ni los hijos ni la esposa son propiedad, hay que aprenderlos a amar en su libertad, que son por un ratico y que lo que se hace con la pareja es compartir el camino por un tiempo, algunos hasta que mueren y otros un poquito antes.
El consejo para los papás primíparos es que se gocen la paternidad, que se diviertan con sus hijos, especialmente cuando están pequeños porque son prestados y muy rápido se alejan.
Para los padres veteranos, que se gocen a sus nietos, porque la paternidad se prolonga con los nietos y es otra manera de volver a vivir una paternidad sin responsabilidades, mucho más lúdica.
El papel del padre no se separa, el que lo hace es el rol de pareja. Los padres separados deben entender y asumir su responsabilidad frente a los hijos. Es decir, que si bien son expareja no son expadres. El prefijo ex no existe para el rol de padre. Se sigue siéndolo aún después de la muerte. Lo más importante es que así la pareja esté junta o separada asuma el rol de padres y por lo tanto la educación que les den a los hijos.
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