CAROLINA GÓMEZ
LA PATRIA | VILLAMARÍA
Es mediodía en Villamaría, las calles se aglomeran de estudiantes que entran y salen de los colegios, calles transcurridas por jóvenes que llevan vidas normales.
Entre risas, juegos y charlas que ocupan varias cuadras se alcanza a divisar una gran reja que marca la entrada al colegio Santa Luisa de Marillac y oculta historias que no serán primera página en las portadas de periódicos o información principal de noticieros.
Una estudiante cruza las puertas de la institución. Irradia actitud alegre, tiene una sonrisa grande y deseos de saludar. Varias pequeñas estudiantes se acercan a ella en actitud cariñosa y la saludan .
Luz María Calderón, es una estudiante de primaria que tiene 37 años. "Digo que tengo 15 para que no me molesten, porque me pongo roja como un tomate", expresa con una sonrisa algo tímida mientras se dirige afanada a su salón de clase.
Está en quinto grado de primaria. Durante su nacimiento, Luz María sufrió un trauma craneoencefálico, por lo que tiene dificultades en su aprendizaje. Hace parte de las 40 estudiantes que incluye la institución para fomentar la igualdad educativa.
Lucha en el aula
Inicia la jornada, ella está lista para ayudar a su profesora con la disciplina. Con un carácter fuerte invita a sus compañeras, de edades promedio y normalidad académica, a hacer silencio para empezar con la oración del día. Comienzan las labores escolares y Luzma, como le dicen de cariño, busca rápidamente sus útiles escolares. A la 1:00 p.m. sus compañeras realizan distintas tareas, analizan, escriben, leen, practican y escuchan. Después olvidan a Luzma, puessus tareas asignadas se basan en escribir palabras de muestra, con poco significado.
En la sala de profesores algunos apoyan el proceso de Luzma y otros se limitan a darse por vencidos.
Ganas de aprender
Llega la hora del descanso. Luzma y sus amigas salen a recorrer las canchas y pasillos del colegio. Saca una gaseosa que trajo en una botella de Gatorade y afirma que la leche se la toma a la salida.
Es apasionada por los partidos de fútbol del Once Caldas, y cada vez que lo menciona, sus ojos parecen brillar más que el sol de mediodía. Llega el fin del descanso y se toma el tiempo para pasar por el salón de primero de primaria, en el que estuvo varios años. "Yo amo a mi profe", dice Luz María refiriéndose a María Marleny Serna, quien la acompaña y apoya durante el proceso escolar."Ha crecido en madurez y conocimientos, es muy inteligente y líder en su entorno", comenta Serna.
Toma asiento, pues parece no tener afán por volver a su aula. Saca un dibujo en un papel doblado que tenía en su bolsillo, junto a una gran cartuchera de útiles escolares. "La semana pasada lavé mi cartuchera y ya está sucia", comenta.
Tiene las uñas masticadas hasta casi la mitad de sus dedos, su risa nerviosa se le escapa cuando recuerda momentos o personas, aunque nunca concreta bien sus ideas y colorea como si nada hubiese sucedido.
Ama pintar, es su mundo de fantasía y color, donde expresa sus pensamientos."Cuando sea grande quiero ser pintora", afirma tranquila y confiada.
Su madre está en Estados Unidos. Vive con su hermana y su sobrina. Extraña a su mamá a cada instante y no puede evitar que se le escape una lágrima. "Ella me ve por el computador o me escribe cartas que a veces puedo tratar de leer".
Día tras día, recorre los pisos de su colegio con anhelo de aprender, pero son pocos los profesores que se dan cuenta, tal vez la educación no esté preparada para el gran reto de la inclusión.
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