LA PATRIA | MANIZALES
Fernando Cantor Amador falleció y su legado queda en sus familiares, amigos y estudiantes. Al sociólogo y profesor de la Universidad de Caldas lo despidieron ayer en el auditorio Tulio Gómez Estrada, en cámara ardiente durante la mañana, en compañía de su esposa, Adriana Cutiva.
Orlando Londoño, colega, recuerda que con él tenía una conexión especial por un autor: Hegel. "Trabajábamos con mucha pasión al filósofo alemán. Fernando tenía una forma de leer a Hegel y a Marx como una filosofía social.
Más allá de cualquier espíritu ideológico les permitía a sus estudiantes tener un pensamiento crítico, una perspectiva de la realidad social y de la vida. Era un hombre profundamente espiritual", relató.
El docente Cantor era egresado de la Universidad Nacional y magíster en sociología, fue vicerrector de Proyección Universitaria y actualmente enseñaba en el Departamento de Sociología y Antropología de la Facultad de Ciencias Jurídicas.
"Era un profesor fuerte y riguroso en el aula, maestro de la ironía y del humor negro, logró que sus alumnos formaron colectivos de interés social y de la investigación", expresó Orlando. Sus exequias se completan en Bogotá, a donde fue traslado ayer por sus familiares. Allá los acompañarán sus hijas, Ángela y Carolina.
Su clase
Simón Velásquez, comenta: "Cuando llegaba a clase primero bajaba persianas y después por una razón que nadie entendía movía el escritorio y se sentía el ruido. Siempre fue una persona muy peculiar".
Después saludaba: 'Buenos días, preguntas, inquietudes...' Con su voz grave que muchos imitábamos. Esperaba un rato las intervenciones y si nadie hablaba lo hacía solo y no paraba por dos horas.
Siempre nos exigió mucha autonomía, buscaba que desarrolláramos esa capacidad de análisis que debe tener un buen sociólogo. Nunca dio respuesta fácil, el que no leyera textos se jodía, casi nunca los explicaba porque esperaba que los estudiantes llegaran con preguntas".
Velásquez es estudiante de Sociología y acompañó a Cantor en las tutorías de clase. En unos memorias más lejanas están los testimonios de Francisco Castaño y Santiago Urrea, egresados del programa.
"Era como un espacio para que un estudiante contara lo que había vivido con un texto; eran discusiones, sarcasmos y muchos chistes. Tenía una forma muy respetuosa de tratar a los autores y eso era una riqueza en términos académicos", expresó Santiago.
Para Francisco esos momentos de estudio eran rigurosos. "Siempre debíamos leer y hablar en clase y si no lo hacíamos decía: pero diga algo, chino, cualquier cosa. Era un activista desde la academia, siempre fue muy crítico con la situación política de Colombia y estaba convencido de que la sociología era esencial para proteger los derechos de las personas más vulnerables y brindarles herramientas para que se defendieran del poder como lo hizo con los habitantes de San José".
Así lo definieron
Orlando Londoño, profesor
Espiritual.
Francisco Castaño, egresado
Activista académico.
Santiago Urrea, egresado
Sarcástico.
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