SOPHIA DAVIS
GRADO NOVENO
COLEGIO GEMELLI
La alarma me despertó de manera abrupta. Me sentí vacía y observada. ¿Qué me sucedía? Odio pensar de más. Lo ignoraré, pero algo me contradecía. ¿El viento? ¿una persona? ¿mi mente?
Por alguna extraña razón sentí que alguien me había hablado, no obstante, podía ser mi imaginación. Seguí mi día común y corriente. Entré al baño para cepillarme los dientes. Miré al espejo y grité, mi exaltación se sintió en toda la casa. ¿Qué me pasó? Mi reflejo era distinto, era alguien diferente, no me reconocía. ¿Quién era entonces?
Lentamente retrocedí hasta chocar con una mesa para después esconderme debajo de ella. Fui consumida por mis pensamientos y finalmente tragada por la angustia. Mis ojos se tornaron cristalinos, mi cuerpo se volvió inconsistente como una gelatina… no paraba de retorcerse.
No sabía qué hacer. Abrí mis ojos con la esperanza de encontrar una salida de este infierno, mientras las preguntas seguían retumbando en mi cabeza, pero lo único que logré fue empeorarlo todo. Al abrir mis ojos lo que encontré fue perturbador, fue algo indescriptible. ¿Qué acabo de ver? Las lágrimas empezaron a correr, creando pequeños caminos marcados en mi pálida piel.
Maldita sea, maldita sea. Quería gritar y huir muy lejos de ahí… simplemente desaparecer. Repentinamente esta presencia hizo que mi deseo se volviese realidad. El silencio, el frío y la oscuridad me rodearon, pero lo último que vi, hizo que me entumeciera del miedo y la duda. ¿Esa era yo?
En un solo momento la alarma sonó… ¿Qué pasaba? Un sentimiento de confusión me invadió. ¿Qué era? Olvidé el nombre de esta experiencia, tal vez era un deja vú, si, ese era su nombre… un suceso que se siente como si ya lo hubiese sido vivido.
Ingresé al baño y me quedé contemplando mi reflejo, había algo que no encajaba, algo demasiado misterioso. No supe que pensar al respecto, así que me retiré, pero apenas salí, vi a una chica muy parecida a mí. Me quedé inmóvil ante tal acontecimiento. Unos momentos después, levantó su cabeza y, con su mirada, me atravesó como una estaca. Sus ojos manifestaban desesperación, tormento, amargura y agonía. Estas emociones se anclaron a mí y me impulsaban a ayudarla.
Súbitamente, ella desapareció. Su espejismo se desvaneció cuando un rayo de sol pasó sobre ella, cuando la traspasó. Solo pasaron unos segundos para que la oscuridad me devorara por segunda vez.
El ensordecedor sonido de mi alarma volvió a despertarme de manera tosca. “MALDITA SEA”, grité. Mi voz rugió y llenó todos los espacios vacíos de mi casa. “Esta pesadilla me va a volver loca”, lo mencioné con un tono de intranquilidad.
Me quedé en mi cama recostada, esperando por el amanecer, para que los primeros rayos de luz acariciaran mis pecas; sin embargo, nada ocurrió, como lo suponía.
Me levanté lentamente, parecía como si me hubieran pisoteado y golpeado en la noche. En ese momento una mano tibia se posó en mi hombro y poco a poco, mi pesadez y dolor fueron desapareciendo, me sentía aliviada. Volteé mi cabeza y me quedé sin palabras. Era la chica que había visto antes, solo que esta vez descubrí que esa chica era yo. Era realmente igual a mí, ¿había sido yo todo el tiempo? Horrorizada me levanté de golpe y replicaba de forma interminable no, no, no, no, no…
¿Qué debo hacer? Pedía ayuda, clamaba por auxilio. Rápidamente ella reaccionó, agarrando mi muñeca. Tan pronto hizo eso, no fue la oscuridad quien me cubrió, no, esta vez fue la luz.
Pestañeé para aclarar mi vista. Noté una silueta en la distancia. Empecé a correr hacia su dirección, pero ahora no era solamente una figura, si no dos. Pronto, las figuras eran múltiples, infinitas. ¿Qué era esto? ¿En qué lugar me encontraba? El silencio era inquietante, no podía guardar compostura, no soportaba esta situación.
Decidí emprender un viaje sin rumbo, no sabía dónde estaba, así que simplemente quise caminar hasta encontrar una señal de retorno a mi hogar.
Caminaba y caminaba hasta que oí unos sollozos. Estos tenían un eco interminable… Reconocí de quien eran. Era la voz de mi madre. ¿Por qué ella?
“El golpe en su cabeza fue fatal señora, dudamos que su hija despierte del coma”.
“Es mi culpa, la dejé sola en casa... Nunca debí haber hecho eso”.
“No, tranquila, no fue su culpa, son cosas que de forma azarosa suelen suceder”.
Me di cuenta de que no fue solo un golpe en la cabeza el que hizo que me desmayara y tuviera una pesadilla. Ese golpe, ese resbalón, hizo que me sumergiera en un coma. Mi mente no estuvo reposando… era mi otra yo intentando despertarme, intentando sacarme de ese bucle infinito. No, no era una pesadilla… fueron todas mis caídas, mis diferentes realidades, eran mundos paralelos que emergieron de mi estado. Por eso habían tantas figuras, por eso habían tantas chicas exactamente iguales a mí. Ellas, eran yo en diferentes mundos, viviendo exactamente y sin terminar un eterno retorno hacía lo mismo.
De repente todo tenía sentido. Mi coma hizo posible la creación de otras realidades, tanto pasadas, como futuras…
Mis ojos se inundaron de tristeza y desesperación y grité como nunca lo había hecho: “mamá, no lo hagas, dame tiempo, dame otra oportunidad. Yo sigo ahí, no me hagas esto, sigo viva”. Mis lágrimas empezaron a salir sin ningún control, inundando completamente todas mis realidades, ahogando cualquier esperanza.
“Lo siento mi retoño, mi niña amada… espero que descanses finalmente” … Dijo mi madre y todo se tornó oscuro.
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