EN EL COLEGIO ADOLFO HOYOS DE MANIZALES
Andrés Rodelo
LA PATRIA | Manizales
Los 89 niños de la primaria del colegio Adolfo Hoyos, de la vereda Morrogacho, de Manizales, almuerzan hace dos semanas en la Junta de Acción Comunal del sector. Antes lo hacían en el restaurante escolar de la institución, en donde también se alimentan los 33 alumnos de décimo y undécimo del programa de Jornada Única. Sin embargo, la Secretaría de Educación de Manizales le advirtió al rector del plantel que no podían estar allí según la ley.
La Cooperativa de Empleados de la Seguridad Social de Caldas (Coodess) financia los almuerzos de la primaria y la Fundación Gota de Leche opera los recursos, iniciativa de alimentación al margen de la Jornada Única. “Las cooperativas invertimos el 20% de los excedentes, es decir, de las utilidades, en educación formal. Apoyamos la alimentación. Escogimos Morrogacho y el Liceo Mixto Sinaí porque no tienen Jornada Única”, indicó María Cielo Mejía, gerente de Coodess.
En el colegio lo agradecen. “Unos padres están desempleados, no tienen comida para darles en el hogar. Este almuerzo está bien proporcionado y les ayuda”, dijo Beatriz Eugenia López, madre de una estudiante de 9 años, quien está preocupada porque además los niños deben cruzar una calle para ir al colegio al terminar de comer. “Pasan muchas busetas para arriba y para abajo. Temo que los coja un carro”, apuntó.
La Fundación Nutrir cubre los almuerzos de la Jornada Única. Al percatarse de que dos operadores funcionaban en el mismo espacio, la Secretaría intervino. Hernando Ariel Arias, líder de cobertura del despacho, mencionó: “El documento de aspectos técnicos del Programa de Alimentación Escolar (PAE) indica: 'Garantizar que en una institución educativa (...) no existan dos operadores del servicio que realicen sus actividades de manera simultánea en el mismo lugar de preparación o de entrega de los alimentos”, y añadió que se hace para evitar la contaminación de la comida.
Hoy, los niños almuerzan hacinados en la Junta de Acción Comunal y los 33 alumnos de décimo y undécimo lo hacen en el restaurante, que tiene una capacidad para 150 personas. “La ley del PAE es muy delicada, porque hay comida de por medio. Nosotros de buena fe no podemos decir: 'compremos unas bicicletas para regalarles a los niños'. Eso se hace teniendo la ley en la mano y si se vulnera nos exponemos a una sanción”, añadió Arias.
Miguel Ángel Peña, ocho años: Me gusta almorzar aquí, pero me da miedo cruzar la calle. Es muy peligroso.
Andreu Barbosa, doce años: Me gustaba almorzar en el colegio, porque había más espacio.
Emely Toro, nueve años: Extraño el restaurante del colegio, pues hay más espacio. Me da miedo pasar la calle. Un profesor me ayuda a cruzar.
Este era el panorama ayer, a las 12:27 p.m. Espacio de sobra en el restaurante escolar del colegio.
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