MIGUEL ORLANDO ALGUERO
LA PATRIA | MANIZALES
Hoy se conmemora el Día Internacional del Trabajador en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, grupo de sindicalistas que fueron ejecutados en 1886. El reclamo correspondía a la reducción de la jornada laboral a 8 horas, cuando lo normal en esos años era trabajar entre 12 y 16 horas.
LA PATRIA presenta cinco historias de empleados en Manizales. Ellos hablan de las condiciones laborales en la ciudad y cómo viven su jornada.
Pala y pica al hombro
Katherine Vanesa Valencia lleva nueve meses trabajando en las obras del Intercambiador vial de La Carola. "Soy auxiliar ambiental y de seguridad, eso quiere decir que me toca barrer, organizar las cintas de señalización, recoger alambres o madera que haya en el suelo, y hasta tirar pico y pala cuando se necesita. Mi trabajo es darle seguridad a trabajadores u peatones", comenta.
A sus 21 años dice que la universidad de la vida le ha enseñado a trabajar en obras de construcción. "Mi jornada empieza a las 7:00 de la mañana y termina a las 5:30 de la tarde, no me le arrugo a nada, por eso tengo buenas relaciones con mis compañeros y jefes".
Con su trabajo sostiene económicamente a su madre y cree que el trabajo en Manizales ha mejorado mucho por las obras de construcción.
Al preguntarle sobre el machismo en este tipo de trabajos afirma que las mujeres tienen las fuerzas para enfrentar lo que sea y ser verrecas en la vida. "A una mujer no le queda grande nada. A pesar de que este sea un trabajo que la sociedad catalogó para hombres, tenemos las puertas abiertas".
En el consorcio JHA, que ejecuta el contrato, trabajan 98 personas. Con los subcontratistas son 144. De ese total 23 son mujeres, pero en el área operativa hay 50 hombres y solo una mujer: Katherine.
El famoso de las motos
Jhon Jairo Rubio Betancourt ha dedicado 35 años de sus 44 años de edad al mantenimiento y reparación de motos en Manizales. Es dueño de su propia empresa, ubicada en la carrera 22 con calle 15, en el centro, hace 17 años, donde genera cinco empleos. "La vida me ha premiado. Desde el 2005 represento la marca AKT en la ciudad, que entró al país en el 2004. Mi fama se extendió por la calidad del trabajo que ofrezco. La gente me conoce como Navarro", comenta Jhon Jairo.
Su jornada laboral empieza a las 8:00 de la mañana y se extiende hasta las horas de la noche. "Mi cara es reconocida por el buen servicio que ofrezco y por mi experiencia. Eso me ha llevado a que además de recibir motos de AKT, también trabajo con motos de alta gama y alto cilindraje", dice.
En la empresa, con su mismo nombre vende chequeos preventivos sencillos o generales, destaca.
Relata que con lo que produce mantiene a su esposa, sus dos hijos y su suegra. Jhon Jairo ve con preocupación las condiciones laborales en Manizales porque, según él, la economía anda regular.
"El alza de impuestos afectó al sector de las motos porque las ventas bajaron y el costo de los insumos subió. También las variaciones del precio del dólar y del café han perjudicado a las familias cafeteras", agrega.
Los 20 minutos del pollo
Jhónatan Arcila Serna tiene 25 años y hace cinco trabaja en el Asadero Mc John's como operario de producción. Con su sueldo mantiene a su esposa y a su hijo de tres meses. "Como mi cargo es servicios varios, me corresponde freír el pollo, surtir vitrinas y apoyar el servicio al cliente", dice.
Su relación con los compañeros de trabajo le permiten hacer las tareas con dedicación y cree que la empresa, ubicada en el barrio Villa Carmenza, ha crecido por la calidad de sus productos.
Allí se generan unos 12 empleados y para los fines de semana se contrata más personal. También resalta su crecimiento en sedes como el barrio San Antonio, en Neira, Riosucio y Palestina.
"Acá trabajamos los siete días a la semana desde las 7:00 de la mañana hasta las 10:00 de la noche, descansamos cada 15 días y los turnos son de 8 horas", asegura Jhónatan.
Con cierta alegría explica que el proceso de fritura dura 20 minutos. "Primero se echan muslos y contramuslos. Dos minutos después, las pechugas y luego de un minuto, las alas. Son 40 presas que caben", resalta, mientras entre risas responde que la presa que más le gusta es el muslo.
Opina que Manizales es un buen lugar para trabajar. "Luego de leer y ver noticias puedo decir que la ciudad genera empleo y las empresas van creciendo poco a poco como en la que trabajo".
La herencia de mi padre
Francisco Luis Giraldo es el administrador de la tienda La Playita en el barrio Cervantes y a sus 46 años todavía tiene fuerzas para trabajar desde las 6:00 de la mañana hasta las 10:00 de la noche.
"Un día normal para el tendero es largo. Toca atender a clientes, vendedores, entregadores y proveedores, pero esto es lo que me gusta", dice Francisco.
Lleva tres años al frente de la tienda. "Anteriormente la tuvo mi papá durante 22 años y yo heredé de él este oficio. La tienda la empezó un vecino hace 55 años en este mismo lugar, pero luego mi padre adquirió la tienda, la vendió y ahora es de otro señor, pero yo la administro", comenta.
Sobre la oferta laboral de Manizales asegura que hay crisis porque muchas empresas cerraron o se fueron. "Tiene que ser uno muy trabajador y muy bueno para conseguir trabajo, casi no hay".
Explica que el movimiento en un tienda es sencillo, y que se surte según la demanda. "Acá han dejado de venir varios proveedores, eso preocupa", comenta.
"Apenas abrimos lo que se vende son los refrigerios para los niños que van al colegio. A eso de las 7:00 de la mañana llegan a comprar lo del desayuno, tipo 10:00 de la mañana se venden los productos del almuerzo y por la tarde empieza la compra del mecato", destaca.
El arte de vender telas
A Luz Mélida Restrepo le gustaron desde pequeña los trabajos relacionados con telas, costura y moda. Hace tres labora en La Flecha Textil, ubicada en Cristo Rey, donde trabajan 15 personas.
"Mi trabajo consiste en enseñarles los productos a los clientes y orientarlos. Esta jornada empieza a las 8:30 de la mañana y desde que abrimos estamos atendiendo", relata.
Indica que la tarea no es fácil porque el vendedor tiene que saber diferenciar los tipos de telas, conocer el nombre de cada uno y para qué sirve. "Esto se aprende con el tiempo, identificar qué es un algodón, una seda, un lino o un paño, cada tipo tiene sus consistencias y texturas".
Al preguntarle sobre cómo aprendió el oficio destaca que escribía los nombres de las telas, luego las memorizó y después empezó a identificarlas. "Lo más complejo es aprender las combinaciones, es decir, qué tela sirve para un pantalón, para una blusa o para un vestido", afirma.
Asegura que este trabajo es de pasión. "Cualquier persona no es capaz. Uno tiene que enseñarle al cliente lo que le conviene. Por eso salen de acá felices", resalta.
Cree que la situación laboral en Manizales es complicada porque, según ella, la moda de las empresas es contratar a la gente por poco tiempo y por eso el trabajo no es constante.
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