Entre plantas de tomate camina Gloria María Ramírez Ramírez, una joven campesina que tomó el liderazgo de su finca familiar, ubicada en el noroeste de Colombia, cuando descubrió su potencial para la agricultura y recuperó el amor por el campo.
Bajo la consigna "las mujeres en el campo dañan el arado", que escuchó repetir a su abuelo una y otra vez, tomó distancia de la actividad y emigró a la ciudad para probar suerte con la venta de gafas y fabricación de ropa después de estudiar corte y confección.
"Eso no era lo mío. Me aburrí y cerré el taller", cuenta a Efe Gloria María, ahora gerente de la agroempresa "Ramírez Ramírez", enclavada entre las montañas de los municipios de El Santuario y Cocorná, en pleno departamento de Antioquia (noroeste).
Esta mujer de 28 años, que ve el campo como un "pedazo de cielo", ganó terreno en el negocio familiar que en un principio gestionaban sus tres hermanos y su padre.
Ellos se servían de cultivos en tierras arrendadas hasta que despegaron con un tomate a "muy buen precio". Eso les permitió hacerse a una finca propia en la que construyeron un invernadero.
Después llegaron las capacitaciones en la Corporación Interactuar, que impulsa a los emprendedores y desarrolla habilidades gerenciales en ellos a través del Método Base de Aceleración (MBA), lo que les trajo una gran transformación a nivel empresarial y personal.
"Mis hermanos me dieron la oportunidad de hacer ese curso. Yo no tenía mucho ánimo pero empecé y ahora lo agradezco", confiesa la agricultora.
Según cifras del Ministerio de Agricultura, los 5,3 millones de mujeres que viven en los sectores rurales en Colombia representan el 47 % de la población rural y el 12,5 % de las "jefaturas" de las familias campesinas.
Según relató Gloria, la asesoría que recibió facilitó su evolución en la contabilidad, hacer seguimiento a la producción, trabajar los registros y organizar la facturación.
Todo ello significó para ella "un despegue" como agroempresaria lo que se suma a un análisis de los suelos que le llevó a optimizar recursos y a alcanzar un producto de "mejor calidad y limpio".
A día de hoy, cada planta del invernadero ubicado en la vereda El Socorro produce tres variedades de tomate que terminan en supermercados de Medellín, en el municipio de Caucasia y en poblaciones de la costa colombiana.
Para los Ramírez Ramírez, la prioridad está en "cuidar la salud de los consumidores", por ello están enfocados en cultivar un vegetal que sea "cada vez más limpio, casi orgánico", mientras trabajan en la reducción de los intermediarios, para llegar directamente al cliente.
"El campo es el futuro. Si todos arrancan para la ciudad, entonces quién va a cultivar, qué vamos a comer", reflexionó Gloria, quien admitió que "ser la única mujer entre tantos hombres es complicado", pero han conseguido trabajar en equipo.
De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), las mujeres rurales en Colombia ganan en promedio un 25 % menos que sus pares hombres, pues dedican más tiempo al hogar y tienen menos acceso a educación formal.
Gloria ha logrado salirse de esas estadísticas con la formación que continúa recibiendo, con la que ganó credibilidad entre los suyos con los avances que mostró el cultivo y el producto.
"Ellos aplicaron todo lo que les dije, funcionó y vamos muy bien. Un mujer puede liderar una agrofinca si tiene un enfoque y no tratan de compararse con los hombres", apostilló la joven.
La coordinadora de la metodología de desarrollo rural de Interactuar, Adriana Zapata, explicó a Efe que las mujeres en el agro han "trascendido" del rol de cuidadoras de la granja para asumir un papel importante en la gestión administrativa.
"Se han convertido en las ejecutivas de finanzas de las agroempresas", señaló la experta.
Sin embargo, subrayó que existe un "rezago mayor" en la mujer rural que en la urbana, en relación a la equidad de género, y agregó que hay "desafíos enormes" en temas como tenencia de la tierra y acceso a recursos de manera igualitaria.
En medio de esa realidad, Zapata destacó que en la actualidad "emergen niñas y jóvenes que les interesa el campo, que se apegan a su tierra, que está dedicadas a la actividad".
Interactuar ha atendido con su programa MBA a más de 3.000 agroempresarios, de los cuales el 44 % son mujeres por un enfoque de inclusión y de equidad de género.
Como particularidad, las mujeres se han convertido en "cuidadoras" del medio ambiente y asumen mejor temas como la gestión de la calidad, además de mostrar, según la experta, "mayor detalle y dedicación para proteger el patrimonio familiar".
"Le han dado mucho sentido a su liderazgo en cada empresa con planeación, proyección y toma de decisiones comerciales", concluyó Zapata, quien percibe a las mujeres como "muy buenas agriculturas" en razón a esa capacidad de observación.
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