LA PATRIA | Manizales
Las rifas informales volvieron a ser una solución para ganarse unos pesos de más. Es claro que la situación económica no está fácil para muchas personas, que después de la pandemia les cambió la vida por la pérdida empleo, además la postpandemia trajo alzas en los precios de alimentos y productos de primera necesidad ante la crisis logística mundial.
Lucía Alzate, es una instrumentadora quirúrgica, contó que se mudó hace un año a la ciudad y poco a poco ha ido estableciéndose, por lo que tuvo que comprar electrodomésticos y otras cosas para su hogar. Por esta razón decidió rifar una freidora de aire y con lo producido pudo completar para comprarse un colchón y una nevera.
"Hacer esto es rentable, pero también causa mucho estrés, porque no todo el mundo paga de una vez y toca estar cobrando. Pero es bueno para ayudarse económicamente y darse gustos o cubrir necesidades", dijo.
Marcela Hernández, una comunicadora social, antes practicaba Ultimate Frisbee y recordó que hace tres años gracias a una rifa pudo viajar a un torneo de este deporte en Santa Marta. Su equipo no contaba con los recursos para asistir y participar en el evento, por lo que con ese medio lograron reunir los fondos y competir.
En ocasiones las rifas resultan un salvavidas para las personas en momentos difíciles. Como en el caso de María Salazar, quien decidió sortear $1.000.000 para ayudarle a una amiga que atraviesa por problemas financieros a pagar el arriendo de su hogar.
"No me parece nada malo hacer una rifa y más cuando es para ayudar a una amiga. Dijo que a veces es incómodo molestar a los amigos para venderlas y que la gente compra más por colaborar", manifestó.
Un trabajo
Al igual que Marcela y Lucía, muchas personas acuden a esos métodos para reunir un dinero extra y poder viajar o comprar algo rápidamente con la ayuda de amigos o familiares cercanos que compren los puestos. Sin embargo, hay otro caso que son las personas que viven y se dedican de lleno a vender rifas legales.
Roberto García, relató que en 1997 trabajaba como portero de un edificio en la ciudad, pero su contrato terminó y quedó desempleado. Duró sin trabajo un mes, hasta que un amigo le ofreció vender boletas para la rifa de una moto Yamaha D.T., en ese entonces cada puesto se comercializaba a $1.000 y a Roberto le quedaban $200 por cada venta.
De esto ha vivido Roberto los últimos 25 años, hoy administra el negocio de venta de rifas de motos en Manizales, aunque confesó que la pandemia los golpeó y de 6 vendedores que operan en Manizales quedaron 3, incluyéndolo a él.
"En la pandemia vivía solo de las rifas, pero ya después me tocó poner un puesto de jugo de naranja en la calle, porque a mis 55 años nadie me da trabajo. Uno se gana un porcentaje, si uno vende gana, es una lucha diaria", comentó.
Roberto confesó que durante la pandemia duraron 3 meses sin poder trabajar y después las ventas no se han recuperado y han disminuido en un 50%.
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