Valentina Ieri
IPS | LA PATRIA | Naciones Unidas
“Nosotras, las indígenas, queremos ser consideradas como parte de la solución al desarrollo sostenible porque tenemos capacidades y conocimientos”, subrayó la periodista quechua Tarcila Rivera, defensora de los derechos de las comunidades indígenas de Perú, en una conferencia de prensa sobre el Empoderamiento de las Mujeres Indígenas.
Rivera, al igual que muchas mujeres más que luchan por los derechos de las comunidades autóctonas en América Latina, el norte de Europa, Canadá, Asia, Australia, Nueva Zelanda y África, participó en la 60 sesión anual de la intergubernamental Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (Csw60).
Las indígenas reclaman a los gobiernos que las reconozcan como fuerza para lograr el desarrollo económico y social.
En Kenia son las mujeres las que desempeñan un papel clave en la manutención de las familias, pese a vivir en una sociedad patriarcal, explicó Valerie Kasaiyian, una abogada maasai y educadora de derechos sexuales y reproductivos.
Hay grupos de mujeres indígenas, como las de Samburu, que desde hace 20 años se ocupan de su comunidad construyendo casas y escuelas. Crearon actividades económicas autosustentables mediante la venta de ganado y joyas tradicionales para sacar a sus familias de la pobreza, continuó Kasaiyian.
Mujeres de Marsabit, en el norte de Kenia, crearon granjas sostenibles en las que cultivan tomates y otros productos en invernaderos, que luego venden en su comunidad sin la participación de los hombres.
“El desarrollo sostenible se trata de preservar los recursos y la tierra para las generaciones futuras. Las comunidades indígenas, que durante siglos vivieron en aislamiento, encontraron su propio sistema para trabajar la tierra y conservarla”, acotó Kasaiyian.
“Está en nuestra identidad y nuestra cultura ancestral”, recalcó.
“Sin embargo, vemos un etnocidio sistemático de nuestra cultura indígena a manos del gobierno, en que se pretende homogeneizar a las mujeres indígenas e integrarlas a una cultura dominante”, se lamentó.
En Perú
Las mujeres y las niñas indígenas, que no son campesinas, tienen su propia identidad, definida por su propia lengua, educación, valores socioeconómicos y conocimientos tradicionales, subrayó Rivera, fundadora del Centro de Culturas Indígenas de Perú (Chirapaq).
Sin embargo, ellas suelen quedar fuera de las políticas gubernamentales, pues no las tratan con dignidad humana, se lamentó la activista peruana.
“Muchos programas nos consideran como sujetos de asistencia. Pero no queremos depender de ese tipo de programas de alimentación. Tratamos de que nos consideren como sujetos de cambio y de desarrollo desde adentro gracias a nuestra capacidad”, subrayó.
A pesar de la falta de estadísticas nacionales exhaustivas, las indígenas sufren una enorme discriminación, violencia sexual y doméstica, pobreza extrema, trata, falta de acceso a los derechos a la tierra, educación y mala atención materna e infantil.
“Además, las estadísticas oficiales deberían utilizar indicadores culturalmente más sensibles, lo que ayudaría a definir las políticas públicas e implementarlas”, añadió quien también fuera presidenta del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU.
Desde la adopción de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, en 1995, junto con la resolución de la ONU 1325 sobre la importancia de las mujeres en las negociaciones de paz, así como la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, del 2007, hubo varios avances importantes para elevar las voces de las mujeres indígenas en el concierto internacional. Pero a un ritmo lento.
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