Daniel Isenberg
Especial| LA PATRIA*
¿Usted pondría más recursos de la sociedad para promover el nacimiento de nuevos bebés o para criar mejor a los niños? Ahora, piense acerca de la creación de empresas y el desafío del crecimiento económico. Los líderes de la sociedad necesitan rebalancear las políticas de emprendimiento hacia el crecimiento, no al arranque.
En años recientes hemos presenciado un cambio global significativo en la actitud hacia el emprendimiento en diferentes países del mundo. Esto se refleja en la dramática proliferación de programas Start-up: Start-up America, Start-up Chile, Start-up Russia, Start-up Britain, Start-up Weekend, y docenas más. “Start-up” reeemplazó a “Silicon” como la palabra de moda en el reino del emprendimiento. Es escaso el país o ciudad que no tenga un programa de Start-up. (Start-up, en inglés, se refiere a empresas que están en su etapa inicial)
Desafortunadamente, esta concepción ha sido guiada por un entendimiento estrecho de emprendimiento como si este consistiera únicamente en el arranque de una empresa. Igualar emprendimiento con Start-up no es equivocado, solo que es bastante incompleto. También es problemático, porque implica dos mensajes erróneos: el primero es que la tarea más difícil e importante de un emprendedor es lanzar su empresa. El segundo es la noción que podríamos llamar “entre más, mejor”, así que entre más Start-ups, más exitoso el programa. La cantidad de las empresas implícitamente oculta la calidad de las mismas.
Ambos mensajes llenan de dudas. Si miramos al emprendimiento en términos de creación y captura de valor extraordinario, como yo lo creo, entonces es claro que el valor puede ser creado y capturado en una amplia variedad de formas, y no hay una razón a priori para creer que las Start-ups son la única o la mejor manera de hacerlo. La creación de valor extraordinario envuelve adquirir, reposicionar, spinning off (crear empresas a partir de empresas existentes), o combinar activos subutilizados o subvaluados, como los llama George Foster, un colega de Standford, “re-starts”. El Kaspersky, por ejemplo, fundó su compañía, líder en producción de anti-virus, como un desarrollo de un instituto ruso para el que trabaja que se encontraba en dificultades.
En la última década, los fondos de búsqueda se han convertido en un vehículo efectivo para adquirir compañías subvaluadas e inyectarles capital, administración y crecimiento. Los negocios familiares, las grandes corporaciones, los centros de I &D y las universidades – cualquiera de los anteriores - pueden ser esenciales en crear o liberar activos con potencial que no ha sido identificado.
Además: la creación extraordinaria de valor no puede ocurrir sin crecimiento, y el crecimiento post start-up de un emprendimiento tiene numerosos desafíos que pueden ser más complicados en magnitud que el simple inicio de una empresa.
Crecimiento lleva consigo el desarrollo de una poderosa máquina de mercadeo y ventas, construir una organización que contrate diversos grupos de gente, y saber conseguir inversionistas y proveedores adecuados. El crecimiento requiere increíbles cantidades de energía y dedicación, para no mencionar inteligencia. Una política que mire hacia delante, así como una cultura del sector privado, deben apoyar más estas capacidades y recursos de lo que hacen ahora.
Es más, cuando profundizo en los ejemplos de programas start-ups, desde Escandinavia y el Medio Oriente hasta Norte y Sur América, scale-up es de lejos un desafío mayor. Después de dos años y 12 millones de dólares, Start-up Chile, según su presidente, Horacio Melo, emplea a tres personas. Un completo programa de start-ups acompañado de reformas políticas en Dinamarca a principios de la década del 2000 llevó a un enorme incremento de proyectos lanzados, pero al analizarlos cinco años después, una vasta mayoría se estancó en pocos empleados, y menos del 1% alcanzó indicadores para ser considerados como empresas “de crecimiento”.
Las políticas de Chile y Dinamarca no son “equivocadas” (de hecho, en Dinamarca este descubrimiento les proporcionó a los creadores de políticas un ímpetu adicional para reforzar los esfuerzos para romper el código de la escala). La lección es: scale-up es mucho más complicado de lo que los emprendedores (y líderes de opinión) pensaban sobre las Start-up.
Como advierte un emprendedor exitoso que conozco “Esta m… es dura”. Necesitamos cambiar el objetivo a crecimiento después de empezar: el crecimiento no llega solo. Para regresar a la analogía imperfecta que usé al inicio, cualquiera que haya sido padre sabe que el largo y complicado trabajo de criar a un niño sano, educado y con principios morales es mucho más desafiante que darlo a luz. Recuerdo vívidamente como en nuestras primeras clases de parto pasábamos horas en temas como respiración y epidurales, pero no nos dieron ni una pista sobre como cambiar un pañal o tratar el salpullido de una adolescente. Y los recursos de una sociedad requieren, formal e informalmente, preparar a los padres y apoyarlos para su paternidad de manera inmensamente superior que para el simple proceso del nacimiento.
Solo hasta ahora se está esclareciendo en muchos negocios y gobiernos que cuando estos programas de Starts-ups son exitosos estimulando más nacimiento de empresas que el crecimiento de estas, el tremendo desafío es que el crecimiento, paradójicamente, se vuelve más complicado, no menos, y puede dejar muchas empresas estancadas o sobrevaluadas, que tendrán muy bajas perspectivas de crecer.
Podemos refocalizar las políticas en scale-up en muchas formas. Una es estructural: dejemos de tratar la supervivencia empresarial como un indicador de éxito y empecemos a mirar a las empresas que crecen. También es necesario para la política aceptar muy altos niveles de cierre de empresas y reciclamiento de ellas para evitar manadas de Start-ups sin valor. Hay que focalizar la atención enriqueciendo la mano de obra local, un aspecto esencial de un ecosistema efectivo.
Conozco emprendedores desde Boston a Bangalore y Barcelona quienes han tenido éxito en el mercado con sus productos casi en todo el mundo, quejándose de la escasez de administradores o de personas con las capacidades adecuadas para ser contratadas. Las empresas emprendedoras nunca podrán crecer sin talento, y los dos tipos de talento básicos que se requieren – nuevos empleados y nuevos empleadores- deben evolucionar juntos.
Más aún (y acá es donde la analogía con los padres no funciona), la experiencia y los datos existentes sugieren que un número muy pequeño de empresas de alto crecimiento pueden ser suficientes para generar casi todos los beneficios sociales y económicos del emprendimiento. Una empresa que crezca a 100 empleados en cinco años probablemente será más beneficiosa (para emprendedores, accionistas, empleados, y el gobierno) que 50 que se estancan en dos. Endeavor, organización norteamericana especializada en temas de emprendimiento, demostró recientemente que dos o tres empresas que crezcan en forma inusual pueden tener un impacto absolutamente desproporcionado en docenas de sucesores y en la cultura del emprendimiento en una región.
¿Qué es más importante, nacer o criar un niño? Obviamente, nacer es necesario, pero no es suficiente. Si se focalizan las políticas de emprendimiento casi exclusivamente en Start-ups, estaremos favoreciendo cantidad de Start-ups a expensas de calidad de scale-ups.
Sobre el autor
Daniel Isenberg es profesor de Management Practice, en Babson Global, y fundador y director ejecutivo del Babson Entrepreneurship Ecosystem Project. Sus artículos se publican con regularidad en la revista Harvard Bussiness Review, siendo el más reciente Cómo iniciar una revolución de emprendimiento. Actualmente asesora el programa Manizales Más, iniciativa que busca estimular el emprendimiento en la ciudad.
* Traducción con autorización del autor de su artículo “Focus Entrepreneurship Policy on Scale-Up, Not Start-Up”, publicado en el blog de Daniel Isenberg.
Glosario
Scale-up: término que se refiere al crecimiento de empresas existentes
Start-up: referencia a empresas que recién empiezan su actividad.
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