JOHNNY GUTIÉRREZ
LA PATRIA | MANIZALES
¿Alguna vez ha ido a un café y le hablan de los sellos de calidad y sus certificaciones ambientales o de buenas prácticas agrícolas?
En Manizales, al momento de comprar café, se destacan sellos como UTZ Certified, Basc, Rainforest Alliance, entre otros, que le dan distinción al producto y por esto los cafeteros reciben una bonificación económica, debido a que en otro país se paga un sobreprecio por esos sellos diferenciadores.
Pero productores en Manizales cuestionan los beneficios económicos de estas certificaciones, no solo por la poca retribución que reciben, sino por la la inversión que se debe hacer para obtenerlos.
El exdirector del Comité de Cafeteros Alberto Jaramillo Botero, concluyó que esto no era rentable, por lo que decidió no renovar su certificación UTZ. "No tengo el sello, pero igual sigo vendiendo el café a otros compradores", comentó.
Pros y contras
Defensores de los sellos destacan que estos ofrecen garantías de buenas prácticas agrícolas, cuidado con el medioambiente, buen trato a los agricultores y un comercio justo, entre otros aspectos, según el tipo de certificaciones. Por cumplirlas se obtiene la bonificación económica.
Manuel José Villegas González, gerente de la Cooperativa de Caficultores de Manizales, explicó a LA PATRIA que estas son un instrumento indispensable para facilitar el ingreso del café al mercado mundial.
"Los consumidores eligen este tipo de café porque tienen la certeza de que se produce bajo normas de protección ambiental, responsabilidad social y buenas prácticas, conservando principios de aseo e higiene que aseguran una buena calidad del grano", comentó.
Sin embargo, Villegas reconoce que en la mayoría de los casos los sobreprecios recibidos por los cafés certificados no compensan las mejoras en procesos e infraestructura que implementan los caficultores para cumplir con los códigos exigidos por la certificación.
Sí defendió, que aunque no siempre hay una buena bonificación económica, sí hay otras recompensas como asegurar una caficultura sostenible, financiar programas de impacto comunitario en los cafeteros, y mejorar la calidad de vida de los productores.
Herramientas
Rodrigo Peláez, caficultor de Neira, también reconoció la importancia de estas certificaciones, pero criticó la poca compensación económica que recibe el productor inicial, mientras las grandes marcas se aprovechan de estos sellos en mercados internacionales para hacer mejores cobros.
"En una taza de café que se toman en Europa, Estados Unidos o Asia pagan un sobreprecio y ese sobreprecio no está siendo transferido al productor", enfatizó.
Para él el café de Colombia no debería estar atado a sellos internacionales, sino tener una certificación interna o mejorar la bonificación al productor.
"Cada empresa multinacional está estableciendo códigos de sostenibilidad y conducta, los productores nos debemos acoger a estos si les queremos vender, el problema es que los sobreprecios no compensan las inversiones que hacer el productor", aseguró.
Sí, pero mejor
Marcelo Salazar, miembro del Comité de Cafeteros de Caldas, explicó que estas certificaciones se deben mantener, pero insistió en la necesidad de mejorar las bonificaciones para el cafetero o productor final.
Su llamado se debe a que en el caso de la Cooperativa de Manizales, la bonificación está entre los $500 y los $3 mil por arroba, que varía según el sello y las opciones de comercialización para cada café certificado.
Además del sobreprecio reconocido al momento de la compra, en ocasiones el productor recibe dineros por concepto de reliquidación por pertenecer a programas de certificación.
Para Salazar Velásquez es prioritario que haya un acuerdo entre tostadoras, comercializadoras y empresas que hacen la certificación para determinar un mejor precio.
Además, expresó su preocupación porque, de no lograr una mejor compensación económica, es posible que en los próximos años diferentes cafeteros decidan no renovar las certificaciones, por no tener un costo beneficio económico considerable, como lo hizo Alberto Jaramillo Botero.
Procesos y precios
Los procesos de certificación son auditados por firmas especializadas, que se encargan de inspeccionar y vigilar las prácticas de cultivo, su proceso de trilla, almacenamiento y transporte. Para obtener la certificación se requiere que la finca cafetera tenga registros de las compras de insumos, mano de obra, volumen de café pergamino seco producido, facturas de venta y otros requisitos exigidos por el sello.
Villegas resalta que lo anterior también permite tener una caficultura más organizada y así prevenir problemas que se presenten en algún lote de café.
Los sellos de certificación son en su gran mayoría voluntarios a excepción de Comercio Justo. Fairtrade exige que toda la organización se certifique, esto es, la totalidad de asociados, sus empleados, sus instalaciones y toda la cadena de suministros deben cumplir con los criterios genéricos de Comercio Justo para Pequeños Productores.
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