JUAN CARLOS LAYTON
LA PATRIA | MANIZALES
Ha sido destacada por su liderazgo ambiental e impulsar la siembra de cerca de 16 mil árboles nativos en su región. Es la misma mujer que asiste activamente a los encuentros de Mujer y Café y que ha luchado por un mejor ingreso de las cafeteras y por la equidad de género. También fue reconocida el año pasado por hablar duro y pegar avisos en puntos estratégicos de su vereda, para recordarles a sus colegas la necesidad de mantener "la palabra de honor" y honrar las entregas de café que pactaron en los contratos de ventas a futuro.
Todos estos hechos hicieron relevante a Magola Ramírez, caficultora de Villamaría (Caldas), quien esta semana fue destaca como una Heroína de la caficultura en la feria de cafés de Colombia Expo 2022, junto con tres mujeres más, una de Cauca, otra Santa Marta y una más de Brasil. El reconocimiento, en su caso, fue por ese impulso y liderazgo para sembrar y proteger el medioambiente.
Magola aún no se cree el premio y asegura que su única labor ha sido repetir el buen ejemplo de muchos productores que en silencio han hecho un mejor país, y mantener viva una actividad que heredó de sus padres. LA PATRIA habló con ella para conocer qué es lo que ha hecho esta pequeña caficultora de 2 hectáreas de café.
Soy caficultora de toda la vida, porque tengo esas raíces ancestrales de mis padres y de mis abuelos, por eso nací y me crié en medio de palos de café. Así le cogí amor al café y a esta vida rural, a la vida del campo.
Soy cafetera de la vereda La Batea, de la Finca La Fortuna en Villamaría. Mi papá en vida nos heredó y yo quedé con mi pedazo de tierra, en medio de la finca grande que maneja mi madre, Fabiola Florez. Llevo unos 28 años desde que estoy al frente de mi tierra, junto con mi esposo, Enrique Giraldo, y mis dos hijos Daniel, el mayor, y María del Mar. El trabajo en el campo nos ha permitido educar a nuestros hijos y vivir muy felices, porque el campo es una delicia.
Hay cosas que se heredan y otras que se adquieren y yo heredé ese amor por el café de mi padre, Gustavo Ramírez Orozco, quien fue el motor de mi vida. El grano es un ícono mundial, y ser cafeteros me genera un gran orgullo.
Desde hace 8 años lidero el Consejo Participativo de Mujeres Cafeteras de Villamaría. El trabajo es sembrar árboles. Fuimos capacitadas por la Fundación Ecológica Cafetera para producir viveros con especies nativas y reforestar abastos (acueductos rurales) y microcuencas. Además generamos conciencia de conservar, preservar y mantener el medioambiente a través de prácticas sanas como recoger basuras, evitar las talas, la caza y las quemas. Sembrar un árbol implica sembrar vida, porque permite que haya mayor cantidad de agua para alimentar y proteger el planeta. Hoy ya hemos sembrado unas 16 mil especies, entre 13 mujeres de las veredas La Batea, Llanitos y la Nueva Primavera.
Esto incluye componentes como el social, ambiental y económico. Recibimos unos $264 por árbol y sembramos anualmente unos 4 mil. Son entre $10 millones y $11 millones por año, recursos que van para las mujeres cafeteras.
Me corcha con esa pregunta, porque el reconocimiento es para todas las mujeres que trabajamos sembrando vida. Me lo dieron a mí y con orgullo lo recibo, pero con ello se visibiliza este trabajo silencioso que hacemos con el apoyo de la Federación de Cafeteros para mejorar la calidad, no solo de las mujeres sino de todas las familias cafeteras.
Es una tarea ardua, porque cuando vamos a sembrar hay que tocar muchas puertas para que nos apoyen con recursos para las siembras. Busco la Alcaldía, Chec, cooperativas y demás entidades. No todas se abren, pero muchas sí.
Alrededor del café hay miles de cosas y me ha tocado ser fuerte en muchos sentidos. Por ejemplo, generando conciencia sobre la necesidad de cumplir con los contratos de ventas a futuro. ¿Se imagina si las cooperativas se acaban?. Una fortaleza que tenemos es el servicio de compra garantizado. Además el servicio de extensión y de entidades como Cenicafé, el único gran laboratorio de América Latina. Somos un gremio fuerte y legalmente constituido, ninguno otro lo tiene en Colombia, entonces cómo no defender eso ante avalanchas de precios.
Uno siempre espera un mundo mejor, pero mi interés es seguir trabajando y reforestando y donde haya una cuenca desprotegida allá vamos a estar, porque el agua ha faltado en muchas regiones por la falta de arborización, de proteger la biodiversidad, de formar corredores biológicos para que las especies nativas y aves migratorias lleguen. Otro sueño es tener una microempresa de protección al medioambiente, de procesos orgánicos en compostajes y un lombriocultivo. Hay que tocar puertas, pero que lo hacemos, lo hacemos porque a las mujeres no nos queda nada grande.
Los resultados de las últimas elecciones cafeteras evidenciaron las oportunidades que tenemos de participación. El rol de la mujer va más allá del hogar, cumplimos con esas tareas, sí, pero hay más. Ahí vamos cerrando brechas y ganando espacios en todo el país, pero son espacios que nos tenemos que ganar y ¿cómo?, trabajando.
En la feria de cafés especiales también se premiaron como “Heroínas de la caficultura” a Rosaura Zapata, de Jambaló, Cauca, por su liderazgo y trabajo comunitario, y a Mildred Niebles, catadora Q Grader de Santa Marta. También se reconoció a la directora de la Organización Internacional del Café (OIC), Venusia Nogueira.
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