Osvaldo Hernández
LA PATRIA I Manizales
El Rally Dakar del 2018 fue una pesadilla para los Mauricio Salazar. Ellos dos son los pilotos caldenses que han participado en cuatro ediciones de la carrera de autos en campo abierto más extrema del mundo. Lo hacen por pasión, pero también motivados por la campaña para construir la sede de la Fundación Alejandra Vélez Mejía.
En ese Dakar, que empezó en Lima (Perú) y finalizó en Córdoba (Argentina), después de 8 mil kilómetros de distancia, más que una competencia, fue una pesadilla.
"Ese Rally fue muy duro. En el Perú nos fuimos con 30 carros más a un hueco del tamaño de unas tres canchas de fútbol. El movimiento de los carros y la pendiente no nos permitían el salida.
La atascada empezó a las 9:00 de la mañana y nos cogió la noche; allí tuvimos que amanecer. Hubo un error en la hoja de ruta y por eso el incidente. A la organización le tocó montar un operativo, con víveres, médicos y helicóptero, para rescatarnos, encabezados por el director Etienne Lavigne. Al día siguiente nos tocó a todos unir esfuerzos para salir de allí y por fortuna la organización de la carrera no tuvo en cuenta ese tiempo para sumarlo a la competencia. Reiniciamos, pero después permanecer allí un día".
La segunda vivencia fue un drama con alucinaciones en la penúltima etapa.
"Nos volcamos. Íbamos a 100 kilómetros por hora y se rompió un rin. Estuvimos varados desde las 10:00 de la mañana a las 5:00 de la tarde; así reiniciamos la etapa de 650 kilómetros. Pero ya teníamos de todo acumulado, una noche sin dormir y se aproximaba la otra. Al frente teníamos desierto con vegetación muy complicada, típica de San Juan, ya en Argentina.
Era tanta la fatiga y cansancio que empezamos a tener alucinaciones. Mientras mi copiloto (Mauricio Salazar Sierra) empezó a ver un oso, yo sentía a mis perros ladrando y veía a los fotógrafos al lado y lado de la vía. Y eso era imposible por la hora (madrugada) y el sitio.
Llegamos al campamento de San Juan, uno de los últimos, y solo estaba nuestro equipo esperándonos. No bañamos, revisaron la camioneta y quedamos para finalizar la carrera. Pero no pudimos, arrancamos y apenas hicimos 60 kilómetros; la camioneta no dio más.
Las heridas de guerra fueron demasiado fuertes y tuvimos que retirarnos de la carrera más dura del mundo a una etapa para finalizar".
El sueño de seguir en el Dakar sigue intacto para los Salazar que en estos cuatro años ya tienen parte de la sede para la Fundación. Un porcentaje de los patrocinios va para la obra.
Mauricio Salazar Velásquez, el piloto, es agrónomo, y Mauricio Salazar Sierra, el copiloto, es ingeniero electricista.
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