Foto | Freddy Arango | LA PATRIA Sebastien Bellet, Anna, Ángela y Alberta Spinazze, la Happy Family BIOcycling. Las niñas, a los tres meses de recorrido, ya hablaban español.

Domingo, Septiembre 16, 2018

Salieron de Argentina en el 2016. California, la meta.

Familia italiana lleva 20 mil 200 kilómetros en bicicleta

Ricardo Patiño

LA PATRIA | MANIZALES

Salida: 19 de enero del 2016 en Ushuaia.

Kilómetros sumados: 20 mil 200.

Países recorridos: 6 (Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia).

Destino: California (Estados Unidos).

Los protagonistas de esta historia merecen un premio a la valentía, a la tenacidad... Suman 20 mil 200 kilómetros en bicicleta y aún no tienen claro cuánto les falta por recorrer. Esta aventura empezó en enero del 2016 en Ushuaia al sur de Argentina y tiene como meta California (Estados Unidos).

Los italianos Sebastien Bellet y Alberta Spinazze, con sus hijas Ángela y Anna, de 10 y 8 años, respectivamente, completan 32 meses dando pedal. Siembran sueños y hacen amigos por el mundo con su proyecto Happy Family BIOcycling, que promueve la producción y distribución de productos orgánicos, el cuidado del ambiente y la alimentación saludable.

"La bicicleta no estaba en nuestras vidas, pero Alberta me dijo que quería pedalear por Sudamérica. Quedé sorprendido y toqué el tema con las niñas para armar un proyecto, pero que tuviera impacto", dice Sebastien.

Así empezaron

Las aventuras han estado presentes en la vida de esta pareja que lleva 12 años. Sebastien, en el 2006, hizo un viaje a Islandia en bicicleta y ahí entendió el significado de moverse con libertad y sin contaminar el planeta. También viajó en moto desde Italia a Suecia. Tenía 22 años.

Alby, como le dicen cariñosamente, recién cumplió los 18 años se marchó como voluntaria a Chad (África), de los países más pobres del planeta. Aún tiene imágenes en su mente, pero su estadía allí le sirvió para saber que la solidaridad era vital para la existencia.

El papá de la casa pidió una licencia de seis meses no remunerada para llegar mejor preparado a un ascenso en la empresa. En mente tenía claro compartir más tiempo con la familia. El viaje en bicicleta comenzó a rondar sus cabezas.

La licencia se acabó y la empresa en la que él trabaja también se montó en esta locura y los patrocinó. Alby se encargó de la logística y Sebastien le echó mente a las bicicletas. Un ciclista francés que iba para Japón les dio luces para conseguirla en Alemania, donde las diseñan para travesías largas.

"Crecí en Sudáfrica y siempre me ha gustado la aventura. Como soy el papá de la familia comencé a mirar el recorrido por Google Maps", comenta Sebastien.

El viaje

Las familias de ambos no sabían del proyecto y se dieron cuenta cuando no había vuelta atrás. Querían llenarse de buena energía para no 'contaminar su ambiente'.

Sebastien aprendió de mecánica y comenzó a pedalear más fuerte por este sueño. Tenía claro que la salida era en Argentina por contactos que hizo antes.

Llegó diciembre del 2015. El Año Nuevo se iba, mientras que la familia comenzó a desocupar el apartamento para arrendarlo.

El vuelo se programó para el 11 de enero del 2016. La ansiedad era mucha y más por el tamaño del equipaje que ponía en riesgo sus planes. Sebas sacó su pericia y desarmó las bicicletas con la fortuna de que llegaron completas al aeropuerto en Argentina, donde pagaron sus primeras primiparadas: cancelaron 50 dólares por el servicio de taxi en solo tres kilómetros y 100 dólares por día de alojamiento en una cabaña, sin comodidades.

"Tres empresas nos patrocinaron al principio para comprar las bicicletas, tiquetes, ropa... Teníamos ahorros hasta agosto del año pasado y ahora nos subsidiamos con artesanías, mermeladas y charlas. La gente en los pueblos siempre nos da la mano porque los inspiramos", reconoce Alby.

A pedalear

El 19 de enero del 2016 empezó este sueño. Salieron a las 3:00 p.m. con el objetivo de recorrer unos 20 kilómetros, pero llevaban ocho y seguían en el pueblo. No pudieron avanzar. La gente se tomaba fotos, les pedían autógrafos y entrevistas. Se fue el atardecer y decidieron postergar su partida.

Al día siguiente ahí estaban Sebastien, Alberta, Ángela y Anna. La Patagonia los esperaba para probar sus piernas, su mente, su resistencia... Fueron tres meses con el viento en contra y en los que dormían en una carpa para tratar de descansar.

La Happy Family BIOcycling viaja sin comodidades. Los hoteles lujosos no están en sus planes y se ubican donde pueden. Un garaje, una cabaña o la carretera son sus lugares preferidos. Ángela y Anna pedalean cuando pueden o simplemente descansan en las sillas adaptadas en sus bicicletas. No le temen al frío ni a los descensos vertiginosos.

"Es una experiencia linda, lo más bonito fue mi cumpleaños este año en Ecuador, porque llegaron de sorpresa mis abuelos de Italia. Me he leído 15 libros en este viaje", señala Ángela, de 10 años.

"Me ha parecido interesante el viaje por los paisajes y las nuevas culturas. Me encanta el cariño de la gente de Colombia", expresa Anna, de 8 años.

Acá van

A veces pedalean más o a veces menos. Todo depende de lo que se encuentren en el camino, pues han conocido organizaciones con proyectos de alimentación saludable y autosostenibe en sembrados de cacao, café y manzanas, entre otros.

Hace 15 días arribaron a Manizales, donde según ellos, prima la hospitalidad y la amabilidad de sus habitantes. La docente de la Universidad Nacional Pilar Giraldo Rivera les dio posada en el refugio Waira Kovarachia en la vereda Buenavista (vía a Cerro de Oro) y Andrés Alarcón, conocido como Ecua, les arregló las bicicletas gratis en su taller.

Ayer fue la despedida en el refugio con un sancocho. Hoy preparan sus maletas para conquistar desde mañana más pueblos, ciudades, parajes, caseríos, veredas y provincias, bajo el sol y la lluvia. No saben cuándo llegarán a California, tal vez en cinco años, de acuerdo con Sebas, eso sí, tienen claro seguir viajando y ser una familia feliz.

"Las grandes decisiones se toman en familia porque es la vida de los cuatro", enfatiza Alby.