Osvaldo Hernández
LA PATRIA I Manizales
Corría el minuto 90 del juego que Alemania le ganaba 1-0 a Colombia en el Mundial de Italia 90. Pierre Littbarski había puesto en ventaja a los alemanes; el juego parecía definido.
Francisco Maturana había mandado a calentar al guajiro Arnoldo Iguarán y al quindiano Rubén Darío Hernández, ambos delanteros. Lo hacían en una esquina, fuera del campo, muy cerca del banderín porque el estadio Giuseppe Meazza, de Milán, no tiene pista atlética.
Y llegó esa jugada que quedara para siempre en la historia del fútbol colombiano. Luis Alfonso "El Bendito" Fajardo le llevó la pelota a Carlos "El Pibe" Valderrama. El samario, en una jugada memorable, presionado por los alemanes, le filtró la pelota al espacio a Freddy Rincón para que le definiera por el medio de las piernas a Bodo Illgner.
Freddy corrió a la esquina donde estaban Rubén Darío y Arnoldo. Allí llegaron los demás jugadores y se juntaron en un abrazo inolvidable. "Rubencho" dice que hasta allí llegó todo el país a celebrar.
Bodo Illgner, el portero alemán, reaccionó botando la pelota. Le pegó con fuerza y potencia. El disparo se estrelló contra la malla y quedó muy cerca de Rubén Darío, hábil delantero que pasó por Quindío (3), Millonarios, Once Caldas, Nacional, Envigado, Medellín, Pereira, América, Santa Fe, Metro Stars (EE.UU.), Tolima (2) y Unicosta.
"El balón me quedó cerca, lo cogí y me senté. En medio de la euforia pocos se percataron de ello. Y el partido se reanudó y finalizó con otro balón. El juego se acabó, me lo llevé para el camerino y Freddy Rincón me pidió que se lo entregara. Obvio, le dije que no", recuerda el Botín de Oro en el fútbol colombiano en 1994.
La Selección volvió al país y Rubén Darío llevó el balón a su casa. Recuerda que se lo entregó a su padre, don Ramón Hernández, para que se lo guardara. "Y se me olvidó que lo tenía hasta que hace poco mi papá me dijo..."espere que le tengo algo guardado y me trajo el balón"".
Ese balón, con el que Freddy Rincón le empató 1-1 a la poderosa Alemania en el Mundial de Italia 1990, reposa hoy en el museo del deporte quindiano que está ubicado en el estadio Centenario de Armenia.
Rubén Darío, apodado también como el "muchacho de la carrera alegre", tiene 55 años, es licenciado en educación física de la Universidad del Quindío y técnico de la AFA y de la Conmebol, licencia que entrega la Federación Colombiana de Fútbol (FCF). El exdelantero quindiano, padre de Rubén y Natalia, es asistente técnico en el Deportes Quindío.
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