Jorge Alberto Gutierrez


Pensé, ingenuamente quizás, que la discusión sobre "los puentes de la cincuenta y dos" ya estaba superada, que el cúmulo de errores en las obras públicas que habíamos sufrido en administraciones recientes, había dejado una lección de cordura en la manera de mirar la ciudad, pero, desgraciadamente compruebo que seguimos haciendo alarde de un parroquialismo altanero que repite como un mantra aquello de "cemento, cemento lo demás es puro cuento", eslogan que inmortalizó a más de uno de nuestros mandatarios y sus geniales asesores.
El eufemístico "Paseo de los estudiantes" o "Paseo del deporte" que desconoció las necesidades de los miles de peatones, estudiantes y deportistas, que se movilizan diariamente por esta vía, y de paso arriesgaba el nombre de Jaime Lindsay, constructor de los setenta y cuatro kilómetros del cable que comunicaba a Manizales con Mariquita, cuya recordación es vital en estos momentos de tan reducida planeación urbana, o la intersección vial del Batallón Ayacucho que se olvidó del movimiento de retorno, o el cuarto carril de la Avenida Alberto Mendoza que elevó innecesariamente sus costos por no haber sido planeado desde un principio a pesar del clamor ciudadano, o el túnel de la cincuenta y dos que contribuyó a agravar el problema de movilidad de un vasto sector de la ciudad, y cuyos intentos de solución no han hecho nada distinto que evidenciar la precariedad de su planeación, como el puente, que por valorización, se pretende llevar a cabo, para Orgullo de la Ingeniería local.
Recibí el día de ayer copia de una carta al alcalde Jorge Eduardo Rojas Giraldo, rubricada por ciento setenta y cuatro ciudadanos, vecinos del sector, donde se le solicita respetuosamente que se les tenga en cuenta para hacer el debate sobre las posibles soluciones al error cometido, considero mi deber sumarme a los abajo firmantes pues tengo la convicción de que la propuesta de la pasada Secretaria de Planeación Municipal, atiende de manera idónea el caso que nos ocupa, además de otras iniciativas igualmente válidas, que encaran el problema acorde con su dimensión urbana, solo que su implementación tendría un costo de muchos menos ceros, y para nuestra idiosincrasia sedienta de esto no representa ningún acicate a la autoestima.
En un pasado artículo sobre el mismo tema, noviembre de 2010, traté de demostrar lo inconveniente de esta solución, por fragmentada, incluso describí la demolición en Bilbao de una intersección parecida, que funcionaba expresamente para los automóviles, por las incomodidades ocasionadas a la calidad de la vida urbana, este tipo de soluciones están, como se dice coloquialmente, mandadas a recoger en el mundo. Nos falta tanto la visión de conjunto, como la selección de prioridades, la prueba está a la mano, es fehaciente; la solución al túnel de la cincuenta y dos conlleva las siguientes preguntas: ¿Cómo es la conexión con la Avenida del Río? ¿Cómo serán contrarrestados los problemas generados a los peatones y vecinos tanto por la "invasión" del puente a la intimidad de sus hogares, como por las dificultades e inseguridad derivados de su puesta en marcha? ¿Cómo es la relación de costo beneficio, teniendo en cuenta que posiblemente los que más habrán de pagar van a ser paradójicamente los grandes perjudicados? ¿Por qué no usar el magnífico recurso de la valorización en obras priorizadas de acuerdo con la vocación de la ciudad?
Noventa y nueve mil doscientos votos ciudadanos por la calidad de la educación reposan en la urna entregada a la administración municipal al principio de su mandato, dan cuenta del redireccionamiento que se propone para la ciudad, recogen la visión tantas veces concebida de hacer de la educación el motor del desarrollo económico, el puntal para hacer que Manizales recobre un lugar de privilegio en la escena global.
Pero esto requiere que la ciudad se planee en función de atender las necesidades de los millares de estudiantes, de los profesores, de los magíster, de los investigadores, de los científicos; las necesidades de transporte, de ciclo rutas, de andenes para caminar, de bibliotecas, de escenarios deportivos, de colegios, en otras palabras una ciudad acorde consigo misma, que conoce exactamente cual es su decisión sobre el futuro, para eso es la planeación y para eso existe el recurso de la valorización.
Por favor no nos equivoquemos otra vez.
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