Luis F. Molina


Pulso y Latitudes
Luis F. Molina
En Twitter: @luisfmolina
Un poco de historia: El oficialismo venezolano comandado por Hugo Rafael Chávez Frías formuló un fallido referendo en 2007 que le permitiría hacerse reelegir indefinidamente y le permitiría estar en la presidencia después de enero de 2013 cuando termina el período presidencial en curso.
Al día siguiente de que su reforma fue rechazada en las urnas salió a decirle a la opinión pública –maduramente, como suele hacerlo- que fue una “victoria de mierda”. Añadió: "sepan administrar su victoria, porque ya la están llenando de mierda. Es una victoria de mierda y la nuestra, llámenla derrota, pero es de coraje".
En 2009, Chávez contraatacó e hizo otra consulta popular. Esta vez no mezcló sus intenciones políticas y solamente midió la aceptación de su sed de poder. La reelección presidencial consecutiva pasó con un 54% de los votos. Allí obtuvo el pasaporte que le garantizaba llegar a la contienda electoral que finalizó el domingo pasado con el pesar de muchos y la alegría de otros tantos.
Sin embargo, Chávez no ha sido el más ético de los presidentes y no hay quién pueda sentarlo en la banca de la verdad a juzgarlo por lo que ha hecho. No obstante, la forma en la que ha maltratado y ha estigmatizado a la oposición, tal como lo muestran sus declaraciones del 2007, dan pie para entender que no es el más comprensivo ni el más inclusivo de los presidentes.
Bien dijo Simón Bolívar en el Congreso de Angostura en 1819: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el Poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”.
Recuerdo entonces aquel visionario refrán que nos condena a repetir el pasado si olvidamos nuestra historia. No precisamente la obsesión de Chávez por la vida de Bolívar le ha ayudado a contrarrestar esta máxima. Cuando la tradición se recuerda amañadamente, se tienden a repetir los problemas del pasado con mayor severidad.
Henrique Capriles Randoski era la alternativa. Cargaba sobre sus hombros la figura de ser el candidato único de la oposición. Muchas personas se adhirieron a su campaña y algunas fueron el blanco de sus críticas, quizás porque tenía el apoyo de banqueros y aquellas figuras a las cuales ama Chávez atacar basado en epítetos y calificativos abyectos.
Resalto el discurso de aceptación de la derrota en las urnas de Capriles Radonski. Claramente, mucho más decente que todos los que ha hecho Chávez Frías en su vida política.
Sin embargo, que este último se jacte al decir que ésta fue una victoria de la democracia tiene muchas aristas para reconsiderar. Una democracia necesita, entraña, busca y demanda alternancia en el poder. Hugo Chávez maneja el ejecutivo y la Asamblea Nacional de Venezuela sigue como lacaya sus ideas del inconexo Socialismo del Siglo XXI.
El populismo se ensañó, pero enamoró a millones de venezolanos que por su propia convicción siguen a Hugo Chávez y eso también es democracia. Dentro de esos principios tan defendidos por la mayoría, está el de respetar la gloria del ganador en su victoria.
Ya vendrán entonces seis años, si no son menos por cuestiones de la naturaleza, para que Chávez cierre cuantos medios de comunicación le hagan seguimiento y crea golpistas, expropie lo que no se le ajuste a sus caprichos y mantenga a raya la tranquilidad del vecindario. Finalmente, cada pueblo tiene los dirigentes que se merecen, aunque haya unos que sufren más porque la vida se encolerizó con ellos.
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El conflicto en Siria no termina. Ahora, Turquía entró a restringir sus fronteras y se encuentra vigilante ante cualquier violación de soberanía de parte del gobierno de Bashar Al-Assad.
Dicen los medios de EE.UU. que Mitt Romney ganó el debate de la semana pasada. Yo me pregunto: ¿Qué ganó? ¿Quién mide la victoria de un debate? Algunas cadenas hicieron una revisión de los datos que Romney dio durante el debate y algunos resultaron ser incorrectos. No obstante, esto no tapa el desnudo discurso que mostró Obama al concluir el primero de tres encuentros televisados. Todo está por verse… y corroborarse.
D E S T A C A D O
Resalto el discurso de aceptación de la derrota en las urnas de Capriles Radonski. Claramente, mucho más decente que todos los que ha hecho Chávez Frías en su vida política.
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