Pbro. Rubén Darío García


Qué noticia tan maravillosa para tu vida: "Yo mismo abriré tu sepulcro y te haré salir de tu sepulcro… te infundiré mi espíritu y vivirás". ¿Cuál es tu sepulcro? Es decir, ¿aquello que te cubre y dentro de lo cual estás atada o atado por aquellas cadenas o vendas que no te dejan andar? Muchas veces será tu misma manera de ser, tus miedos, tus angustias, tu preocupación desmedida por el dinero, la búsqueda de satisfacer a toda costa los proyectos personales. A lo mejor tu venda mayor será tu esclavitud del licor, de la droga, del juego. Tus celos, tu avaricia, tu lujuria, tu codicia, tu ira, tu desenfreno de acumular cosas, tu envidia, tu pereza.
Si revisas tu hogar, podrías darte cuenta que hace tiempo tus relaciones podrían estar "muertas". La costumbre de estar ahí… ya no hay intimidad, no hay donación de sí mismo, de sí misma a la persona que se ama. Se pudo haber perdido el valor de caminar juntos, de compartir un café, de ver el paisaje, de contemplar un atardecer. Ya no hay serenatas, flores, detalles, hasta la fecha del cumpleaños se ha olvidado. Hay tanta prisa, lo simple ya no cuenta y perdemos la conciencia de que "aunque uno viva setenta años y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, pasan aprisa y vuelan" (Sal 89).
Esta "muerte" es más fuerte que "la muerte física"; porque se pasa la vida sin vivir y se llega a morir como se vive. Es por esto por lo que en la Palabra de hoy se da una esplendorosa luz: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre". Así como Jesús ha dicho a Lázaro, "ven fuera", así te dice a ti, sal fuera de tu "tumba" de tu sepulcro. Y del mismo modo, ordena: "desatadle y dejadle andar". Aquí entra la Iglesia, es decir, la asamblea de quienes hacen acontecer el Reino de Dios aquí y ahora. Son tus hermanos quienes te desatan, porque te aman, por el poder de Cristo. Así llegamos a vivir en un proceso de evangelización: redescubrimos para qué fue nuestro bautismo, llegamos a "creer" y comenzamos a vivir.
Déjate lavar en esta Semana Santa, déjate purificar: la muerte y la resurrección de Cristo es la que permite que tú también puedas "resucitar", que tu hogar "vuelva a vivir", que tu vida pueda recuperar su sentido. Perdona el esposo a su esposa, el hijo a su padre, la hija a sus abuelos, los hermanos entre sí, la suegra a su nuera, la nuera a su suegra. El joven entra en un proceso de recuperación frente a su problema de drogas; los enemigos se dan la mano, los pueblos buscan la unión, el perdón vence al odio y la indulgencia a la venganza. Así se vive la experiencia de la resurrección. No dejes pasar más tiempo. Si tienes algo con tu hermano, ve y reconcíliate con él para que puedas presentar tu ofrenda ante el altar.
¡Oh muerte! ¿dónde está tu victoria? ¡Oh muerte! ¿dónde está tu aguijón? El aguijón de la muerte es el ¡pecado! Pero... la muerte ya ha sido vencida, ya no tiene poder sobre nosotros, fuimos comprados a precio de sangre. "He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo": Cristo el Señor, su Cruz nos ha hecho ver la Luz. "Dejad que el grano se muera y venga el tiempo oportuno: dará cien granos por uno la espiga de primavera".
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015