María Leonor Velásquez Arango


Cómo se sentiría si usted perteneciera a un grupo de personas que no solo tienen resueltas todas sus necesidades económicas, pero además son privilegiadas y en su mayoría ejercen cargos de poder y liderazgo en la sociedad. Cuando usted está sentado con ellas tiene la posibilidad de interactuar y dar su punto de vista, pero cuando regresa a su casa se encuentra con una dura realidad; su compañero(a) no tiene trabajo, en su despensa y en su mesa no hay comida y en su billetera no hay con qué comprar nada para cenar esta noche, tampoco hay un familiar o amigo a quien pedirle ayuda; pero usted debe sentirse muy importante por estar en este grupo privilegiado de personas que aportan a una bonita causa.
Y la historia no termina aquí, cuando usted saca todo su coraje y decide que es tiempo de pedir ayuda a su grupo de compañeros que viven en condiciones tan distintas a la suya, como son personas tan importantes y ocupadas, es difícil que puedan sacar el tiempo para atenderlo o ni siquiera se enteran que los están buscando, porque la llamada se queda en una secretaria que piensa que usted no es lo suficientemente importante para estar en la agenda de su jefe; otros por el contrario, muy sensibles, creen que la forma de ayudar es solucionar momentáneamente el problema, esto es hacer un regalo.
No estoy contando un cuento, estoy hablando de historias de la vida real que me conectan con las injusticias que, sin ninguna mala intención, cometemos a diario; siento indignación, no con otros, conmigo, porque estoy segura que muchas veces he estado en este lugar. Estamos muy interesados en la problemática social de la ciudad, pero cuando hay un ser humano de ‘carne y hueso’ pidiéndonos ayuda no tenemos tiempo.
Podríamos revisar cifras de pobreza, desempleo, inequidad, desnutrición, acceso a educación, entre otras, para darle un carácter técnico a esta reflexión y sin embargo, estoy convencida que la injusticia, la inequidad, la pobreza y la exclusión no son solo un tema técnico, como dice el papa Francisco; estamos hablando de seres humanos, con nombre y apellido, que no encuentran oportunidades que les permitan vivir una vida digna. Algunos logran con mucho esfuerzo superarse académicamente, pero eso no es suficiente; para tener un trabajo digno en nuestra sociedad además hay que tener apellidos y relaciones, hay que ser joven y bonito(a) y ser capaz de desenvolverse en unos círculos sociales donde a veces importa más la apariencia que la esencia.
Creo que la dificultad que tenemos para ser una sociedad incluyente tiene que ver, en nuestro caso, además de los problemas en la calidad de la educación y la falta de dinamismo de la economía, con la miopía que tenemos para darles oportunidad a personas que no pertenecen a nuestro círculo social; esto me parece un desperdicio inmenso. Si queremos solucionar el problema de la exclusión vamos a tener que empezar por ponerle nombre y apellido a las personas que en nuestro círculo inmediato se sienten ignoradas, descartadas, subvaloradas; cuando seamos capaces de ponerle una cara a esta situación tal vez empecemos a ser conscientes de la inmensa necesidad que tenemos de ver, reconocer y considerar al otro como un ser humano valioso.
La inclusión tiene que ver con dejar de pensar que en esta sociedad solo hay espacio para ti o para mí; y no solo se trata de empezar a pensar en tú y yo; necesitamos empezar a mirarnos desde el nosotros, este es el principio de construir una sociedad equitativa y justa donde todos tengamos oportunidades para tener una vida digna. No estoy hablando de temas de racismo o de discriminación de género, me refiero a la actitud indiferente y/o despectiva que a veces tenemos frente al otro, sea este un niño al que por verlo tan indefenso y pequeño lo ignoramos, o un anciano que consideramos que cumplió su ciclo y ya no tiene opiniones valiosas, o sea una persona con menos educación o conocimientos de los que nosotros creemos tener. Es en nuestra vida cotidiana y concreta donde tenemos que empezar a hacernos la pregunta para que podamos emprender acciones efectivas.
Un tema en el que además aplicaría totalmente la innovación social; la capacidad de poner el talento y la creatividad para generar, en colaboración con otros, iniciativas que aporten a la solución de los problemas complejos que afectan a la sociedad; como dice Francisco Manrique en su blog de esta semana: ‘La complejidad de los problemas sociales también invita, cada vez más, a buscar la colaboración de diferentes disciplinas para encontrar soluciones novedosas y útiles… en nuestro medio ya es innovador el hecho de buscar construir una cultura donde se valore la diversidad de las ideas, se incluya a personas con perspectivas diferentes y se generen puentes de confianza entre diferentes actores’. <http://ciudadanoglobalfm.blogspot.com/>
¿Cuáles son esas personas a nuestro alrededor que se han vuelto parte del paisaje y que ya ni si quiera vemos? ¿Cuál es el dolor ajeno que estamos ignorando? ¿Qué es eso que tenemos que empezar a cambiar en nuestras prácticas diarias familiares, empresariales, sociales? Lo invito a reflexionar y revisar este tema y ver cuál es el siguiente paso que podríamos dar, individualmente y como parte de esta sociedad. No será posible tener calidad de vida si no empezamos por superar nuestras grandes brechas en temas esenciales de esta Ciudad-Región.
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