Andrés Hurtado


Propongo un paréntesis en mi relato del viaje a Bután. Invitado a Cartagena hace dos semanas por el capitán del barco Warrior de la organización Green Peace, "Los guerreros del arco iris", navegué frente a Playa Blanca, de Barú. No cabía un alma más en las espléndidas playas. Recordé, al pasar, la frase de El Principito: "El desierto es maravilloso porque oculta un pozo en cualquier parte".
Este mar de Barú, impecablemente azul, añade a su hechizo otro encanto particular: en algún lugar del fondo de este mar Caribe frente a estas costas yace el galeón San José, que en su momento fue el buque insignia de la armada española y que fue hundido en 1708 por barcos ingleses y con él duermen en sus arcas once millones de monedas de oro, amén de varias toneladas de plata, joyas y piedras preciosas.
El piloto de mi voladora, Wilner Gómez, me habla con pasión de sus planes para unir a sus coterráneos de Barú en torno al proyecto de recobrar y salvar los valores tradicionales de la cultura barulera. Barú es una península ubicada al sur de Cartagena; algunos hablan equivocadamente de una isla porque para llegar a ella hay que cruzar ahora el Canal del Dique en el sitio de Pasacaballos. El hecho de que el Canal artificial separe a la península no la convierte en isla. Barú tiene 60 kilómetros cuadrados o sea 6.000 hectáreas y alberga tres pueblos.
El proyecto pretende que los nativos se apropien de sus incontables valores tradicionales en los que se cuentan la música, el baile, la artesanía, las técnicas de pesca, la tradición oral, la organización familiar tradicional, la educación de los niños, los juegos infantiles, el trabajo de las mujeres, el juego político de la organización social, la relación con la naturaleza.
En este último aspecto, por ejemplo, preocupa la caza de iguanas para extraerles los huevos. "Lo correcto" hasta ahora ha sido coserlas luego de la extracción de los huevos, de modo que los animales sigan viviendo; pero ahora matan los animales con el mismo propósito. Se quiere, con la conciencia ecológica que avanza en un mundo agobiado de tantos problemas ambientales, que no solo no se mate a los reptiles sino que tampoco se les extraigan los huevos. Es una labor de educación ecológica que quieren hacer Wilner y los miembros de la junta con las nuevas generaciones.
Este hermoso e ingente trabajo necesita de apoyo no solo del gobierno sino de empresas y colombianos que buscan en el país dónde invertir dineros y esfuerzos para mejorar nuestra sociedad.
Y tal es el sentido de este artículo que quiere ser un llamado para que los colombianos, los manizaleños, los habitantes de la zona cafetera y los paisas en general tradicionalmente generosos y emprendedores echen una manito a los baruleños; ellos se lo merecen y lo merecemos todos. El correo electrónico de Wilner es: nerwil1@hotmail.com. Es nerwil y el número uno.
Por lo demás invito a los paisas a que visiten estas playas de Barú, de arenas blanquísimas y mar limpísimo, verde y azul, escenario magnífico para todos los deportes náuticos desde el buceo hasta las cometas marinas. La gastronomía es exquisita, basada en pescado fresco que sale directamente del mar a la sartén. La comunicación con Cartagena es constante por tierra y por agua.
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