Jorge Enrique Pava


Con la definición de Álvaro Uribe Vélez de encabezar una lista al Senado de la República, se empieza a agitar el cotarro político del país y se marca el inicio de una nueva etapa en este convulsionado mundo de deslealtades, oportunismos e intereses particulares.
Mucho se habla sobre la conveniencia o no de que un expresidente se "rebaje" a participar como congresista, máxime después de haber sido el mandatario con más años en el gobierno en la historia colombiana. Y muchos de esos comentarios llevan consigo un temor reverencial; otros una incertidumbre jurídica; y otros tantos una rabia e impotencia por lo que se les avecina. Pero, en el fondo, existe el reconocimiento de que hay un hombre que, por sí solo, arrastra multitudes y causa un efecto misterioso en millones de ciudadanos que estamos dispuestos a salir a depositar el voto nuevamente por el candidato expresidente, sin ninguna otra consideración de aquella que dejó impresa en nuestra retina; y el agradecimiento por lo que hizo con un país que asumió carente de esperanzas y condenado a la sumisión indefectible ante los criminales guerrilleros de las Farc, y lo entregó con pujanza, seguridad y ánimo de progreso y desarrollo.
Pero aparte de todo, este es un ejercicio supremamente interesante. El solo hecho de que Uribe vuelva a la arena política a competir con sus émulos, de tú a tú, con las únicas armas que le da la autoridad de haber dedicado su vida a esta Colombia hermosa, es de un altísimo significado democrático y de una trascendencia incalculable. Porque lo vuelve más terrenal y más humano y, por consiguiente, más susceptible y vulnerable. Porque lo acerca materialmente a un pueblo que nunca ha abandonado y que reclama la presencia de alguien que le pueda fincar nuevas esperanzas, y que le devuelva la confianza en un país asediado por las amenazas emitidas desde La Habana y acolitadas por el gobierno Santos.
Que hubo baches, errores y equivocaciones en los gobiernos de Uribe, ¡claro! En toda actividad donde se involucre la voluntad humana tiene que haber defectos. Y más en el gobierno de un país que afronta tantas dificultades y que ha sido manejado durante años con desidia e irresponsabilidad. Pero el balance es positivo, muy por encima de los enemigos naturales que se niegan a reconocer virtud alguna en cabeza del expresidente. Porque es innegable que esta Colombia de hoy es otra; porque nadie puede argumentar en contra de que un país que se encontraba sumido en el desastre terrorista, le fue arrebatado de las manos a quienes hoy descansan descarada y cínicamente en Cuba por cuenta de los colombianos de bien; porque nadie puede negar las virtudes de ocho años de presencia del Gobierno en todos los rincones de la Patria.
Pero además, nadie puede negar que lo que hace Álvaro Uribe al enfrentarse de nuevo en esta convulsionada arena política es, sobre todo, un sacrificio personal. Podría dedicarse más bien a disfrutar de las mieles del poder en sitios más relajados, o aislarse cómodamente en cualquier lugar del mundo, sin tener que soportar tanto enemigo rastrero y tanta lucha de poderes sin escrúpulos. Y no lo hace. Prefiere someterse al escrutinio de los colombianos y seguir enfrentando los problemas del país, aún en medio de ingratitudes, felonías y traiciones.
Se nos avecina pues una muy interesante contienda electoral. Porque son muchos los afectados con la presencia de Álvaro Uribe Vélez como contendor, sobre todo aquellos que desestimaron su liderazgo y prefirieron doblegarse ante la mermelada del Gobierno Nacional. Porque son muchos los que sufren desde ya su derrota por el solo hecho de no contar con el apoyo de un líder a quien no le supieron guardar fidelidad. Y más interesante aún serán los debates futuros en el Congreso Nacional cuando se empiecen a imponer los argumentos sobre el poder politiquero y se empiece a ejercer un verdadero ejercicio legislativo ante los ojos del mundo entero.
* * *
El nuevo round entre la contralora general de la República, Sandra Morelli, y la Fiscalía General de la Nación, nos llena de esperanza de que algún día llegue el fin de tanto descaro, tanta prepotencia y tanta aberración manejados en ese ente de control. Podría basarse la Fiscalía solo en la acumulación de denuncias que hay en Caldas y en la desatención de las mismas por la propia contralora, para levantar un prontuario disciplinario que diera con una sanción ejemplarizante. Porque sistemáticamente se ha negado a avocar los procesos que puedan perjudicar a sus protegidos, entre quienes se encuentra el exgobernador Emilio Echeverri, quien a su vez hace parte de la nómina paralela denunciada por Ramiro Bejarano en El Espectador. Ojalá las acciones de la Fiscalía tengan consecuencias tangibles y prontas, pues podría ser el inicio del destape de inmensos delitos e irregularidades cometidos en Caldas y que hoy se encuentran cubiertos por las injerencias del poder o precluidos por vencimientos de términos deliberadamente provocados.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015