¿Qué país visitar primero? Esta es una pregunta que me formulan a menudo los colombianos. Y les doy como respuesta una que funciona para casi todo. Les digo: depende. Depende de lo que se quiera ver, depende de los gustos, prioridades y cultura de cada uno.

Si se trata de personas cultas, mejor dicho de viajeros, no de turistas, la oferta es variada y va desde países poseedores de culturas muy antiguas, representadas en el legado de monumentos, esculturas, pinturas, arte, literatura y arquitectura en general, hasta países modernos con las mismas características, respetando el factor de la antigüedad, que las diferencia. En el primer caso podría estar Grecia y en el segundo Francia.

Si se trata de simples turistas, que van tras lo que generalmente los desvela, rumba, diversión, fiestas, derroche, nunca faltan en el mundo los destinos de moda, unas veces la Costa Azul, otras Cancún, otras Acapulco, otras Punta Cana, otras Las Vegas, otras Ibiza, en fin gozaderos para turistas bullosos hay por todas partes. Y los hay para gente de todos los estratos.

Debo admitir que hay turistas más reposados que quieren descanso en lugares más tranquilos y menos bulliciosos. Los hay. No van tras arte, cultura, encuentros con otras etnias y maneras de ver la vida y el mundo, pero tampoco se desviven por los lugares de gran diversión y jolgorio.

Nótese de entrada que albergo cierta "cosilla" contra los turistas, "cosilla" imposible de ocultar.

El último capítulo de mi reciente libro "Caminado Colombia" (Trekking Colombia, en su versión inglesa) se titula: "Turistas, viajeros y nómadas") y hago una comparación, con tintes irónicos, de lo que pretende cada una de estas clases de ciudadanos y definitivamente declaro mi simpatía por los dos últimos grupos especialmente por los nómadas y no puedo disimular mi consentida "cosilla" contra los turistas.

Espero que no me oigan ni me lean los gobiernos, porque todos incentivan el turismo interno y tratan por todos los medios de atraer turistas extranjeros. Es más, varios países del mundo basan sus economías en el turismo, la equivocadamente llamada "industria sin chimeneas". No hay nada más contaminante que las hordas de turistas en las playas y lugares de masiva presencia. Así haya canecas de basura y se las utilice… hay otra contaminación igual o peor, porque atenta contra todo en la naturaleza, incluyendo la fauna y que atenta sobre todo contra la salud de los seres humanos: las cargas de decibelios ensordecedores que suelen acompañar esos lugares. Digamos por ejemplo Taganga, el río Pance, Melgar y las playas en general. Son solo unos entre centenares de ejemplos. Se puede decir que cada ciudad grande en Colombia y cada departamento poseen su Melgar o su Juanchaco o su Juanchito. Obviamente no me opongo a esta clase de diversión y de turismo, debe haberlo, pero habría que civilizarlo, humanizarlo, dignificarlo, ecologizarlo un poco. Estos lugares producen toneladas de basura en botellas, papel, comida, icopor, excrementos y su manejo no suele ser el adecuado.

Se entiende (¿o no?) que uno de los fines del turismo es el descanso. Pues bien, de este turismo meramente fiestero la gente regresa cansada, insolada, enferma de tanta "porquería" que comió, de tanta trasnochadera, pues parece ser de la esencia de este turismo el trocar el día por la noche y la noche por el día. Y con la maleta llena de chucherías y la cámara atiborrada de fotografías desenfocadas, centenares de fotografías en las que se ven indefectiblemente las personas "adornando" el paisaje; el pobre paisaje nunca es el protagonista.

Hay que alentar el turismo, importante en la economía de los pueblos, pero tanto los gobiernos, como las agencias de viajes, los colegios y las universidades deberían educar a los colombianos en este tema. Incluso para hacer turismo se necesita cultura. Advierto a los lectores que el tema y las pullas no los doy todavía por terminados. "To be continued" como dicen los que así dicen.