Efraim Osorio


En Bogotá, seguramente, hay muchas ‘transversales’, vale decir, calles que cruzan las vías principales en sentido perpendicular, distintas, supongo, de las ‘diagonales’. El término se aplica también a "lo que se halla o se extiende atravesado de un lugar a otro", por ejemplo, un alambre que atraviese un solar; y con él se califica a "lo que se desvía de la dirección principal o recta", verbigracia, la forma como camina el cangrejo, que no va derecho hacia adelante, sino oblicuamente. Son las acepciones hasta hoy aceptadas de ‘transversal’, pero últimamente he leído el vocablo con significaciones que retan cualquier análisis, por ejemplo, en esta oración: "La idea es que se enseñe de manera trasversal a través de las áreas que componen el cúmulo de la educación básica" (LA PATRIA, Bilingüismo, Diego Villada Osorio, 21/10/2013). Se necesitan, creo yo, muy buena voluntad y una capacidad enorme de absorción para entender la idea que quiere expresar el expositor. La interpretación que le di a la frase fue la siguiente: hay que aprovechar todas las materias de la educación básica para enseñar o inglés o francés o alemán o mandarín, es decir, conjugar todas esas enseñanzas para lograr el bilingüismo en los alumnos. Y es un buen método, mientras no se descuide el aprendizaje del idioma materno. Con el término ‘transversal’ sucede lo mismo que con ‘imaginario, relato, narrativa’ y otros, usados caprichosamente, con significados que pretenden decir mucho, pero que, en realidad, significan cualquier cosa. ¡Ave María! Nota: Algunos escritores, porque ‘tienen’ que emplear ‘imaginario’, lo hacen como si fuera sinónimo de ‘imaginación’. ¡Qué imaginación!
* * *
‘Mazorral’ (basto, tosco, grosero). Este adjetivo viene de ‘mazorro’ (portugués), del antiguo ‘manzorro’ (castellano), con los mismos significados. Con él, Rafael Arango Villegas calificaba su prosa, cuando, pienso yo, hablaba a través de sus personajes, "gentes a las que nunca pude dominar", según sus propias palabras. En el prólogo de "Asistencia y camas" dice: "Y está escrita en prosa mazorral y criolla, porque soy yo quien la escribe, y no el padre Isla, ni don Miguel de Cervantes Saavedra". En la página 14 del libro "Éste soy yo, tal cual…", en lugar de ‘mazorral’ aparece ‘mazamorral’, palabra que no existe. En el mismo libro, en el extremo inferior derecho de la página 91 quedó impreso esto: "No abría ido mucho mejor…" en lugar de "Nos habría ido mucho mejor…". Y en las páginas 46 y 56, la conjunción ilativa ‘conque’ (que "enuncia una consecuencia natural de lo que acaba de decirse") está escrita como si fuera la locución ‘con que’ (preposición y pronombre relativo). Anoto esto a manera de ‘fe de erratas’, para que los que ya tienen el libro o lo van a adquirir hagan las correcciones pertinentes.
* * *
En los diccionarios están asentados los adverbios de modo ‘comoquiera’ (de cualquier manera) y de lugar ‘dondequiera’ (en cualquier parte), pero no el de tiempo ‘cuandoquiera’, que significaría ‘en cualquier momento’, muy lógico, por cierto; además, así lo acoge la "Nueva gramática de la lengua española" (Manual, 22.6.1a ss.). En los diccionarios anotados aparece, como ‘locución adverbial’, ‘cuando quier’, con la misma acepción de ‘cuando quiera’. El muy veterano columnista de El Tiempo, Abdón Espinosa Valderrama lo empleó en la siguiente frase: "Cuandoquiera se legisla sobre estas materias, conviene recordar…" (31/10/2013). De acuerdo con mi análisis, el escritor debió echar mano de la locución adverbial de tiempo ’cuando quiera’ seguida de ‘que’, y, como se trata de una oración que indica sólo posibilidad, el verbo debe ir en modo subjuntivo, así: "Cuando quiera que se legisle sobre estas materias, conviene recordar…". Lo mismo se aplica a las otras locuciones adverbiales y a sus respectivos adverbios. Sirvan de ilustración las siguientes muestras: "Como quiera que lo hiciere, quedará mal hecho"; "donde quiera que se encuentre, será el mismo"; "cuando quiera que se lo diga, se lo diré". Y: "Si quiere hacerlo, hágalo cuandoquiera, dondequiera y comoquiera". Es lo lógico gramaticalmente hablando (porque el adverbio sólo modifica verbos, adjetivos y adverbios), a pesar de que la Academia de la Lengua registre ejemplos en los que sus autores emplean indistintamente la locución adverbial y el adverbio correspondiente.
* * *
En su llamada a Línea Directa de LA PATRIA, el señor Julio Ernesto Zapata dijo: "El hijo de un tataranieto es un chozno no un chorlito (ave) como aparece en una crónica social el sábado 19" (23/10/2013). Acertados ambos, el señor Zapata y el redactor de la crónica social citada: El ‘chorlito’ (Pluvialis apricaria) es un "ave limícola de unos treinta centímetros de longitud, de plumaje gris con rayas pardas por encima y blanco con manchas por debajo" (M. Moliner). El ‘chorlito’ de nuestro periódico es el diminutivo de ‘chorlo’, colombianismo por ‘chozno’, de vieja tradición, pues ya está asentado en el Diccionario Abreviado (1887) del general Uribe Uribe, de este modo: "Chorlo, chozno, hijo del biznieto. Chorlos: ciertas piedras finas. Chorlito (no ‘chorlo’), ave acuática". En su Lexicón de Colombianismos, Alario di Filippo enseña: "Chorlo. Corrupción de chozno". Y de ‘chorlito’ dice: "(Huila y Tolima) Tierno". ¿Tendrán los bisabuelos de hoy la dicha de conocer a sus ‘chorlitos’?
* * *
La VEINTITRÉS: Perded toda esperanza.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015