Mario Cesar Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Los tres partidos recientes del Once Caldas desnudaron la situación que hemos venido planteando desde el comienzo, y que va en contravía de lo que la gente quiere escuchar, más cuando los resultados aparentemente avalan la campaña del Sachi Escobar.
En resumen, al promediar el torneo se puede decir que son más los puntos que el nivel exhibido, y que el onceno blanco va camino de encontrar en la tabla el puesto que realmente le corresponde por su fútbol, poniendo en situación riesgosa la clasificación.
La pérdida de cinco unidades de las últimas seis disputadas enfrentando a los peores equipos del campeonato enciende las alarmas, y no pueden escudarse simplemente en que con uno menos es imposible, o que el calor de Yopal fue insoportable.
El Quindío no tiene como ganarle a nadie, y lo hizo en Manizales, claro, por la irresponsabilidad de Edwards Jiménez y por un error sobre el final, hechos inaceptables para una escuadra con jerarquía, que nunca comprendió que se encumbraba con la victoria.
Sorprendida además por un rival inocente, que acertó al poner a Murillo en punta por el sector de ‘Alcatraz’, taponando su salida, sin reforzar esa zona en marca para liberarlo un poco, sabiendo que constituye la mejor fórmula de ataque, y en ocasiones la única.
Después de la guerra somos generales, pero es labor del cuerpo técnico hacer las lecturas debidas en desarrollo del juego, y están faltando para tomar decisiones oportunas que hagan sentir que hay un patrón definido, y una propuesta óptima dirigida desde el banco.
Al final, lo que se suponía iba a ser un liderato consolidado y en solitario, terminó entreverando al Once Caldas en ese lote grande de los de arriba, siendo octavo hoy, y con la obligación de superar al Chicó, un contrincante con más argumentos que los anteriores.
También la producción individual deja mucho que desear, y exceptuando a Cuadrado, García y Cabrera, los demás están llenos de altibajos, algunos con rendimientos tan justos que no alcanzan a enamorar, como Scaglia, Giraldo, Lopera, Jiménez o Romero.
Otros, González, Núñez, Rodríguez, con antecedentes valiosos han decepcionado, generando dudas sobre la forma como se les emplea, lo que no habla bien de la valoración de activos, aunque por supuesto tienen que ayudarse con entrega y profesionalismo.
Equipos como Pasto, Cúcuta e Itagüí cumplen campañas similares, con dos diferencias sustanciales, una que poseen nóminas inferiores, y la segunda, que ejecutan presentaciones cargadas de orden táctico, con una base estructural superior, y con mayor oficio.
Sin pretender ser aguafiestas, igualmente recuerdo que durante la temporada han sido varias las situaciones llenas de fortuna que permitieron sumar puntos, las que no duran siempre, siendo necesario que aparezca el agregado que haga confiable el paso a la semifinal. 
Manos a la obra que hay tiempo, y el llamado también es para los jugadores, pues una debacle después de haber arrancado con buenas cifras, seguramente obligará a un replanteamiento para el segundo semestre, y serán los primeros perjudicados.
Lo cierto es que en el fútbol gobiernan los resultados finales en materia deportiva, no los parciales, independiente de que Escobar sea un hombre decente, estudiado, de finas maneras, y acorde al estilo empresarial que el grupo le quiere imprimir a la institución.
Se esperan sus respuestas como técnico, a través de un mapa estratégico que se identifique, con elementos viables y sincronizados, y una idea que concretamente permita saber a qué juega este Once Caldas, que por ratos luce ajustado al vaivén de sus integrantes. 
Y parte fundamental para obtener dividendos sostenibles, es cotejar los indicadores de gestión, de rendimiento y de calidad, que es la tarea de los directivos, quienes deben estar atentos para que ésta inversión traduzca convenientemente el esfuerzo realizado.
Hasta la próxima…
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