Andrés Hurtado


Hablábamos de Meremberg. Recordemos la bella, heroica y triste historia del alemán que vino a Colombia traído por la Universidad Nacional en los años cuarenta. Participó en la apertura de la vía Popayán-La Plata y por esos lados compró un terreno, todavía “salvaje”, rico en flora y fauna e hizo de él la primera reserva natural del país. En ese tiempo no existían ni los Parques Nacionales ni las que hoy llamamos Reservas Privadas de la Sociedad Civil. Fue, pues, un pionero de la conservación en Colombia. Tuvo una hija que tenía las ciudadanías colombiana y alemana y era de profesión enfermera. Cambiemos de escena. Recordemos al soldado alemán que pilotaba un tanque el día D y fue vuelto añicos por un bombardero inglés. Nuestra enfermera lo cuidó y aquí se juntan ambas historias. Se casaron y vinieron a Colombia a encargarse, con amor, de la reserva Meremberg. Un día unos cazadores que mataban micos en la reserva asesinaron a la enfermera, que acudió a defender sus miquitos. Le dieron varios balazos y un machetazo en la cabeza. Con el dolor hundido en el alma el soldado siguió cuidando Meremberg hasta que hace unos años, acosado por las secuelas que se fueron manifestando en su cuerpo, causadas por el bombardeo, regresó a Alemania. Los herederos siguieron con la reserva, a decir verdad, sin mucho interés según todo lo que sabemos y nos cuentan. El soldado murió nonagenario en una silla de ruedas, allá en su natal Alemania, en diciembre pasado.
A algún huilense le oí que “siquiera se murió el abuelo” porque si viera lo que pasa ahora con su reserva volvería a morir de dolor. Hace poco los herederos pusieron en venta la propiedad. Y el aviso publicitario dice expresamente que se vende Meremberg para ganadería, agricultura o ecoturismo. Agricultura y ganadería, que mal planificadas como están en Colombia, son los mayores enemigos de la conservación.
Conocí Meremberg, caminé sus bosques, dormí en la bella casa de madera que hizo el viejo, visité reverente, en el bosque, las tumbas del fundador y de su hija mártir. Supe que quedan muy pocos micos, contados con los dedos de la mano y que la población de pájaros ya no es tan numerosa como antes. La reserva está descuidada. Y para completar las desdichas los actuales propietarios quieren venderla como sea y a quien sea.
En Parques Nacionales no tenían ni siquiera idea de que Meremberg existía y ahora dicen que no tienen dinero para comprarla.
El departamento del Huila o el gobierno nacional deberían hacerlo y los dueños rebajar un poco sus pretensiones. Se roban tanto dinero en los entes del Estado y los insaciables y descarados políticos, y ¿no habrá unos pesos para comprar la reserva? Yo escribo estas líneas con dolor de patria. No hay derecho a que este esfuerzo maravilloso y épico de los fundadores acabe así. Esta historia de heroísmo y de amor a la Tierra debería, al menos, terminar en el celuloide, inmortalizada en una bella película argumental.
Pionero en reservas privadas, el departamento del Huila también lo es en Parques Nacionales. El de la Cueva de los Guácharos, ubicado al sureste, en un nudo intrincado de montañas y bosques, es también el Primer Parque Nacional de Colombia. Seguiremos hablando.
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