María Leonor Velásquez Arango


Los seres humanos, usted y yo, vamos por la vida realizando acciones que esperamos se traduzcan en un resultado que nos genere satisfacción, bienestar, felicidad, poder, reconocimiento o el logro de una meta. Si al evaluar los resultados nos sorprendemos, nos decepcionamos o simplemente no logramos lo que estábamos buscando, lo primero que hacemos es revisar qué hicimos o dejamos de hacer; la mayoría de nosotros hemos escuchado la frase ‘no podemos obtener un resultado diferente haciendo más de lo mismo’.
¿Le ha pasado que cambia las acciones, busca la opinión de otro especialista, prueba con un nuevo tratamiento y el resultado se mantiene? A veces no es suficiente cambiar las acciones, también necesitamos revisar por qué actuamos de una u otra manera, de dónde viene este comportamiento, qué podemos hacer para que las cosas sean diferentes y tener resultados más satisfactorios. Si no hacemos este tipo de reflexiones, seguiremos tomando decisiones al azar, por ensayo y error; puede que funcione pero puede que no.
Lo invito a que suspenda la lectura y se pregunte ¿Qué es eso que estoy tratando de obtener y no logro? ¿Qué es eso que como empresa estamos buscando y no hemos podido alcanzar? ¿Qué es eso que como sociedad necesitamos modificar y aunque tratemos de hacer cosas diferentes, parece que hay una dinámica perversa que no nos deja avanzar? Los seres humanos somos lo que hacemos y también lo que obtenemos con nuestras acciones tanto para nosotros mismos como para la comunidad en la cual nos desenvolvemos; esto quiere decir que los resultados no son gratuitos, no dependen de otros, no somos víctimas de las situaciones.
Un primer paso en este recorrido sería revisar cuáles son esos factores que inciden en nuestras acciones y nos permiten lograr o no los resultados: la facilidad natural que tenemos para algunas actividades, lo que hemos aprendido, la tecnología de la que disponemos, la intención y la emoción que ponemos al hacerlo, las rutinas que nos hacen movernos como si fuéramos máquinas y nos hacen olvidar el sentido por el cual lo estamos haciendo.
Además de estos factores que podríamos reconocer con relativa facilidad hay otros temas que normalmente no identificamos y que son fundamentales en lo que nos pasa y en lo que obtenemos. Me refiero al tipo de observador que somos, la forma como interpretamos las situaciones que se nos presentan. Si el resultado que estamos obteniendo lo vemos como un problema y nos quedamos en la frustración o en la culpa, probablemente nos quedaremos patinando en el mismo sitio; si en cambio lo enfrentamos como una dificultad que podría resolverse desde otro punto de vista, si desplazamos nuestra mirada, podríamos encontrar la solución y nuevos caminos.
Lo reto a que revise la situación más difícil que esté enfrentando en este momento, mírela de frente y busque personas con las cuales pueda abrir conversaciones nuevas que le permitan tener puntos de vista diferentes; abra su mente para escuchar estas nuevas opciones, no las rechace antes de darse la oportunidad de entender y probar. Asuma la postura del investigador curioso que analiza todas las posibilidades y muchas más antes de rendirse.
Sin embargo, todavía nos falta un elemento fundamental en este tema de lograr el resultado. Los seres humanos somos seres sociales, no podemos separar al individuo de su contexto; nos desarrollamos y formamos a partir de las condiciones históricas y sociales en las que hemos vivido. No seríamos los mismos si hubiéramos nacido en otra familia, en otra ciudad, en otro país. Los sistemas a los que hemos pertenecido nos marcan como personas, le ponen un sello a nuestras acciones y definen los resultados que obtenemos.
Esto quiere decir que si queremos producir cambios profundos, individuales y colectivos, no es suficiente incorporar nuevas acciones o cambiar nuestra manera particular de aproximarnos a las situaciones, necesitamos hacer cambios en los sistemas a los que pertenecemos.
Cuántas veces hemos sido testigos de cambios: en las cabezas de las organizaciones, en los dirigentes de una sociedad, en procesos de aprendizaje personal que esperamos se traduzcan en transformaciones sustanciales en el logro de las metas y con el paso del tiempo nos damos cuenta que no pasa nada; las dinámicas se repiten y estamos, aparentemente, en el mismo lugar. Sé que es frustrante, lo he experimentado personalmente y en ocasiones he querido como se dice coloquialmente ‘tirar la toalla’; pero ¿saben qué? la frustración, el abandono y la resignación no son una opción.
Es necesario ser más conscientes de lo que nos pasa, identificar no solo las acciones y sus causas, revisar nuestra historia y la forma en que interpretamos la realidad, empezar a hacernos cargo de la parte que nos corresponde en el contexto en el que nos movemos, despertar y reconocer nuestra capacidad de incidir en lo que sucede a nuestro alrededor, para emprender acciones que nos lleven a otro lugar. Conciencia, coraje y compromiso serían tres de los ingredientes indispensables, como podemos ver en el video ‘EL PODER DE UNO’ <http://www.youtube.com/watch?v=7J6hcaXTJy8>, lo que yo haga para modificar el sistema sí cuenta, nuestras acciones sí son relevantes en el cambio que queremos ver a nuestra alrededor.
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