Jorge Enrique Pava


Para Caldas es muy halagüeño tener en la escena electoral ese gran número de candidatos que se presentan para las elecciones del próximo domingo. Un número significativo que nos demuestra que, contrario a lo que pasa con el sector privado, hay un esfuerzo por recuperar el liderazgo que ocupaba Caldas en el entorno nacional. Y a pesar de que el concepto general de la política se ha degradado en "sus justas proporciones", no podemos alejarnos de la realidad ni negar que el tener una numerosa representación en el Congreso Nacional es tal vez el único factor que nos ha salvado de que nuestras desgracias sean absolutas e irremediables. Por eso hay que insistir en la necesidad de apreciar y defender el poder político caldense y en la urgencia de votar por candidatos caldenses al Senado de la República.
No podemos ser ajenos al repudio que se han ganado los directorios y los partidos políticos, pues la obligación de que los diferentes candidatos tengan que contar con el aval de un movimiento reconocido, los ha convertido en una industria para hacer dinero y en la mejor empresa al servicio de unos pocos dirigentes. Esa es nuestra realidad, y así hay que afrontarla. De ahí que el elector se encuentre hoy desprendido de ese fervor partidista y se fije cada vez más en la persona del candidato independientemente del color de su bandera. Y de ahí que entremos a valorar más las ejecutorias y el conocimiento del candidato que el sector de su militancia.
En ese orden de ideas, me voy a tomar la libertad de hacer algunas consideraciones de los candidatos que, a mi parecer, merecen el reconocimiento del pueblo, teniendo en cuenta posiciones subjetivas y meramente personales. Creo que así como esta columna ha sido un permanente espacio de denuncia y de ventilación pública de quienes atentan contra nuestro desarrollo y progreso, también me debe acompañar el derecho de exaltar a quienes, en mi concepto, son un baluarte social y político.
Empiezo por reiterar mi voto por la candidata al Senado Adriana Franco Castaño del partido liberal, L 68. El liderazgo ejercido por ella dentro de la Cámara de Representantes la llevó a ocupar la presidencia de la comisión primera constitucional en los momentos más convulsionados de la política en los últimos tiempos, y salió airosa y triunfante como persona, como política y como parlamentaria, obligando al congreso entero a reconocer el potencial académico, estructural y de representación caldense.
Pero con eso no le bastó: el trabajo que hoy se evidencia por generarle bienestar a los 27 municipios del departamento de Caldas y a otros de regiones nacionales, es una carta de presentación suficiente para creer que debemos impulsar su intención de representarnos en la Cámara Alta. Y como sé que me lloverán insultos y denuestos por fijar esta posición, quiero hacer un simple llamado a que nos despojemos de esa doble moral que tanto nos perjudica: las personas no pueden ser buenas solo cuando nos conviene para nuestros intereses personales, y malas y perversas cuando van en contra de nuestro pensamiento. ¿No fue con los votos de Adriana Franco Castaño que ganaron las elecciones Emilio Echeverri Mejía, Guido Echeverri Piedrahíta y, en general, los últimos mandatarios departamentales de Caldas? ¿No fue ella el soporte de campaña de César Gómez Estrada y quien le abrió las puertas a Francisco Prieto para desempeñarse como gobernador encargado? ¿No han sido sus gestiones, muchas veces silenciosas, las que han traído soluciones concretas a los problemas de la región?
Y siguiendo con el liderazgo, no nos podemos apartar del que ejerce Hernán Penagos Giraldo (Partido de la U, 101), quien habilidosa y lícitamente consiguió llegar a la presidencia de la Cámara de Representantes, dignidad que nunca antes caldense alguno había ocupado. Este hecho volvió a posicionar a nuestro departamento en el sitial de importancia política que hoy le acompaña, y nos puso en el entorno de liderazgo que nuestra propia clase gremial privada se ha encargado de destruir. Las ejecutorias de Hernán Penagos también son muchas y el contacto permanente con el pueblo lo perfilan como el candidato que mayor votación tendrá en las elecciones del domingo. No podemos desperdiciar personajes de esta talla pues, junto con Adriana Franco, son tal vez los congresistas actuales que más cercanía tienen con el presidente Santos y, por ende, los que mayor beneficios pueden canalizar para nuestro departamento.
En otra orilla, está el candidato Mario Castaño (Partido Liberal, L 105). Los recuerdos como compañero de lucha en la Universidad de Manizales en una de sus mayores crisis institucionales, lo hacen merecedor de la credibilidad de un gran número de contadores que en ese momento cursaban sus estudios en dicha Universidad y que supieron defenderla de las garras ominosas de la corrupción que allí reinaba. Su lucha fue férrea, denodada y constante y desde ese entonces demostró su calidad para trabajar por las causas difíciles, tenaces y desinteresadas. ¡Merece una oportunidad!
De Carlos Felipe Mejía (Cetro democrático, 17) tengo el mejor concepto. Y gracias a Dios, todo parece indicar que la fuerza que le imprime el expresidente Uribe a la lista para el Senado de la República, logrará asegurarnos otro senador caldense en la cabeza de este amigo.
En conclusión, y con el respeto absoluto por los demás candidatos y el reconocimiento por su participación y el engrandecimiento de nuestra democracia, en Caldas sí hay por quien votar, y lo único que tenemos que hacer el próximo domingo es salir a definir en la urnas nuestro futuro.
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