Óscar Dominguez


En Londres acaba de reencarnar el detective Sherlock Holmes en la "persona" de un loro lenguaraz que puso al descubierto un agitado triángulo amoroso. Por definición, hay triángulo cuando sobra una persona, generalmente la que llegó primero a la relación. Los franceses consideran malo casarse con mujer bonita porque no la disfrutarás solo… En el primer mundo, los mayordomos o jardineros de familias aristocráticas suelen enriquecerse botando el puesto para revelar lo que vieron debajo de las cobijas de sus amos. Se está demorando el mayordomo que cuente el detrás de cámaras de los amores entre Carlos y doña Camila Parker que esperan el turno al bate. Pero la Reina Chava II no suelta la corona. Todavía tiene un centenar de sombreros ridículos para estrenar. Solo después cederá la chanfa. La severa y tradicional BBC, de Londres, informó que el lugar de los mayordomos infidentes lo están ocupando los loros, híbridos de sapos con correveidiles. Un loro machista de nombre Ziggy acaba de poner al descubierto que su ama le era infiel al marido. Según la BBC, cuando Chris Taylor, el marido cornúpeta, 30 años, se iba a ejercer como frío programador de computadores, llegaba un espontáneo a morderle la oreja y otras presas menos prosaicas a Suzzy Taylor, su mujercita. El amante se llama Gary, nombre que memorizó fácil el bullicioso loro. (Moraleja # 1: si tiene loro en casa póngale nombre que no empiece por g, de Gary, ni por r, de Roberto: lo puede empapelar... si es infiel). El asunto se fue poniendo color de hormiga cuando el loro empezó a gritar a la llegada de Chris, el marido: "Te amo, Gary, te amo Gary". Todo acompañado con ciertos sonidos y ayayayes eróticos que solo se escuchan cuando ellas hacen el amor, no la guerra. "Te amo, Gary; sí, sí, Gary; ahí, ahí, Gary; more, more Gary", eran susurros que Suzzy le soplaba a su amante después de alguna faena de catre en la que cortaban oreja, rabo y pata, mientras el Big Beng daba todas las horas posibles. O el esposo titular le examinaba la memoria ram a los computadores. El marido engañado por fin entendió el mensaje que le quería transmitir el loro, que no era otro que su mujer se la jugaba con su mejor-peor amigo. Elemental, querido Watson, diría el detective Sherlock Holmes, ahora reencarnado en loro. Chris confrontó a su mujer quien no tuvo más remedio que admitir la infidelidad que también fue noticia en The New York Times. Los niños, los borrachos -y ahora los loros- siempre dicen la verdad. Suzzy no se quedó atrás y contó que su marido le era infiel… con el loro: se la pasaba hablando más con el animal que con ella. Y así tampoco funciona ninguna relación. El marido puso a su mujer de patitas en la calle. Y le buscó otra estaca al loro. El flemático inglés confesó que no podría vivir con alguien como Ziggy que le estaba recordando a toda hora el nombre de su competidor y repitiendo los ayayayes que algún día fueron para él solito. Otra moraleja: si tienen loro y son infieles, regalen el loro. Salvo que hacer amor delante de un loro, mejore la calidad del clímax, como ocurría en este caso...
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