Alejandro Samper


Como lo anticipé en este mismo espacio la semana pasada: a la VI Cumbre de las Américas la iba a opacar una frivolidad. Desde que el presidente estadounidense Barack Obama se montó en su Air Force One y se marchó de Cartagena, la noticia no ha sido otra que el escándalo del Servicio Secreto gringo y unas prostitutas. ¿Alguien se acuerda de lo que dijo el presidente de Uruguay José Mujica al finalizar la Cumbre?
¿Alguien sabe qué negocios importantes se cerraron en esas ruedas de negocios que se hicieron o en qué terminaron las reuniones indígenas? Salvo el senador Jorge Enrique Robledo, ¿alguien se ha preguntado qué significa eso de los "productos étnicos" que el agro nacional podría exportar tras la aprobación del TLC?
Eso sí, sabemos que eran dos trabajadoras sexuales -una paisa y una caleña-, sabemos que los del Servicio Secreto iban a un antro llamado Pley Club a buscar prostitutas a las que les llegaron a pagar hasta $360 mil por un polvo, y sabemos que se pelearon porque les hicieron conejo por 800 dólares. Hemos escuchado a una de las chicas (incluso ya vimos a una de ellas), al taxista que las recogió, al dueño del burdel y al proxeneta gringo que provee de putas a los escoltas de Obama cuando están de servicio. Incluso ya oímos a la excandidata presidencial republicana Sarah Palin diciendo que las esposas de estos agentes "deberían mandarlos a dormir en la casa del perro, porque eso es lo que son: perros".
El periodista estadounidense Ronald Kessler, quien destapó este escándalo, señala que este es "definitivamente el mayor escándalo en la historia del Servicio Secreto (...); no necesariamente el más grave, pero sí el más vergonzoso". Cuando se le pone la lupa a esta noticia, sí parece escandalosa, pero al tomar distancia es medio pendeja. Un exmiembro de este grupo dijo que contratar prostitutas cuando están de servicio en otros países es normal y, dejando todo moralismo a un lado, me parece hasta sensato que quieran liberar la tensión que genera ser el escudo humano de uno de los hombres más acechados del planeta, con sexo pago, gratuito, homosexual, transexual o como les guste, mientras no se metan con menores.
Casualmente toda esta bulla de la putas llega cuando los candidatos para las próximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos están haciendo giras para recaudar fondos para sus campañas. Cuando Obama (demócrata) y Mitt Romney (republicano) sacan la ponchera para que sus amigos los financien, muchos de ellos vinculados a investigaciones por la crisis financiera de Wall Street de hace unos años y que afectó la economía mundial. Es preferible usar los servicios secretos de algunos medios y periodistas amigos para poner el foco sobre las prepagos colombianas, que contar a quien le abren las piernas estos candidatos a cambio de dinero.
Y al Estado colombiano también le conviene toda esta bulla, sobre todo ahora con lo del TLC y el que no estemos preparados para enfrentarlo. O lo del carrusel de las pensiones en la rama judicial. Es más fácil de entender el tema de las prostitutas que las trabas que le pusieron a la contralora Sandra Morelli para que pueda seguir investigando a los jueces. Además, la prepago está mucho mejor que Morelli.
Aquí, al final, quien va a salir ganando será la prostituta. Puede que no le hayan pagado los 800 dólares que le prometieron, pero seguramente la revista Soho la esté buscando para exhibir "el cuerpo de la tentación". Y de allí el salto a ser actriz de telenovela es nada; es más, podría agregar este escándalo a la hoja de vida y eso le dará puntos.
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