Jorge Enrique Pava


Esta no es una defensa personal de Juan Manuel Llano. Primero, porque de la defensa se encargan sus abogados; y segundo, porque la defensa judicial se debe sortear en los tribunales y no en los medios, pues el sistema que nos rige, aún con sus defectos e imperfecciones, tiene que ser respetado ya que es el fundamento de nuestro estado social de derecho.
Pero esto no obsta para que las cosas que pasan y las circunstancias que rodean procesos como el que se surte en el caso de las sillas del Estadio Palogrande llamen la atención de la ciudadanía. Este ha sido un proceso mediático, lleno de intereses ocultos, perversos, soterrados y extraños que terminó alimentando el amarillismo de la gente y satisfaciendo la sed de venganza y de sangre de muchos ciudadanos.
Las graderías pedían cárcel para alguien; y ese alguien no podía ser otro que el de mayor renombre, el de mayor representación y el que serviría de símbolo triunfal para personas e instituciones que buscan distractores para ocultar sus propias culpas. Se mencionaba en la Fiscalía que "corrida sin El Juli no llena plaza". Y vaya si encontraron un buen Juli y supieron llenar esa plaza.
Pero, me pregunto: ¿a qué costo? Este es un juicio que apenas empieza; se está surtiendo una etapa inicial de acusaciones donde nadie ha determinado siquiera si existe algún delito. Pero, así y todo, había que privar de la libertad a los actores principales para entregar como trofeo la humillación, el desprestigio y la deshonra, y ver arrastrada la integridad de las personas con quienes se juega sin consideración y se pisotean sin compasión.
Porque detrás de esos grandes titulares de prensa y de esas fotos angustiantes y dolorosas, existen seres humanos con sentimientos; existen familias nobles a quienes les duele y les parte el alma el infortunio y las injusticias; existen padres, esposas, hijos y familiares que tienen que ver cómo se desangra uno de los suyos sin haber sido vencido en juicio; existen seres hoy impotentes que solo han sabido acudir a la decencia y a las virtudes como únicas armas para defenderse ante la sociedad; existen procesos de vida que se truncan por el ansia perversa de unos cuantos que saben cómo y dónde actuar para sacar del camino a sus enemigos. ¿Esto es justicia de verdad?
Si el día de mañana, en la etapa de defensa se demuestra que todo este proceso está fundado en suposiciones, en escándalos amañados y en verdades a medias, y se determina que aquí no hay culpa porque no existe delito, ¿quién les restituye la honra, el nombre, la credibilidad y el prestigio a aquellos que hoy sufren el rigor de una cárcel y el aislamiento social? ¿Quién les devuelve el tiempo perdido? ¿Quién les devuelve la salud a familiares cercanos que hoy se agravan por cuenta del sufrimiento, la desolación y la injusticia? ¿Quién compensará el sufrimiento de familias enteras que han sido sometidas al escarnio por meros indicios y meras acusaciones vagas?
Repito: este es nuestro sistema judicial y hay que respetarlo por encima de todo. Pero eso no nos exime de disentir de los métodos que se aplican en casos como este, pues aquí más que existir un interés en buscar la verdad, parece prevalecer el ánimo de servir a los intereses mezquinos de enemigos personales que celebraron con tenidas etílicas cuando la juez determino la privación de la libertad intramural (sin apelación) de un personaje como Juan Manuel Llano, que ha sido símbolo de emprendimiento empresarial en la región y que por ello ha pisado tantos callos en esta sensible y celosa sociedad.
Manizales tiene que reconocer el arraigo, la decencia, el altruismo, el emprendimiento y los grandes aportes que la familia Llano Uribe le ha hecho a la ciudad y al departamento. Y por eso no nos podemos quedar callados ante el infortunio que hoy los aqueja. Sería muy fácil guardar silencio y seguir esa corriente social que se solaza en hacer leña del árbol caído. Pero no es mi estilo, ni mi conciencia me dejaría dormir tranquilo al obrar con deslealtad con el amigo y con una familia que me ha albergado con cariño, desinterés y amor. ¡Ojalá el Poder Divino ilumine a nuestros jueces para que sepan impartir con entereza la justicia, sin caer en estos apresuramientos que solo causan daño, destrucción y desolación¡ Solo se pide que se permita una defensa en libertad, si lo que se quiere es llegar a la verdad. No podemos olvidar que por mandato constitucional "toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable". Pero aquí parece operar lo contrario.
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