Andrés Hurtado


Precisamente, y hablando de la monumental iglesia luterana que domina el paisaje de Reykjavik, una de las mayores tragedias de Islandia, sufrida en la Época de las Penalidades, fue la imposición a la brava y sangrienta del luteranismo en 1550. En esa tenebrosa época de la historia de Islandia el país estaba férreamente sometido a Dinamarca. El catolicismo era la religión de los islandeses y a ella estaban muy apegados pues entre otras cosas les facilitaba la unidad nacional y a la vez era un factor cohesionador de la literatura. El rey de Dinamarca ordenó a los islandeses que debían abandonar el catolicismo y adoptar el credo luterano; los islandeses se negaron rotundamente; entonces el rey mandó asesinar al obispo Jon Aranson y a toda su familia. Y así "por las buenas", el país debió pasarse a la nueva religión. Actualmente hay 2.000 católicos en Islandia, casi todos inmigrantes polacos.
Entré una tarde a la monumental iglesia luterana y el organista interpretaba a Bach. El órgano tubular es inmenso. Aparte de que su sonido transporta a las iglesias góticas de la alta Edad Media y del Renacimiento, el contraste entre los majestuosos sonidos tubulares y la abundancia de decibeles de músicas de organetas electrónicas que oímos diariamente, ese contraste impacta. Me senté a oír al organista. La inmensa iglesia estaba sola y el genio de Bach llenaba todos los ámbitos. Fue un momento de verdadero orgasmo espiritual, si se me permite la atrevida expresión. En otros términos, viví un iluminado satori.
Ingolfur Arnarson fue el primer navegante vikingo que se estableció como colono permanente en Islandia y por ello se considera el año 874, el de su llegada, como el de la fundación oficial del país y a Ingolfur como el fundador. Ya antes habían llegado otros navegantes pero no se habían establecido. Los descubridores y primeros pobladores del país fueron monjes católicos irlandeses que cuando llegaron los nuevos colonos se marcharon buscando más soledad. Arnarson llamó a su destino, "la bahía humeante", por los vapores de la actividad volcánica que surgían de la tierra en Raykjavik. Y desde el año 874 hasta 930 consideran los islandeses la Etapa de la Colonización.
Reykjavik es una ciudad tranquila, limpia, de calles amplias, de casas, oficinas, bares, restaurantes, agencias de viajes y almacenes pintados en colores vivos. Subí a la torre de la Hallgrimskirkja a contemplar la ciudad. Son 75 metros y no de escaleras sino de ascensor. Se dominan toda la ciudad, la bahía y las montañas vecinas cubiertas con nieve. En la plaza frente a la iglesia han erigido una estatua al verdadero descubridor de América, a Leif Eriksson, llamado "el afortunado" y quien llegó a la costa de El Labrador en el año 999 ó 1000. Era hijo de Erik Raude, Erik el Rojo, quien fue el descubridor de Groenlandia.
Höfdi es una casona de Raykjavik, de aspecto señorial y a la vez severo, construida en 1909 y que hoy se usa para celebraciones del municipio. Lo que la hace interesante es que allí se llevó a cabo una publicitada reunión entre Reagan y Gorbachov en 1986. La reunión sirvió, como tantas, para nada. Las tales conversaciones de paz no surtieron ningún resultado. No faltan los que dicen que en esa casa rondan los espíritus de colonos que llegaron en las primeras oleadas de pobladores.
A juzgar por el número de museos Reykjavik es una de las ciudades más cultas del mundo. ¡Trece museos conté, para una ciudad de 200.000 habitantes!
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