Alejandro Samper


Los medios deportivos españoles filtraron esta semana la charla que el técnico argentino Marcelo Bielsa tuvo con sus jugadores del Athletic Club de Bilbao, tras su derrota 3-0 en la Copa del Rey ante el FC Barcelona. Derrota que vino después de la que tuvieron ante el Atlético de Madrid en la final de la Copa UEFA, también por 3-0. Les cantó la tabla a los futbolistas que, durante la temporada, habían sido el equipo revelación.
"(…) tengan conciencia de que son muy jóvenes, son millonarios prematuros, no tienen problemas, no les importa mayormente lo que va a pasar", les dijo ‘el Loco’ Bielsa.
"Millonarios prematuros". La expresión me quedó sonando y me pregunto por qué mis padres no me pusieron a patear un balón desde que aprendí a caminar. Tal vez no tenga el talento de un Cristiano Ronaldo o de un James Rodríguez, pero creo que mis capacidades -si se hubieran trabajado con juicio en una escuela de formación- sí me hubieran dado para el torneo local. No hubiera jugado en el Once Caldas porque ellos poco confían en lo local, pero tal vez hubiera recalado en un Envigado, una Equidad o el Cúcuta.
A mi edad no estaría pensando en si será mi última oportunidad de ser Balón de Oro, como el fabuloso Xavi Hernández. No tengo tanta magia. Estaría pensando en el retiro y recoger mis millones para regresar a Manizales. Le pediría al Once Caldas, como lo hace Edwin Congo, quemar mis últimos cartuchos con la casaca blanca. No lo haría por el fútbol, lo haría como una inversión a largo plazo. El Once no me cumpliría el pago de mi salario, los tendría demandados y en un futuro esa platica me entraría. Como lo hizo el técnico Javier Álvarez o el delantero Jorge Agudelo, quien asegura le deben $500 millones.
De haber cogido el mundo a patadas y gambetas, el próximo año estaría pensando en el retiro. Jubilado como "millonario prematuro". Pero son sueños. La realidad es otra y terrible.
El reciente estudio del Observatorio Laboral para la Educación asegura que el salario promedio de enganche de un recién egresado de una institución de educación superior es de $1’811.980. Que el salario promedio de los que terminan una especialización es de $2’438.412; los que obtienen una maestría es de $3’354.115; y los que culminan un doctorado es de $5’039.917. Quienes mejor ganan son los ingenieros de petróleo, seguidos de los médicos, administradores, odontólogos y abogados. ¿Dónde quedaron los futbolistas?
Las cifras, aunque pueden parecer atractivas, son mentirosas. Sobre todo en Manizales, ciudad que tiene fama en Colombia de ser tacaña. El informe indica que el 60% de los encuestados ya venían trabajando cuando se graduaron, pero a la mayoría no les ajustan el salario una vez reciben el diploma. Se quedan en un mínimo. O en dos. Y faltan los descuentos por seguridad social y retención en la fuente.
Para colmo de males, el más reciente reporte de estabilidad financiera del Banco de la República, indica que por cada 100 pesos que gana un colombiano, 21,3 pesos se destinan al pago de sus deudas.
De la situación de los periodistas, ni hablar. Tan mal remunerados estamos que hasta Carolina Cruz se burla de nosotros en Twitter ("no es gente normal, trabajan en radio y se ganan el mínimo y eso... jejejejej pobres que pecaito!!"). Ella, que no es profesional, se gana -según los chismosos de Sweet- mil millones de pesos anuales. Ella fue porrista del América.
Así el MinTrabajo considera como positivos esos promedios salariales -que insisto no son un reflejo de la realidad (entrevistaron a 267.708 graduados del 2011)-, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado por la revista Portafolio en el primer semestre de este año, ubica a Colombia entre los 20 países con peores salarios del mundo.
De acuerdo con la OIT, el salario promedio mensual en el mundo es de mil 480 dólares (unos 2’654.000 pesos) para cualquier trabajador formal. En Colombia, el salario promedio es de 692 dólares (1’240.963 pesos). Menos de la mitad de la media mundial. Muchísimo menos de lo que factura Lionel Messi por segundo ($6 millones), según un informe del año pasado de la revista Forbes.
Creo que con un poco de suerte, como futbolista hubiera podido dar el salto a la liga boliviana o a la argentina con la ayuda de un empresario cometero, como el que trajo a Jaír Reinoso o a Ayron del Valle en su momento. De ahí al torneo gringo, al chino o al saudí, a quienes con sus petrodólares no les duele comprar y mantener a cualquier tronco en uno de sus equipos. Lastimosamente mis sueños de "millonario prematuro" se quedarán en eso: en sueños. Porque yo ni tronco soy. ¡Soy una ceiba!
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Ayer fue un día triste para la cultura nacional. Murieron el periodista e intelectual Bernardo Hoyos y el artista Édgar Negret. Del primero se me queda su voz y conocimiento de cine, de música y que no es inútil "ser un escaparate de datos". Del segundo, la magia para convertir el metal en hermosas cintas de Möbius. No era origami, sino "ori kami"; "dobleces con espíritu".
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