Se va Guido Echeverri Piedrahíta. A nuestro flamante Gobernador le pasaron cuenta de cobro, y no creo que lo hayan hecho por ser buen mandatario, el más destacado en los últimos años en Caldas, indiscutiblemente, aunque eso no significa que no haya cometido errores en el desempeño de su ejercicio. Él se va porque ‘dio papaya’. Primero, se metió con la débil coalición, o con lo que hay de ella, y eso tiene y tendrá siempre sus implicaciones, basta mirar para atrás. Y segundo, estaba de por medio una supuesta inhabilidad para ser candidato.

Veamos. Guido es un demócrata, un constitucionalista, un académico, un pensador, un pragmático, un analista político. Esas, dentro de muchas otras virtudes, definen la personalidad pública de este hombre que, además, por su apariencia física y por su carácter apacible, siempre acogedor, respetuoso, de buen trato en general, sin ínfulas de sabelotodo, sereno y de respuestas precisas, pero ante todo calculador políticamente hablando, le dan todos los méritos para ser considerado un buen gobernante. Es más, tiene dotes de estadista.

Todas esas características y virtudes en una sola persona, y puestas ante un departamento ultrajado, robado, manoseado, desdibujado, quebrado, burlado, desesperanzado y apenado, terminaron por darle la victoria electoral, triunfo por demás apretado, pues al frente tuvo como su más aguerrido competidor a otro caballero, Gabriel Vallejo, y sin dejar de mencionar el señor que es Armando Ramírez, del MIRA.

Guido sabía en qué se metía. Y cómo no saberlo él, un liberal de pura cepa, evolucionado eso sí, pero propuesto (impuesto dicen algunos) por un conservador venido a menos como Ómar Yepes. Y lo digo porque el yepismo, cuyo jefe es el exsenador, fue el máximo perdedor en las elecciones de Congreso en Caldas. Escasamente le alcanzó para sacar un representante a la Cámara y se quemó buscando el Senado con quien él pretendía fuera su sucesor, su hermano Arturo.

Resultaba obvio entonces que quien lo lanzó al triunfo, porque no tuvo cartas propias para jugar, y que mantenía con el liberalismo oficialista la alianza que sostuvo por décadas con su socio de cuestionadas andanzas, Víctor Renán Barco, iba a pasarle al Gobernador cuenta de cobro por haberlo propuesto y ayudado con votos para que llegara como la salvación para Caldas.

Y así fue. Yepes no demoró en presentarle una larga lista con nombres de los suyos para diferentes cargos en la Gobernación. Lo propio hizo el liberalismo barquista, a pesar de su frustración por lo acontecido con el deplorable gobierno de Mario Aristizábal. Y Cambio Radical, y la ASI y hasta el Polo Democrático pusieron en manos de Guido candidatos con supuestos méritos para disfrutar de las mieles de lo público. Para resumir, Echeverri no les dio a conservadores y liberales todo lo que le pedían y armó un gabinete más a su antojo, aunque mantuvo nombres de quienes venían de esa nefasta administración que tuvo por lema "hagamos de Caldas nuestra mejor empresa".

Fue así como de manera pragmática arrancó para Caldas una nueva era de la que hoy apenas comenzábamos a ver algunos buenos frutos, siendo la confianza el principal activo recuperado. Pero detrás venía la demanda en la que no creían mucho. Así fue como muy temprano, en julio del año pasado, se conoció el fallo en primera instancia del Tribunal Administrativo de Caldas que anulaba la elección de Guido Echeverri. Se dio entonces la apelación. Pero ya había un antecedente. Y al final, esta semana, el Consejo de Estado ratificó la providencia del Tribunal, lo que obliga a una nueva elección y le llama la atención al entonces candidato por atreverse existiendo de por medio un antecedente.

Con la triste y lamentable noticia para Caldas, eso hay que decirlo abiertamente, pues Guido Echeverri se convirtió en fenómeno político al lograr en menos de un año y medio poner de su lado a todos o casi todos los sectores sociales, económicos y políticos del departamento, revivió el yepismo que estaba enfrentado con él porque no le daba la participación burocrática reclamada. Y ahora la colectividad azul le echa flores diciendo que gracias a él Caldas recobró su rumbo y tiene futuro, mientras aprovecha para reclamar abiertamente que la terna para nombrar al gobernador de transición, es decir el encargado, la debe poner solo esa colectividad.

¿Detrás de qué va el yepismo para un encargo en la gobernación de tres meses? ¿Por qué si la administración de Guido es tan buena y les devolvió la esperanza a los caldenses, no acuerdan con él un nombre de confianza para dicha transición que blinde lo que se ha hecho? ¿Por qué acusar a los grupos de oposición (a los que no defiendo porque son iguales) de hacer lobby en el Consejo de Estado para presionar el fallo definitivo contra Guido, y no hicieron lo mismo cuando la providencia la dio en primera instancia el Tribunal Administrativo de Caldas? ¿Acaso no sabían los representantes de los partidos que apoyaron la candidatura de Guido que este podría estar inhabilitado y por eso firmaron el pacto que le daba la potestad al yepismo de poner la terna?

Al Gobernador saliente los mejores deseos, ojalá hubiese siquiera dos políticos más de su capacidad y talante en Caldas para acabar de pasar los profundos abismos que nos dejaron las nefastas coaliciones políticas. Y creo que no obstante la responsabilidad que le cabe frente al yerro que lo tumbó del cargo, él debería, como lo escribí mucho antes en otra columna, asumir el liderazgo del liberalismo en el departamento, tan necesitado de personas decentes que sepan marcar distancia de otros muy mal relacionados.

Al margen

Un saludo, abrazos y besos a las madres todas, en especial a las buenas y abnegadas que son las que nos rodean. Que Dios las colme de bendiciones.