Luis F. Gómez


El presidente destapó el proceso incipiente que se viene tratando con las Farc y ahora también con el Eln. Esta es una gran noticia y muy positiva para el país. Pero en esta materia, por la historia que hemos vivido, no podemos ser ingenuos ni mucho menos irresponsables. Hay mucho por delante para que podamos cumplir la exigencia que la Constitución Nacional tiene a la paz como derecho y deber.
Mucha gente se coge la cabeza y dice "otro Caguán". No, las circunstancias del país han cambiado dramáticamente gracias a los frutos positivos (porque los hubo también negativos como los famosos falsos positivos, que sería bueno hacer su balance en conjunto) de la Seguridad Democrática. Hoy el país ha puesto a la guerrilla contra las cuerdas. La acción profesional de las fuerzas militares y de policía ha permitido que la correlación de fuerzas esté inclinada de forma muy diferente a como estaba cuando Pastrana era presidente. Los golpes contundentes a las Farc en sus cabecillas, resquebrajaron la moral de las tropas rebeldes.
Bien dice el presidente que hay que aprender de los errores del pasado, que el control de las Fuerzas Militares se debe mantener en todo el país, que hay que buscar la finalización del conflicto armado. Estos son preliminares para construir la paz, es un largo camino y tendremos que ser todos muy generosos, todos los colombianos y colombianas, nadie se nos puede quedar por fuera del proceso, pues debe ser una dinámica que incluya a todos para poder construir ese nuevo país. Y en este sentido debemos ser muy responsables y realistas. En el proceso de violencia se han dejado muchas heridas que hay que sanar. Muchas heridas que todavía están laceradas y dolorosas… Es allí, en el proceso humano y espiritual que implica perdonar, que las iglesias podrían jugar un papel importantísimo. Tanto la Católica como otras, como la Menonita. El proceso de reconciliación nos exigirá crecer mucho como seres humanos y como Hijos de Dios.
Habrá muchos enemigos del proceso. Unos por las heridas, otros por razones ideológicas y otros por sencilla ebriedad de violencia y acomodamiento económico. A todos ellos, debemos invitarlos a unirse a este proceso. Colombia y los colombianos y colombianas nos merecemos la paz.
Discreción y prudencia. O como dice el Evangelio, ser mansos como las palomas y sagaces como las serpientes. Las Farc tienen mucha capacidad de hacer daño. Los extremistas y terroristas, tanto de izquierda como de derecha, buscarán seguramente poner palos en las ruedas. Pero nos debemos mantener en la firme decisión de buscar la paz. Los medios de comunicación tienen una muy grave responsabilidad; deben evitar polarizar la opinión, y más bien informarla debidamente y darle elementos de juicio de mediano y largo plazo para analizar la coyuntura.
La paz está lejana, pero posible. Y allí debemos aportar el granito de arena para construirla entre todos.
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