María Carolina Giraldo


He recalcado aquí sobre la importancia de las instituciones para que una democracia funcione de manera transparente. Vuelvo y repito, con temor a volverme cansona, que las instituciones son para las democracias ese filtro al interés particular. Son ese primer escenario donde se debate sobre lo público, sobre lo que es de todos.
Una de las principales debilidades de nuestras instituciones es que, en algunos casos, sus dirigentes se olvidan que están ahí para cumplir un mandato de un grupo de personas que los escogió para que los represente. Cuando solo han transcurrido unos meses después de su posesión o nombramiento, pasan de ponerse la camiseta a creerse los dueños del equipo. Se olvidan que las instituciones pertenecen a las personas que las componen y se apoyan en el poder institucional para gestionar sus propios intereses, administrando la organización como si les perteneciera.
La expresión aquí estoy y aquí me quedo no es ajena para ningún colombiano. He conocido casos de personas que, a pesar del inconformismo de su mandante con la gestión que desempeñan, usan todo tipo de artilugios jurídicos y políticos para mantenerse en sus puestos. He oído infinidad de motivos para justificar quedarse en un cargo en el que ya no es eficiente, competente o útil, entre ellos: cumplir con el tiempo para pensionarse, terminar de pagar un crédito o esperar el acontecimiento de un evento importante para tener un momento de popularidad.
Entre los analistas políticos empieza a hacer carrera la idea de que las acciones que emprende el presidente Santos buscan impulsar su perfil de estadista y diplomático, más que dar solución a los problemas nacionales. No creo que el Presidente, que ha declarado su profundo respeto por la democracia, desconozca el daño que se causa cuando un funcionario público dedica más tiempo a impulsar su agenda personal que a resolver los problemas sociales.
A pesar de que esta realidad parece mas común y cercana todos los días, existen casos que hacen mantener viva la esperanza sobre una forma de gobernarnos más democrática y justa. El pasado viernes, concluyó el ciclo de Lina María Ramírez Londoño como Directora Ejecutiva del Comité Integremial de Caldas. Durante su gestión, Lina demostró que un debate transparente sobre lo público es posible, aun cuando se trabaje con intereses encontrados y disímiles. Sin ningún afán de protagonismo, fue facilitadora y coautora del proceso Estoy con Manizales, y de su primer hijo, el Voto por la Educación. Estoy convencida que si logramos sortear unos pequeños obstáculos, la implantación de lo allí planteado nos permitirá ser una región con excelentes indicadores de calidad de vida, incluyente y equitativa.
Las instituciones son escenarios para blindar la discusión sobre lo público de los intereses personales. Cuando, como ciudadanos, dejamos que la agenda privada de los representantes de las instituciones sobrepase el interés general, le estamos haciendo un daño terrible a nuestra democracia y retrasando la posibilidad de alcanzar una sociedad próspera, equitativa y justa.
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