Flavio Restrepo Gómez


Conozco y soy amigo de funcionarios en la Procuraduría, muy dignos por cierto, muy honestos, sin duda, pero conozco también burócratas en esa entidad que no tienen mérito alguno, que no están allí por sus valores, sino por las recomendaciones y los padrinazgos. Eso hace parte de un país que tiene en muchos de los funcionarios públicos, verdaderos ejemplos de lo que es la letrina politiquera, en que se desarrollan la mayoría de las vivencias públicas, tan cuestionadas, tan cínicas, tan deshonestas, de esta Colombia convertida en cloaca politiquera.
Creíamos con ingenuidad que ya habíamos visto todo en lo que a indignidad de funcionarios públicos se refiere, pero no, teníamos que ser testigos de la perversión sin límites del Procurador General de la Nación, haciendo todas las maromas, pasando todos los límites para conseguir ser reelegido en un puesto que decía no le interesaba, pero por el cual estaba dispuesto a dar lo que fuera necesario con tal de quedarse allí, atornillado, demostrándonos que Colombia es un país en el que las minorías políticas y de estas, las mayorías corruptas, hacen cualquier cosa para mantenerse en el poder, con la indignidad que caracteriza a la generalidad de los burócratas oficiales, que excepciones las hay, pero son muy poquitas, casi una rareza exótica en este país de corruptelas, componendas y padrinazgos.
Lo eligieron después de un polidrama más largo, más previsible y más malo, que los programas de esa televisión colombiana, convertida en basura transmisible en horario triple A, para presentar lo peor que tenemos como sociedad. El mérito del procurador al ser votado por ese sanedrín de raposas que lo reeligieron, 80 congresistas, es igual al de los ganadores de Protagonistas de Novela, Mundos Opuestos y otras porquerías de nuestros canales de televisión. Qué vergüenza produce la indignidad del hombre de las cargaderas, porque imagino se le deben caer los pantalones, que hablando en media lengua, nos viene a decir que es la decisión de la mayoría de los colombianos. ¿Cuál mayoría de colombianos, Ordóñez? A usted no lo reeligió el pueblo colombiano, lo reeligió un grupo de personas que convirtió el arte noble de la política, en un albergue muy costoso de recicladores de basura política.
No importó que para que usted fuera reelecto necesitara los respaldos de las personas que están bajo el control de su entidad, ni que muchos de los que votaron para usted estén siendo investigados por su dependencia, en un verdadero ejemplo de lo que es la indecencia a la que se llega cuando el poder, veneno ácido del alma, hace metástasis y coloniza todo en un ser humano, que parapetado en el poder de su puesto, por supuesto, no tuvo la menor muestra de vergüenza cuando recibió apoyos de grupos políticos y de sus congresistas indecentes.
La historia de su reelección es una comedia de baja calidad, que nos demuestra la clase infrahumana que tenemos en muchos de nuestros dirigentes y en personas que, como usted, son capaces de cualquier cosa para poder mantenerse en un puesto que debía ser vedado a quienes, como usted, lo han mancillado sin honor y lo han convertido en una tienda donde se compran y se pagan favorcillos políticos, en yo te nombro, tú me nombras, nos nombramos y no nos molestamos, o si hay que hacerlo, hacemos el papelón, para al final decir que todo estaba bien y que se cumplió con el deber al que usted estaba comprometido. ¡Farsante!
Ahora nos preparamos para el repertorio de indignidades que se siguen a la indignidad inicial, recusaciones, inhabilidades, imparcialidad cuestionable. Toda una orquesta al servicio de la impunidad o el castigo desmedido, en el que intervienen creencias religiosas, dictan sentencias y hacen juicios, amparados bajo el arropo de la guía tutelar de opiniones que fueron novedad cuando a falta de procuradores, hombres como este, encapuchados, quemaban vivos a los apostatas y descreídos.
No faltarán los gritos que simulan dignidad, contra el aborto y contra la eutanasia, cuando no han mostrado los menores atisbos de preocupación por los millones de niños que después de nacidos, tienen que someterse al desabrigo, la violencia y la falta de cuidados de un Estado muy preocupado en politiquear, sin cumplir sus verdaderos deberes que no otros, que los de cuidar el bien común por encima de los intereses de grupos o personas en particular.
Personas como Ordóñez, quieren que todos los colombianos sigamos como corderos serviles, las órdenes de maniqueos y tramoyistas como él.
Si este burócrata empedernido, que no tiene recato en hacer quedar mal a los miles de funcionarios honestos que tiene la Procuraduría, debería ir a un rincón de la secta del siglo XII, a la que pertenece como caballero de honor, hacer ejercicios conformes con sus creencias y flagelarse arrepentido durante varios días con sus noches. Después, si tiene dignidad, que vuelva al puesto de Procurador y que en uso de las facultades que le otorga la ley, se sancione a sí mismo, en juicio disciplinario sumario y se inhabilite para cargos públicos durante 100 años.
Personas como este procurador y como el en mala hora elegido senador Gerlein, son una vergüenza inaceptable en este país. El que "no le ve problema al sexo entre mujeres, pero le parece que relaciones entre homosexuales son asuntos sucios, asquerosos y excrementales, que merecían todo el repudio", son una verdadera vergüenza para un país, en el que según la Constitución, no habrá discriminaciones de clase alguna y se permite el libre desarrollo de la personalidad.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015