Mario Cesar Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

El nuevo llamado que hizo Jaime Pineda, propietario del Once Caldas, para que los hinchas acompañen al equipo en el partido frente al Santa fe pagando un incremento en el valor de la boletería, es otro intento por buscar recursos que faltan, y que después de junio no provendrán más de Kenworth de la Montaña.
La decisión de ir solo hasta esa fecha es respetable, aunque inverosímil tratándose de una empresa acostumbrada a participar en mercados exigentes y competidos, y que al entrar en el negocio sabía que no había margen de rentabilidad ni recuperación de inversión a mediano plano, y que de una adecuada gestión dependía su futuro.
Para cualquiera que haya observado durante años la evolución del fútbol en Manizales, resulta evidente que aquí es mínima la capacidad para absorber la financiación de un cuadro como el Once Caldas, que cuando floreció lo hizo desde su misma raíz teniendo en la venta de jugadores su principal fuente de sostenimiento.
Por eso admirables en sus épocas las administraciones de Jairo Quintero, quien con poco hizo mucho, hasta ser campeón de América, manejando economías razonables pero con ojo clínico para escoger refuerzos y técnicos, y una labor única, por conocimiento del producto,  cuando realizaba transacciones de compra y venta de jugadores. 
Si la Licorera que es el gran banco del departamento, quebrada, en difícil situación, o como esté, pone 750 millones de su presupuesto publicitario en la camiseta, la pregunta es si habrá las suficientes industrias en Manizales que hagan viable el proyecto del Once Caldas actual sobre los costos establecidos, sin los aportes de Kenworth de la Montaña.
Creo que no, y es ahí donde se requiere de una directiva que proceda con acciones de hecho para que el club sea autosostenible como se los exigió el señor Pineda, condiciones que inclusive hoy día son favorables, porque cuentan con altos ingresos por concepto de televisión que suponen un buen punto de partida.
El fútbol es una actividad distinta, y sin discutir la capacidad gerencial de quienes están al frente, y a sabiendas de que son honestos y trabajan sobre un marco empresarial importante, da la sensación de que la Junta del Once Caldas poco sabe del tema, y sus integrantes no tienen el suficiente reconocimiento en el ámbito deportivo.
Y como lo más sencillo para abaratar costos es bajarle a la nómina, ya se escucha que prescindirán de quienes generan elevadas erogaciones, y que habrá contrataciones menores,  lo que no es una solución práctica, porque no hay juveniles que sensibilicen y es asunto fracasado con Hoyos la temporada pasada, y además porque la calidad tiene precio.
Es más, lo que hizo Duván Vásquez, quien construyó el último Once Caldas campeón, que fue desbocado en ese momento porque no había sustento y las deudas carcomían la institución, se podría repetir ahora en menor escala con un plan específico que haga atractiva la inversión y motive una vez más la voluntad apagada del dueño.
Con un plantel fuerte habrá vecindad con el éxito, sobretodo en un torneo como el nuestro, en el que se triunfa con un grupo técnicamente apto, motivado, con compromiso y responsabilidad, y bien dirigido, y hay técnicos con los que se va a la fija, riesgos que se pueden correr cuando se tiene un respaldo como el de Kenworth de la Montaña.
A propósito, dicen que la salida de Vásquez fue pedida para agilizar relaciones con algunos patrocinadores que no querían nada que tuviera que ver con la junta pasada.
P.D. Es hora de hacer una revisión detallada a los filtros de la cancha del Palogrande. Por duro que llueva, empozar no es normal si hay buen drenaje. Peores aguaceros se han vivido en Bogotá, y en menos de media hora el campo está seco. ¡Algo está fallando!.
Hasta la próxima…
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