Luis F. Gómez


El paro cafetero deja muy en claro que la Federación Nacional de Cafeteros tiene un problema muy serio de comunicación con las bases. No solo porque los distintos directivos salieron a atajar lo que era inatajable: la protesta pública, y no lo lograron, sino también en su comunicación no han logrado mostrar todo lo que ha hecho el gobierno, pues no ha habido gobierno más cercano a los cafeteros que el actual. No hay sector del país que haya recibido tanto apoyo, el presidente hablaba de 180 mil millones de pesos, es un hecho y los números no mienten. El punto de fondo es que la situación cafetera se fue desvertebrando tanto por precio como por producción. La caída en el volumen de la cosecha y el golpe de la revaluación, conjugada con la reducción del precio internacional (que está en un punto que los expertos consideran que es el de mediano plazo), han dado un golpe muy fuerte a las finanzas. Y la situación es muy difícil. ¡Los ingresos cafeteros han caído a la mitad! Detrás el paro hay un profundo grito de desespero.
Hoy fundamentalmente lo que piden los cafeteros es un mejor precio y ayudas en créditos y fertilizantes. Y, en gracia de discusión, no habría problema en responder afirmativamente si se tratara de una situación coyuntural que rápidamente cambiara. El gran problema es que el problema es muy estructural de la caficultura y de la macroeconomía colombiana.
La situación de hecho que el paro le ha dado a la protesta cafetera es seria. La actitud de diálogo del Gobierno con el sector cafetero ha sido amplia y generosa. Ahora también con motivo del paro se ha sentado a dialogar, pero es difícil hacerlo cuando se presentan problemas de orden público. No es fácil para un Gobierno acceder bajo presión. Pero la realidad es que la presión que están ejerciendo los cafeteros es el grito de un sector en crisis profunda. Hay en el fondo un “S.O.S” muy existencial y real. No se puede desconocer.
El mejor servicio que pudiera prestar este paro es que se adopte una estrategia seria y sostenible para el futuro de la caficultura en el país. Y ello implica, necesariamente, un replanteamiento de las ayudas, para que estas vayan en pos de la estrategia que se vea como la más oportuna. Que no salgamos con unas medidas “fáciles” con cargo al presupuesto nacional que en nada cambien la realidad del sector. El problema de fondo debe ser tenido en cuenta que es la viabilidad de una caficultura de altos costos en el contexto internacional con competidores fuertes como Vietnam, ahora segundo productor mundial.
Finalmente, el paro ha puesto de manifiesto una nueva geografía y geopolítica cafetera. Las zonas que ahora aportan la mayor cantidad de café no son las regiones tradicionales, hay unas nuevas emergentes.
El diálogo y el entendimiento entre el Gobierno, la Federación y los cafeteros es la mejor vía, no solo para solucionar el paro, sino para buscar reales soluciones a los problemas de fondo.
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