Ricardo Correa


Ricardo Correa Robledo ricardocorrearobledo@gmail.com
Marmato es un pueblo bien particular. Fue una de las primeras fundaciones de la colonia, tiene ya casi quinientos años de existencia. Pero su aspecto nos hace pensar en algo más viejo, en un enclave medieval. Su geografía escarpada, sus estrechas calles centenarias, sus socavones y sus mulas de minería lo hacen único. Por otro lado, la población también es singular: indígena y negra, recordándonos a sus pobladores originarios y a quienes llegaron como esclavos para desempeñar la misma labor que sus lejanos descendientes siguen realizando: la minería, actividad que es el epicentro y espíritu de este pueblo, y de sus aproximadamente diez mil habitantes.
Desde el 2006 la comunidad marmateña ha sostenido una disputa con la empresa que hoy se llama Gran Colombia Gold, canadiense. Antes se llamaba Medoro, más atrás Mineros Andinos de Occidente y previamente Compañía Minera de Caldas. Para efectos prácticos todo se resume en la Gran Colombia Gold.
Ante la expectativa de grandes reservas de oro en la población, la Gran Colombia Gold se ha empeñado en hacerse con todo el territorio y borrar de un plumazo, o mejor, de una sola palada de retroexcavadora, una historia de cinco siglos. Ha utilizado todo su poder económico y sus influencias para hacer desaparecer del mapa, literalmente, a Marmato, y cambiar de un tajo toda la historia de esta comunidad.
Mario tiene cuarenta y dos años, desde los diez es minero, como su abuelo y su padre. Dice que la Gran Colombia Gold ha prometido una y mil veces que su presencia en la zona "mejorará la calidad de vida de los marmateños", pero él se pregunta ¿Acaso nosotros queremos vivir de manera diferente? La presencia de la Gran Colombia Gold los obligaría a dejar de ser sus propios jefes, de ser pequeños empresarios, y pasarían a ser todos obreros de la empresa. Y ellos no quieren esto. Sostiene Mario que Marmato es un vividero único, sin violencia, sin miseria, sin pobreza, sin desempleo (esto último hasta que llegó la Gran Colombia Gold). Él, junto a más de mil trescientos mineros organizados, está empeñado en impedir la destrucción de su pueblo y de la vida como la conocen.
La Gran Colombia Gold no ha sido clara en sus verdaderas intenciones en Marmato: unas veces habla de explotación a cielo abierto, otras de minería de socavón. En el ámbito legal las cosas tampoco han sido diáfanas, especialmente en un terreno tan particular como el derecho minero, el cual difiere de los usos corrientes del derecho de propiedad. La compra que ha hecho la compañía de derechos mineros a pobladores ha conducido a un desempleo masivo, pues una vez adquirida una mina se procede a cerrarla de manera indefinida, generando un sutil pero dañino desplazamiento económico. La comunicación de la compañía con la comunidad ha sido muy precaria, y solo se ha acercado a ella con "espejitos", como los conquistadores. Una donación para el hospital y el colegio, que anuncia a los cuatro vientos pero que no ha hecho efectiva; unos cuadernos para los niños del colegio; una celebración en otra parte, etc. Pero en lo sustancial es distante a los intereses de la comunidad, y es más el daño que está ocasionando que el bienestar que promete generar.
Si bien en el 2005 se habló de la urgencia de reubicar a este municipio caldense debido al riesgo geológico que corría, el más reciente concepto de Corpocaldas, la autoridad ambiental, estableció que ese riesgo no es de la magnitud que se pensó en su momento y que solo se requieren obras de mitigación para tener condiciones de estabilidad. Sin embargo, hay un interés de algunos sectores, entre ellos la empresa Gran Colombia Gold, de utilizar los criterios de hace siete años para trasladar toda la institucionalidad del casco urbano al asentamiento de "El Llano", y así dejar sin vida a esta antigua comunidad.
El interés de lucro de la Gran Colombia Gold y su accionar poco transparente pueden conducir a la muerte de Marmato y a que en veinte años de este pueblo no quede nada, empezando por el oro. Tal vez quedarían unas pírricas regalías.
Conocí al padre Reinel Restrepo ocho días antes de su asesinato. Fue un abanderado de la defensa de Marmato. Esta columna es un pequeño homenaje a él.
Nota: Excelente el nombramiento como gerente de la Industria Licorera de Caldas de Francisco Eduardo Quintero. Tiene todas las condiciones para sacar adelante esta importante empresa para las finanzas del Departamento. Su hoja de vida, su honorabilidad, su inteligencia y su capacidad de trabajo han sido probadas. Requiere la colaboración de todos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015