Luis F. Gómez


Los cafeteros volvieron a encontrarse con el presidente. Esta vez ya no en las carreteras ni en los Consejos de Prosperidad, sino en el Congreso Cafetero. Regresaron a los escenarios de la institucionalidad que se había refundido con motivo del Paro Cafetero.
En efecto, es vital que la institucionalidad cafetera retome el liderazgo del cambio y la negociación de la política pública en la materia. Igualmente, es fundamental que los insumos como el de la comisión cafetera que en la actualidad está haciendo un análisis profundo sobre las perspectivas de la caficultura en nuestro país, se tomen muy en serio. Por otra parte, esta institucionalidad debe servir de mecanismo democrático para representar los intereses de todos los caficultores, este punto es clave, pues el país y la misma caficultura requieren que haya un ente aglutinador de todos los intereses.
El presidente Santos no dijo nada nuevo. Recalentó el tinto que tiene preparado desde hace algunos meses. Volvió a sacar la lista de todos los incentivos, ayudas y subsidios que le entrega a los caficultores. Y pidió lo mismo que siempre les ha solicitado: elevar la productividad. Finalmente, como buen candidato a la presidencia prometió que mantendrá el plan de Protección al Ingreso Cafetero mientras los precios internacionales sigan deprimidos.
Los cafeteros no salieron muy contentos de la reunión. Querían más. Y la verdad es que la realidad de los números cafeteros sigue en rojo. Es una realidad amarga. El déficit es insoportable en el corto, mediano y largo plazo. La verdad es que si no hay un cambio profundo, las ayudas del Estado para el gremio tendrán que subir, y ello, en un país con tantas urgencias y necesidades, es sencillamente no viable. Los cafeteros no pueden seguir pidiendo reestructuraciones, condonaciones y saneamientos de sus deudas. Esto termina en simples pañitos de agua tibia para una realidad cancerosa.
Hay que tener mucha cabeza fría, decisión política y recursos para devolverle a la caficultura su competitividad internacional. Los ejemplos de Brasil y Vietnam nos tienen abrumados. Ellos han logrado aumentar significativamente la productividad. A esos estándares debemos acercarnos. De otra parte, como el resto de los exportadores, las condiciones de tasa de cambio y de infraestructura se vuelven críticas. Allí podemos ganar puntos fundamentales para asegurar la inserción de nuestros productos en el mercado internacional. Y volvemos aquí sobre las condiciones que requiere el país para poder convertirse en una potencia exportadora.
Por ahora, la realidad cafetera está en cuidados intensivos. Allí se mantendrá hasta que logremos hacer el gran trasplante, no de médula, sino de productividad.
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