Alejandro Samper


Los colombianos, TODOS, deberíamos estar avergonzados por lo que reveló el informe del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA). De 65 países evaluados en competencias educativas (matemáticas, lectura, ciencias) ocupamos el puesto 62. La peor puntuación de Latinoamérica, exceptuando al Perú, que quedó de último.
Hace cuatro años, estábamos en el puesto 52. En ese entonces el ICFES (que, a pesar de ser una entidad ampliamente conocida por estudiantes y maestros, todavía le dicen "ifex", "isfes" o "ifes") emitió un comunicado en el que mostraba preocupación por el puesto, pues al paso que iba nuestra educación no alcanzaríamos las metas que el país se había propuesto en materia de competitividad y equidad "ni tiene la velocidad requerida para alcanzar estándares de calidad internacional en educación".
Ese mismo informe destacaba que en esas pruebas habíamos crecido, pero no mucho. "Si se mantiene este ritmo de crecimiento, solo en ocho años lograríamos el nivel actual de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y se necesitaría casi el doble de tiempo para alcanzar a Shanghái hoy, una de las economías más poderosas del mundo y el primero de los 65 participantes en la evaluación".
Shanghái sigue de primero y ahora está más lejos que en 2009. Es nuestra antípoda. El resultado de esto es una mezcla de olvido estatal, reformas en la educación mediocres y la falta de actualización y preparación de los docentes.
En su libro ¡Basta de historias!, el periodista argentino Andrés Oppenheimer entrevista a varias personalidades del mundo de la economía y expone cómo algunas naciones que le apostaron a la educación, en cuestión de un par de décadas pasaron a ser potencias mundiales. Muestra el caso de Singapur, un país que de 1965 a hoy, pasó de tener un PIB similar al de Jamaica, y actualmente tiene el noveno ingreso per cápita del mundo. Un país sin recursos naturales y que importa todo lo que consume (hasta el agua), pero que al reinventarse e invertir en educación, tecnología y abrirle las puertas a diferentes empresas, hoy tiene exportaciones anuales de 235 mil millones de dólares. Brasil, con todo su potencial natural, llega a los 200 mil millones. Venezuela y su petróleo a los 103 mil millones. Colombia, ni figura.
¿Cómo lo hicieron? Pensando en la educación. Sus billetes no llevan próceres muertos en siglos pasados, tienen las fachadas de sus universidades y padres leyendo con sus hijos. Se la jugaron por el bilingüismo. Mejoraron el salario de los profesores. Les abrieron las fronteras a sus estudiantes para que viajaran. Y dejaron de ser complacientes con los docentes y los alumnos. Se les empezó a exigir más y endurecieron los exámenes para el magisterio y pruebas de estado.
Hoy nadie discute este exitoso modelo económico. Singapur, en el reciente informe PISA, ocupa el segundo renglón. Como escribe Oppenheimer: "Es un error creer que todos los problemas de la sociedad se resuelven con crecimiento económico: el crecimiento no resuelve la pobreza, la pobreza la resuelve la educación".
Este año el Gobierno nacional hizo un gran esfuerzo y asignó al Ministerio de Educación, 24,8 billones de pesos. Casi el doble que al de Defensa o el de Salud. Sin embargo, los resultados no se ven. Dice la ministra de esta cartera, María Fernanda Campo, que los resultados se verán en los próximos años y que si se mira la evolución de algunas tendencias hay "importantes mejoras". Sin embargo, eso fue lo mismo que dijeron en el 2006, cuando nos evaluaron por primera vez, y en el 2009, cuando estábamos en el puesto 52 de PISA.
¿Qué sucede? A pesar de que se han hecho inversiones (en Marmato, por ejemplo, construyeron un megacolegio que sigue sin entrar en funcionamiento, y el ministerio de Cultura se la ha jugado con el proyecto Leer es mi cuento, para fomentar la lectura en edad escolar y dejar esa vergonzosa cifra de 1,9 libros leídos al año por cada colombiano), la educación nacional no cuaja.
La respuesta parece estar en la foto que tomó Luis Ángel para El Espectador para ilustrar la nota de los resultados PISA 2012 (edición No. 36.301). Un profesor de la Institución Educativa Distrital Fe y Alegría José María Velaz, en Bogotá, le dicta clase a sus alumnos, mientras escribe en el tablero la palabra "corrupzion". Sí, así, con ‘Z’ y sin tilde.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015