Mario Cesar Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Arrancó la maratón en la que se convirtió el torneo del fútbol colombiano que en menos de 3 meses conocerá los 8 clasificados, pues en 85 días se jugarán 18 fechas, incluidos 6 miércoles, dado que en junio tendremos Copa del Mundo.
Independiente del resultado ante Fortaleza, que ojala haya sido victoria para motivar a la hinchada, y al grupo, lo cierto es que en el Once Caldas se vive un ambiente distinto, y quizá el objetivo de título se vea distante, pero no la posibilidad de ser protagonista.
Lo curioso es que se siguieron bajando costos, la nómina actual es menos onerosa, y el cambio de cuerpo técnico supuso en parte sanear las finanzas, tanto como el clima interno, generando alto grado de confianza y credibilidad.
Ese recorte presupuestal entendible por las acreencias con la DIAN limitó la construcción de una escuadra más competitiva, los refuerzos no dicen mucho, y la apuesta se centra en el técnico Flabio Torres y su trabajo ya reconocido.
Jugadores que se acomodan a sus intenciones, que resultan útiles por el mandato que se les da, porque individualmente no marcan gran diferencia, demandan la necesidad de armar colectivo, para lo que se requieren tiempo y repeticiones.
Ha dicho Flabio que su pretensión es montar un sistema de juego equilibrado, dinámico y rápido, con seguridad atrás y posesión de pelota, y hay motivos para creerle, pues fue lo que siempre mostró en sus exitosas campañas con el Pasto.
No se consigue de la noche a la mañana, y es necesario tener paciencia, partiendo de la base de que algunos de los muchachos conocen su filosofía, y a que Torres pertenece a esa escuela de obsesivos por la táctica, que cargan su peso sobre el ordenamiento grupal.
Hay buena fibra, respeto por sus ideas, antecedentes, y todo apunta a que en este año de transición las cosas pueden salir, considerando además las oportunas determinaciones administrativas que representan un acertado golpe de opinión.
El preacuerdo con la recaudadora de impuestos, el lanzamiento del club, las promociones de prendas deportivas, la oferta con los abonos sabiendo que lo importante es cautivar al público, son políticas que redundarán a futuro en pro de la institución.
Es increíble cómo cambia el asunto, pues se pasó de un club dividido, a uno que aglutina, esperanzador tanto en lo deportivo como en lo estructural, al punto de que hay una empresa aseguradora interesada en llegar como patrocinadora principal.
Que sería lo ideal, porque igual varios de los auspiciadores redujeron la inversión, y otros desaparecieron de la camiseta como Termales del Otoño. Y entendiendo que es un magnífico vehículo publicitario, el uniforme es marca, y tanta aviso lo afea.
El contrato con la Licorera por ejemplo, lo bajaron en un 40%, aunque esa disculpa de que es por ayudar no cabe, porque si con algo se identifica a la fábrica líder de la región es con el Once Caldas, y los beneficios son mutuos.
Total, se está en una etapa para aprovechar, que si se acompaña de resultados significará el principio de la renovación que planteó Kenworth de la Montaña desde su llegada, y que no se ha podido desarrollar por los horrores que encontraron, y por decisiones erradas.
Como haber sostenido el cuento anterior, de más verso que realidades, o salir a confrontar la industria privada local con amenazas de retirar el club de la ciudad si no había respaldo, cuando su propia característica le obliga a ser autosostenible.
Es el momento de unir voluntades, buscar al hincha, recuperarlo en las tribunas del estadio, y poner al Once Caldas en el plan de equipo grande que se merece por su historia reciente, y porque está en una competencia irregular, donde hay muchos clubes de papel.
Hasta la próxima…
macotal@yahoo.com