Luis F. Gómez


En una reciente encuesta de opinión sobre la imagen del presidente Santos realizada por varios medios de comunicación hubo una pregunta que pasó un poco desapercibida, en medio de la bulla porque la imagen del presidente se ha ido desinflando desde noviembre. La pregunta tenía que ver con la disposición o no para negociar con la guerrilla. Pues bien, la respuesta fue contundente. Más de la mitad de los encuestados está de acuerdo con realizar un proceso de negociación de paz con la guerrilla. En efecto, el 53% de los entrevistados manifestó que se debe negociar con la guerrilla, mientras que solo el 36% cree que se debe mantener la lucha militar hasta derrotarlos.
Este cambio en el sentimiento de la opinión pública es muy importante, pues la misma pregunta hace algunos años, la respuesta era contundente: continuar la lucha militar hasta acabar a la guerrilla. Hoy, la opinión pública está mucho más favorable a una negociación. Y ello es fundamental, pues si se quieren preparar las condiciones de posibilidad para una negociación de este tipo, es necesario que el presidente de turno pueda contar con un respaldo popular. Pues sabemos que este tipo de decisiones tienen enemigos, tanto de la derecha extrema, la famosa mano negra que el presidente Santos ha mencionado en otras oportunidades, como desde la extrema izquierda que consideran que la única solución al conflicto es su radicalización y llevarlo a la máxima intensidad. Gracias a Dios ninguna de estas posiciones, ni las dos juntas, son la mayoría en el país. Pero no hay que desestimarlas, pues su actuar puede ser a todas luces pervertidor de cualquier proceso. Ambos son especialistas en engendrar situaciones tóxicas para cualquier salida negociada.
Por su parte, desde diversas voces de la academia, ya se han oído pareceres muy favorables a la búsqueda de una negociación. Y es la salida más racional a este conflicto inhumano y desafortunado. No podemos dejar que nuestros hermanos colombianos sigan cayendo entre ellos. No podemos dormir tranquilos sabiendo que la guerra cobra más vidas en el país. Es una posición profundamente ética. Profundamente civilista y democrática. Cómo lograr ensanchar los mecanismos de participación social para que todos quepamos en nuestro país.
Es cierto que la opinión pública es muy vulnerable a la manipulación de los medios de comunicación masivos, especialmente de la televisión. Frente a este punto bien valdría la pena hacerles un seguimiento a los distintos medios masivos para denunciar cualquier abuso o manipulación; este servicio lo podrían cumplir las universidades a través de los observatorios de medios, sería un excelente servicio a la democracia colombiana. Nuestra sociedad quiere estar bien informada, pero no manipulada por los dueños de los medios de comunicación.
El Gobierno debe tomar atenta nota de este ‘momentum’ que vive la opinión pública para ir construyendo una cuidadosa hoja de ruta de negociación. Hay que aprovechar esos buenos vientos para echarle raíces al nuevo proceso de paz.
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