Alvaro Segura


"La política es el arte de engañar". Esta frase me recuerda a un valioso hombre del que mucho aprendí en esta bella actividad del periodismo, pero también en mi vida personal. A Ariel Cardona Galvis (q.e.p.d.) tuve la fortuna de conocerlo en esta casa editorial donde fue jefe de redacción, editor y asistente de la dirección. Con él fue dichoso compartir centenares de pintaditos en las acostumbradas charlas mañaneras que después de los consejos de redacción sosteníamos en cafeterías del centro de la ciudad o del barrio Sáenz, sitios donde La Patria ha tenidos sus sedes.
Don Ariel, quien se declaraba godo, más no conservador, era visceral en sus comentarios y críticas, y era poseedor de un especial humor negro. De gran corazón, católico fervoroso e inflexible en sus posiciones frente a la política y los políticos, siempre defendió con ahínco la fiesta brava de la que, creo yo, era uno de los que más sabía en este país.
Todo este preámbulo lo hago para contarles que desde hace casi 23 años, cuando lo conocí, y hasta hace un año cuando falleció, don Ariel descalificó siempre la política en Colombia, pero muy especialmente la politiquería caldense y los grupos que aquí la practican a los que siempre conoció. Y fue un duro contradictor de la coalición yepobarcogiraldista, y cuando de ella se retiró Luis Guillermo Giraldo no cambió su postura frente a éste, ni menos frente a los negociados de Ómar Yepes con el desaparecido "senador estrella", Víctor Renán Barco, además de otros pactos de movimientos más recientes.
Y contrastando lo que él comentaba entonces y lo mucho que ha pasado en las dos décadas atrás con la realidad de hoy, sólo queda darle la razón a don Ariel. O, ¿qué decir de la grotesca situación que se generó en la última semana por cuenta de un simple encargo de 57 días para la Gobernación de Caldas?
Ya lo había advertido en la columna del pasado 12 de mayo, ¿Qué hay detrás del Gobernador?, donde señalé que resultaba extraño, y contradictorio además, que Ómar Yepes, con toda su corriente partidista en el departamento, se jactara abiertamente del acierto que había representado que fuera su grupo el que propuso el nombre de Guido Echeverri para la candidatura, cuando casi al mismo tiempo lo descalificaba porque no le dio a esa colectividad la participación esperada, sabiendo que sí le tocó parte del enorme ponqué burocrático.
Además, ¿por qué tanta presión reclamando se le reconociera el derecho a su grupo político la presentación de la terna para tan corto tiempo? ¿Qué buscaba Ómar Yepes con esto, cuando ya sabía que estaba casi fija su escogencia como presidente nacional del Partido Conservador y que se avecina la campaña electoral para elegir congresistas y Presidente?
Creo yo que todo el entramado yepista, que no es más que una empresa política familiar, con súbditos y áulicos que no faltan en esta actividad, vio esta como la gran oportunidad para reencaucharse de cara a las próximas elecciones legislativas, pues bien claro está que venía de capa caída y que ha perdido ostensiblemente votos y participación en poblaciones donde antes fue dominador absoluto.
Acudió entonces a presentar una terna ajustada a sus calculadas necesidades de la que el Presidente de la República, que parece no tuvo otra alternativa, escogió como gobernador encargado al de mejor hoja de vida, pero sin tener presente que es y ha sido disciplinado y brillante cumpliendo y acatando lo que Ómar y su hermano Arturo le ordenan hay que hacer.
Llegó así Juan Martín Hoyos a la gobernación para cumplir un simple encargo de 57 días, después de que había dicho que eso no era negocio para él pues le representaría dejar su participación en varias juntas directivas y alejarse de su rentable actividad como ganadero y cafetero. Pero bueno, hay quienes dicen que hay honores que no se pueden rechazar y este que le hizo el doctor Ómar no iba a ser la excepción.
Comenzó entonces la función circense el viernes 28 de junio cuando para el simple encargo de 57 días se registró una posesión con toda la parafernalia de un estadista y en la que el yepismo, que hacía rato no saboreaba las mas suculentas mieles del poder departamental, se presentó como el gran vencedor. Pero las cosas no pararon ahí, pues no directamente el gobernador, pero sí un conocido militante de este grupo, empezó a pedirles la renuncia a todos los secretarios y gerentes que no habían renunciado.
Siguió la función con la embarrada del gerente de la Industria Licorera que para no dejarse sacar así no más y asustado por la reunión que ya había tenido el gobernador encargado con las directivas de los tres sindicatos que tiene la "boyante" empresa, se echó una grabadora encendida al bolsillo, grabó lo que su jefe encargado le dijo y le insinuó, y se la envió a La W, la primera radio nacional en FM, para dejar en evidencia otra de las más cómicas escenas de nuestro circo.
¿Qué vino después? Oh maravilla, el nombre de Caldas volvió a figurar en los ámbitos nacional e internacional (porque la emisora se escucha en Colombia y fuera del país) como el departamento modelo que ha sido, pero por escándalos y absurdos políticos protagonizados por quienes se niegan a abandonar prácticas indebidas que además, valga decirlo, parece que la gente se acostumbró a ellas y por eso ya ni reacciona.
Ahora solo falta que en próximos días esa remendada coalición A, que se pelea manga por hombro con la coalición B, salga con un "candidatazo" de bolsillo que le permita al yepobarquismo (que todavía existe) buscar oxigenarse por dos años y medio casi, y reaparecer más adelante, de ser posible, como una renovada unidad limpia e impoluta. Tenía razón don Ariel después de su amplia experiencia periodística de pensar como pensaba de la política, pero ante todo de la de Caldas.
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